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viernes, 28 de diciembre de 2012

COLOMBIA - OPINIÓN

LA CAÍDA DE UNA LEYENDA

“Es respetable que algunos piensen que el toro no debe morir. Lo que más me gusta es torear, no la muerte”


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                                                                   César Rincón 


Santiago García Jaramillo

Aquella tarde del 6 de enero de 2003, en que la Monumental Plaza de Toros de Manizales se engalanó de blanco, en un lleno de no hay billetes, para recibir en su ruedo, mientras sonaban las notas del pasodoble Feria de Manizales, y los tendidos en pie daban una idílica ovación, al maestro Cesar Rincón, en un mano a mano de ensueño con Manuel Caballero y excelentes toros de la ganadería de Ernesto Gutiérrez Arango. Era yo joven por aquellos días, y de la mano de mi abuela disfrutamos de una corrida de toros que jamás olvidaré. 

Llegaba ese día a ver un torero, que ya era una leyenda viva, los relatos de mi Padre y de mi Abuela, de ese gran hombre que salió triunfante  un buen número de tardes en Madrid, como ningún otro, y que fue recibido como un verdadero héroe en Bogotá, me hizo soñar con lo que podría ser ese día. Y debo decir que no fue en vano, salí de la plaza, soñando ser torero, disfruté de un toreo excelso, en un hombre que superaba la adversidad de la enfermedad, para seguir ejecutando este arte con maestría. 

El tiempo fue corriendo, y el maestro ya también era ganadero, le vimos despedirse de los ruedos con gallardía, con la frente en alto, y esperamos seguir viendo en él un matador de toros, un maestro, pues no sólo se es torero en el ruedo, se debe tener torería en la vida diaria. Pero a medida que los días pasaban los rumores corrían, en corrillos taurinos se hablaba de ambiciones desbordadas, que incluso podrían llevar al Maestro a proponer dar corridas incruentas. Debo decirlo, que viendo a un hombre que se entregaba en el ruedo, que luchaba y toreaba con verdad, pensé que así debía ser su actuar personal, y siempre creí que esto no eran más que chismes de pasillo, en un complejo mundo donde el rumor suele desinformar. 

Pero llegó el 2012, y Bogotá recibió al déspota Alcalde Gustavo Petro, quien prohibió ilegalmente las corridas de toros. Ese nefasto día, esperé un contundente pronunciamiento del Maestro que ha llamado a Bogotá su hogar, las horas pasaban y llegaban mensajes de El Juli, Diego Silveti, Miguel Ángel Perera, Luis Bolívar, José María Manzanares… los días avanzaban y llegaba la solidaridad del Nobel Mario Vargas Llosa, del Maestro Fernando Botero, y de un sinnúmero de toreros, y para mi sorpresa ese torero a quien yo admiraba, y que me hizo soñar con ser matador de toros, guardaba un silencio que ya no parecía desinformación, sino complicidad. 

Felipe Negret alzaba su voz, como aficionado y no como empresario, ante una medida despótica, para sorpresa de un sector de la afición que pensó que preferiría conservar su contrato, el cual Petro le ofreció prorrogar por 10 años si violaba la Ley y la tradición y ofrecía corridas incruentas, pero el Doctor Negret prefirió liderar la defensa de la libertad, la legalidad y la tradición taurina por encima de simples intereses económicos. La afición, a veces apática y silenciosa, hizo lo suyo, e interpuso una acción Popular contra la Alcaldía y el IDRD, donde exigen se reabra la Plaza de Toros de Santamaría, eso sí, para corridas que incluyan los tres tercios… y mientras tanto, El Maestro Rincón, guardaba silencio. 

Hoy cuando se abre una luz en el horizonte, con la Sentencia C-889/12 y los taurinos, debemos exigir que se cumpla íntegramente, es decir que no se prohíban los toros en las Plazas permanentes, ni se exijan requisitos adicionales a los de la Ley 916/04 producto de los caprichos de los Alcaldes, el Maestro Rincón rompió su silencio en Caracol Radio, y no únicamente para exigir el cumplimiento inmediato de la sentencia, sin condiciones, como eliminar la pica, la banderilla y la muerte, sino para decir que: “Es respetable que algunos piensen que el toro no debe morir. Lo que más me gusta es torear, no la muerte”.  Sí al Maestro Rincón no le gusta el rito taurino en su integralidad, no merece llevar el nombre de matador de toros, y parece olvidar y no sentirse orgulloso de aquella actividad que todo le dio y que a tantos nos inspiró. 

Con estas declaraciones el Maestro Rincón, parece abrir una puerta para que llegue a Bogotá esa mentira del incruentismo, donde el animal muere apuntillado en un chiquero o en un matadero, a mansalva, sin dignidad, y sin el respeto que merece la razón de ser de la fiesta taurina. Parece llamar el Maestro Rincón a replicar el fallido modelo de Quito, que llevó al fracaso de la temporada, en un momento en que la Corte Constitucional y la Ley avala la actividad taurina  en su integralidad sin ambages.

En mi mente se mantendrá la imagen de Cesar Rincón en la Plaza de Manizales, en la Plaza de Santamaría y en los videos que no me canso de ver en Madrid, a ese torero lo respeto y lo admiro. Pero a este Rincón que habló hoy en la radio, que parece poner sus ambiciones personales por encima de la tradición taurina, lo desconozco, y lo critico con vehemencia, y lo invito a que en lugar de seguir haciendo declaraciones que le hagan más daño a la fiesta, vuelva al cómodo silencio en que se encontraba.

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