Jesús Enrique Colombo cuajó frente al tercero un tercio de banderillas de exposición y verdad máxima. Dio todas las ventajas al tren de Miura, que siempre comenzaba en galope antes que el matador de toros venezolano. Con el toro en potencia y en arrancada, dando todas las oportunidades para acortar en su recorrido, Colombo ganaba la cara, para que la reunión fuera ya exposición máxima. Para más inri, los pitones del toro Miura eran a la altura del pecho. Varios golpes en costillas y en la cara recibió Colombo en un tercio de sumo compromiso. Mientras la plaza ovacionada en pie, varios protestaban sin mucho sentido. Lo mismo pasó con el sexto. Después de un tercio poco brillante, se la jugó en otro par donde el toro quiso arrancarle la cabeza. Las protestas, en ese par, tampoco eran lógicas. Lo malo de la predisposición.
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