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martes, 21 de mayo de 2024

Jarocho hace realidad el sueño de Madrid

Crónica de la décima de la Feria de San Isidro 2024



Fue el toreo al natural que se sueña. El de cualquier novillero… y el de Las Ventas. Jarocho sacó a Madrid por la Puerta Grande. Y, también, a la Escuela de Tauromaquia José Cubero ‘Yiyo’. Los más de cien jóvenes que saltaron al ruedo para sacar al burgalés en hombros era la conquista, también, de sus sueños. Devolvió Jarocho el sentido de la medida, para poner Madrid boca abajo en tres tandas de naturales. ¡Qué faena! De frente, de uno en uno, cargando la suerte como primer movimiento del embroque. Muy difícil torear más despacio. De los naturales de la temporada. Un final de Puerta Grande en una novillada de Fuente Ymbro que se movió sin entrega. La seguridad era clave. Completa tarde de Alejandro Peñaranda, que corta una oreja y confirma que el paso a un escalafón superior está cerca, mientras que Ismael Martín tira de raza, para imponerse al movimiento y no irse de vacío.



Se estaba desarrollando la novillada por el camino de ese movimiento sin entrega más para el público que para el torero. Igual que no todo vale con actitud delante de la cara del toro, todo movimiento tampoco es válido para el toreo. Éste se dificulta cuando no existe la posibilidad de ligar, cuando se viene, pero no se va. Al castaño sexto, acodado de pitones, lo recibió Jarocho a la verónica. Un concepto personal de sabor añejo, de toreras formas, alejado de cualquier impostura. Una matador de toros en ciernes. El de Ricardo Gallardo le costó en las primeras series, casi sin embroque, con una mirada siempre al terno nazareno y oro -de gran carga de quilates, por cierto-. Cuando ya el pitón había dibujado varias cornadas -sin suerte- en las bandas de la taleguilla, se echó Jarocho la muleta a la mano izquierda y surgió la magia: el toreo.



De frente, la figura natural, la cintura rota, la muleta por el centro del palillo, toreando con las yemas de los dedos… Madrid rugió como pocas veces esta temporada. Como en las ocasiones grandes. No existía la posibilidad de ligar, pero sí la de mantener el aroma de torería en todo momento. Línea curva, cargando la suerte, echando la muleta adelante para coger y rematar por debajo de la pala del pitón. El público en pie. Una faena de matador de toros. También, la cabeza, para dar la última tanda de naturales ya con la espada de matar en la mano. El toreo de siempre en un novillero llamado Jarocho. Tras la estocada, paseó las dos orejas.



Ya había dejado su sello al natural frente al tercero, un sobrero de Villanueva con más cuajo y con las putas hacia adelante, que tuvo una embestida seca y con el pitón de fuera desde el principio. Jarocho fue poco a poco aminorando el fuelle y buscando ese fondo de entrega, conseguido al final de la faena al natural. De perfecto trazo curvo. De asombrante despaciosidad. Tras la estocada, el público pidió la oreja, aunque sin llegar a la mayoría. La vuelta al ruedo fue de justicia.

De novillero próximo a las puertas de la alternativa fue la tarde de Alejandro Peñaranda. El de Iniesta paseó una oreja del cuarto, un utrero de Fuente Ymbro que se movió con exigencia. Se impuso Peñaranda con compromiso, a base de un toreo templado y de largo trazo. De suma exigencia en el embroque, de ganar ese paso para imponerse en el movimiento del astado. No se libró de la voltereta. Se mantuvo el novillero por el camino del toreo serio y contó con la rúbrica de una estocada. El castaño que abrió la tarde tuvo buen embroque, pero peor finales, pues siempre tendía a pegar un gañafón que descomponía todo. Eso sí, la importancia estaba presente cuando Peñaranda conseguía limpiar los muletazos. Estuvo muy comprometido toda la tarde y siempre para torear bien.

Ismael Martín tiró por el camino de la raza y la disposición, para imponerse a un lote que se movió más antes del muletazo, que durante el trazo y el remate. De buscar siempre por dentro cuando el salmantino buscaba la ligazón. Dos faenas construidas a base de tragar, de echar la moneda en cada cite y esperar en el siguiente. De estética y estructura más de novillero antiguo. El final en el quinto por bernadinas de más imposible ceñimiento y una estocada de efecto fulminante fue clave en la concesión de la oreja. En ese momento, el toreo al natural de Jarocho sólo estaba en su cabeza, en el sueño de Madrid y en sus compañeros de la Escuela Taurina José Cubero ‘Yiyo’. Los mismos que tras la concesión de las dos orejas se abrazaron todos juntos. De los más pequeños a los más grandes. Habían soñado con Jarocho, al igual que lo hizo Madrid con su toreo al natural.

Ficha del Festejo:

Hierro de Fuente Ymbro - EspañaPlaza de toros de Las Ventas, Madrid. Décima de la Feria de San Isidro. 17951 espectadores. Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, aunque desiguales en su tipo. De interesante juego para el público. Más difíciles para el toro. Se movían, pero sin irse y les costaba cuando se les exigía ligar. El de más fondo, de uno en uno, fue el sexto.

• ALEJANDRO PEÑARANDA, palmas tras aviso y oreja tras aviso.

• ISMAEL MARTÍN, silencio y oreja.

• JAROCHO, vuelta al ruedo tras aviso y dos orejas tras aviso.

Incidencias: Se desmonteró Roberto Martín Jarocho tras parear al sexto de la tarde.

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