Ivan Fernández Amil
@Ivanfamil
En los años 50, una mujer española no podía entrar sola a una plaza de toros, subirse a un avión con una cámara o colarse en un estadio de fútbol.
Hasta que Joana Biarnés hizo las tres cosas y cambió para siempre la historia de la fotografía en España.
Joana nació en Terrassa en 1935. Era hija de un fotógrafo deportivo y se crió entre cámaras, químicos y negativos. Por eso, con solo 18 años, empezó a colaborar con su padre como ayudante en partidos de fútbol, pero cuando quiso firmar sus propias fotos, llegaron los problemas.
En una España gris y machista, una mujer con cámara era un escándalo, los árbitros se negaban a dejarla entrar a los estadios, los jugadores la miraban con desprecio, los fotógrafos la insultaban desde la grada...
Pero Joana no se rindió y llegó a disfrazarse de hombre para entrar a cubrir un partido desde el césped, aguantando insultos, empujones y desprecios. Hasta que un día, una de sus fotos fue portada en toda la prensa y se convirtió en la primera mujer acreditada oficialmente.
Empezó a trabajar para la revista Pueblo, donde su mirada directa, humana y sin artificios la convirtió en algo más que una fotógrafa de noticias, porque retrataba lo que los demás no veían, lo que los hombres no se atrevían a mostrar o no sabían cómo.
Cubrió las grandes inundaciones de Valencia de 1957, se metió en hospitales, mercados, casas humildes, y documentó la vida con una sensibilidad inédita en la prensa del franquismo.
En los 60, su nombre ya era respetado en las redacciones, y su talento la llevó a París, donde fotografió a figuras como Coco Chanel, Dalí, Roman Polanski o Clint Eastwood, pero su sesión más mítica fue otra: los Beatles
En 1965, cuando los Beatles visitaron España, Joana logró colarse en su hotel gracias a su intuición, su desparpajo y una complicidad imposible de explicar, y les hizo fotos cenando, charlando, bromeando… imágenes que hoy son historia.
En una de ellas, Paul McCartney aparece bromeando con un gorro cordobés; en otra, Ringo le sirve agua como si estuvieran en casa... Joana no retrató ídolos, retrató personas, y eso la convirtió en única.
Pero en los años 70, algo cambió, ya que empezaron a pedirle que hiciera “montajes”, que preparara fotos falsas para crear noticias, y Joana, fiel a la verdad de su mirada, lo rechazó.
Viendo el rumbo que había tomado, se fue del periodismo sin hacer ruido, abrió un restaurante con su marido y durante décadas vivió en silencio, mientras su legado quedaba sepultado bajo el olvido.
Hasta que en 2014, un documental recuperó su figura y su obra, y España y el mundo redescubrieron a una mujer que había hecho historia sin pedir permiso, sin posar y sin fingir.
Joana Biarnés fue la primera, pero nunca quiso ser la única. Su legado es una lección de coraje, de dignidad profesional y de fidelidad a la verdad, incluso cuando todos a tu alrededor prefieren la mentira...
Así, es que se hace historias,en tiempos de mucho machismo.Hizo lo que tenía que hacer,sin pararle a los prejuicios de la época..
ResponderEliminar¡VALIENTE!