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martes, 18 de septiembre de 2012

José Tomás, ¿referente del toreo actual?

Después de su apoteosis en Nimes, el crítico taurino de ABC analiza la figura del maestro de Galapagar

El éxito rotundo de José Tomás en Nimes hace que se disparen los panegíricos. No es nada nuevo en Tauromaquia, un mundo tan pasional. Recuerdo el «Catecismo gallista» y la «Salve gallista», que comienza así: «Alabado seas Joselito, amo y maravilla del toreo...» Más cerca de nosotros, un crítico solvente escribió sobre un cambio de mano de José María Manzanares: «Va a pasar como el mejor que se haya realizado en los siglos de los siglos». Por eso, no es raro que algunos – exagerados, jóvenes o las dos cosas – digan ya que ésta ha sido la tarde más gloriosa de la historia de la Tauromaquia y que José Tomás es superior a Joselito y Belmonte...
 
La realidad indiscutible es que José Tomás es un gran torero y que el domingo, en Nimes, todo salió a pedir de boca: el público, los toros, la suerte de varas, las faenas, las cinco estocadas, los trofeos y, como guinda, hasta el indulto de un toro. Acertaron sus veedores al elegirlos; cumplieron bien su tarea las cuadrillas; mostró el diestro la necesaria variedad; eligió un camino clásico, no de alardes de valor que asusten al público; se entregó con la espada, tuvo el acierto – y la fortuna – de no necesitar ni un descabello...

Según eso, ¿es un referente del toreo actual? Sí, para bien y para menos bien. En esta segunda columna hay que anotar que se limita a cinco ganaderías (eran seis, antes de pelearse con Núñez del Cuvillo) , como el resto de las figuras actuales: Victoriano del Río, Jandilla, El Pilar, Parladé (Juan Pedro) y Garcigrande. Parece que no existan más.

El signo de los tiempos
Estas reses permiten que las toreen, de salida, sin necesidad de someterlas: a pies juntos, como si ya se hubieran picado. La suerte de varas es, cada vez, menos necesaria. Por desgracia. Estos toros suelen flaquear, están justos de fuerzas ( los seis de esa corrida) pero llegan nobles y suaves a la muleta. Es el signo de los tiempos: la estética prevalece sobre el dominio. El riesgo – ya lo señaló Ortega, hace décadas - es que disminuya la emoción, se llegue al manierismo.

Lo evita José Tomás – como las otras figuras actuales – porque tiene una clase fuera de lo común: toreó en Nimes con enorme facilidad y suavidad. Acertó al recuperar lances antiguos: largas, el quite a una sola mano (con ecos hasta de Joselito). Y muletazos clásicos: los ayudados flexionando la rodilla y el natural de frente (pura escuela sevillana).

Ha estado siempre obsesionado José Tomás por la figura de Manolete. De ahí viene su insistencia en hacer la estatua: gaoneras con el capote previamente situado a la espalda, «al atragantón»; estatuarios iniciales; manoletinas... Creo que podría ser mucho mejor torero, todavía, porque es perfectamente capaz de hacerlo, si siguiera habitualmente la línea clásica de dar distancia, adelantar la muleta y cargar la suerte. No olvidemos que muchos jóvenes diestros intentan imitarlo.
El silencio del torero

Fuera ya de la técnica taurina, José Tomás es un perfecto ejemplo de algo muy actual: la sabia utilización de los medios. Evitar la televisión, tan traidora, impide que se vean con frialdad los posibles defectos. El silencio, la negativa a cualquier tipo de declaración resulta ser, paradójicamente, la mejor propaganda, en una época de tanto barullo mediático. No es extraño, por eso, que, a propósito de él, se hable de misticismo o de mesías, más que de estrictas cualidades taurinas, que sólo apreciarían los que conocen la técnica. Así, se ha forjado un mito.

No es raro eso en un momento en que la presunta «literatura» contamina tantas crónicas. En Nimes, estos días, he leído que Javier Castaño no iba vestido de azul marino, como yo ingenuamente creía, sino de «profundidades abisales y oro»; o que José María Manzanares llevaba un vestido color «humo de la playa de Alicante». Es el signo de los tiempos...

¿Es bueno tanto barullo literario y mediático? A un viejo aficionado como yo le agrada poco pero acepto la sabia opinión del Viti: todo lo que aporte difusión a la Fiesta es bueno...

José Tomás es lo que Marcial llamaba un fenómeno del toreo. («Un ejemplo más que un modelo», en terminos de Eugenio d’Ors). Y un fenómeno muy de nuestro tiempo. Sí convendría que volviera a comparecer en las Plazas principales: es lo que siempre se ha considerado necesario para ser considerado primera figura. ¿Lo hará la próxima temporada? Ahora mismo, es la gran incógnita.

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