“Es respetable que algunos piensen que el toro no debe morir. Lo que más me gusta es torear, no la muerte”
César Rincón
Santiago García Jaramillo
Aquella
tarde del 6 de enero de 2003, en que la Monumental Plaza de Toros de
Manizales se engalanó de blanco, en un lleno de no hay billetes, para
recibir en su ruedo, mientras sonaban las notas del pasodoble Feria de
Manizales, y los tendidos en pie daban una idílica ovación, al maestro
Cesar Rincón, en un mano a mano de ensueño con Manuel Caballero y
excelentes toros de la ganadería de Ernesto Gutiérrez Arango. Era yo
joven por aquellos días, y de la mano de mi abuela disfrutamos de una
corrida de toros que jamás olvidaré.
Llegaba
ese día a ver un torero, que ya era una leyenda viva, los relatos de mi
Padre y de mi Abuela, de ese gran hombre que salió triunfante un buen
número de tardes en Madrid, como ningún otro, y que fue recibido como un
verdadero héroe en Bogotá, me hizo soñar con lo que podría ser ese día.
Y debo decir que no fue en vano, salí de la plaza, soñando ser torero,
disfruté de un toreo excelso, en un hombre que superaba la adversidad de
la enfermedad, para seguir ejecutando este arte con maestría.
El
tiempo fue corriendo, y el maestro ya también era ganadero, le vimos
despedirse de los ruedos con gallardía, con la frente en alto, y
esperamos seguir viendo en él un matador de toros, un maestro, pues no
sólo se es torero en el ruedo, se debe tener torería en la vida diaria.
Pero a medida que los días pasaban los rumores corrían, en corrillos
taurinos se hablaba de ambiciones desbordadas, que incluso podrían
llevar al Maestro a proponer dar corridas incruentas. Debo decirlo, que
viendo a un hombre que se entregaba en el ruedo, que luchaba y toreaba
con verdad, pensé que así debía ser su actuar personal, y siempre creí
que esto no eran más que chismes de pasillo, en un complejo mundo donde
el rumor suele desinformar.
Pero
llegó el 2012, y Bogotá recibió al déspota Alcalde Gustavo Petro, quien
prohibió ilegalmente las corridas de toros. Ese nefasto día, esperé un
contundente pronunciamiento del Maestro que ha llamado a Bogotá su
hogar, las horas pasaban y llegaban mensajes de El Juli, Diego Silveti,
Miguel Ángel Perera, Luis Bolívar, José María Manzanares… los días
avanzaban y llegaba la solidaridad del Nobel Mario Vargas Llosa, del
Maestro Fernando Botero, y de un sinnúmero de toreros, y para mi
sorpresa ese torero a quien yo admiraba, y que me hizo soñar con ser
matador de toros, guardaba un silencio que ya no parecía desinformación,
sino complicidad.
Felipe
Negret alzaba su voz, como aficionado y no como empresario, ante una
medida despótica, para sorpresa de un sector de la afición que pensó que
preferiría conservar su contrato, el cual Petro le ofreció prorrogar
por 10 años si violaba la Ley y la tradición y ofrecía corridas
incruentas, pero el Doctor Negret prefirió liderar la defensa de la
libertad, la legalidad y la tradición taurina por encima de simples
intereses económicos. La afición, a veces apática y silenciosa, hizo lo
suyo, e interpuso una acción Popular contra la Alcaldía y el IDRD, donde
exigen se reabra la Plaza de Toros de Santamaría, eso sí, para corridas
que incluyan los tres tercios… y mientras tanto, El Maestro Rincón,
guardaba silencio.
Hoy
cuando se abre una luz en el horizonte, con la Sentencia C-889/12 y los
taurinos, debemos exigir que se cumpla íntegramente, es decir que no se
prohíban los toros en las Plazas permanentes, ni se exijan requisitos
adicionales a los de la Ley 916/04 producto de los caprichos de los
Alcaldes, el Maestro Rincón rompió su silencio en Caracol Radio, y no
únicamente para exigir el cumplimiento inmediato de la sentencia, sin
condiciones, como eliminar la pica, la banderilla y la muerte, sino para
decir que: “Es respetable que algunos piensen que el toro no debe
morir. Lo que más me gusta es torear, no la muerte”. Sí al Maestro
Rincón no le gusta el rito taurino en su integralidad, no merece llevar
el nombre de matador de toros, y parece olvidar y no sentirse orgulloso
de aquella actividad que todo le dio y que a tantos nos inspiró.
Con
estas declaraciones el Maestro Rincón, parece abrir una puerta para que
llegue a Bogotá esa mentira del incruentismo, donde el animal muere
apuntillado en un chiquero o en un matadero, a mansalva, sin dignidad, y
sin el respeto que merece la razón de ser de la fiesta taurina. Parece
llamar el Maestro Rincón a replicar el fallido modelo de Quito, que
llevó al fracaso de la temporada, en un momento en que la Corte
Constitucional y la Ley avala la actividad taurina en su integralidad
sin ambages.
En
mi mente se mantendrá la imagen de Cesar Rincón en la Plaza de
Manizales, en la Plaza de Santamaría y en los videos que no me canso de
ver en Madrid, a ese torero lo respeto y lo admiro. Pero a este Rincón
que habló hoy en la radio, que parece poner sus ambiciones personales
por encima de la tradición taurina, lo desconozco, y lo critico con
vehemencia, y lo invito a que en lugar de seguir haciendo declaraciones
que le hagan más daño a la fiesta, vuelva al cómodo silencio en que se
encontraba.
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