Escrito por ELCHOFRE
Dado que se nos vienen encima el otoño y el invierno, momentos más
que estupendos para las charlas y los debates porque la temporada se
paraliza, entendemos que es oportuno aprovecharlos para hablar de cosas
que como aficionados nos interesan, tanto a los antiguos, como a
quienes se acerquen por primera vez a nuestra Fiesta de los toros, es
por ello que en El Chofre queremos ir planteando aquellas cuestiones que
consideramos básicas en el conocimiento y desarrollo de lo que es la
Tauromaquia. La Tauromaquia es el arte y la técnica de lidiar toros, tanto a pie como a caballo, y se remonta a la Edad de Bronce.
Su expresión más moderna y elaborada es la corrida de toros, una fiesta que nació en España en el siglo XII y que se practica también en Portugal, sur de Francia y en diversos países de Hispanoamérica como México, Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador y Costa Rica.
En
sentido amplio, la tauromaquia incluye además todo el desarrollo previo
al espectáculo como tal, desde la cría del toro a la confección de la vestimenta de los participantes, además del diseño y publicación de carteles
y otras manifestaciones artísticas o de carácter publicitario, que
varían de acuerdo a los países y regiones donde la tauromaquia es parte
de la cultura nacional.
Por supuesto que es un tema muy amplio
que requiere la colaboración de quienes estemos interesados en ello.
Empezamos por el protagonista: EL TORO.
Que es un toro bravo o como saber si en el ruedo hay un toro bravo.
Muy recomendable para distribuir por esas plazas de Dios. Pero en
especial en las de primera categoría, Madrid y Sevilla, hace muchos años
que se perdieron los aficionados que sabían distinguir un toro bravo de
una borrega domesticada, aunque alguno queda, aficionados digo porque
toros hace años que también han desaparecido, o no se le ha visto.
Alguno medio bravo ha salido sobre todo en Madrid, pero eso, ni lo han
olido.
1.- Características de un toro bravo.
Desde
hace más de veinte años, se viene dando por bueno todo lo que sale por
chiqueros. Para ello los públicos aceptan todo aquello que las
exigencias de las figurillas del toreo moderno, obligan a comprar a los
empresarios, previo convencimiento de estos torerillos a los ganaduros a
través de sus conversaciones en los tentaderos y de los plumillas
vendidos al taurineo y que en las últimas décadas, han sido casi todos.
Ingenuamente
y debido a nuestros gustos y seguimiento de nuestros torerillos
preferidos nos olvidamos de lo que siempre ha sido un toro bravo y no
nos cuestionamos o mejor dicho no ponemos en cuestión todas las
manipulaciones a la hora de la selección, que se le puede hacer a un
animal.
Solo tenemos que mirar los caballos, perros, pájaros
etc, es decir todo lo que la capacidad del hombre con su inteligencia
puede hacer con un animal. Esto no excluye a los toros, porque incluso
en el transcurso de la lidia, se le puede amaestrar o mejor dicho se le
puede ir enseñando a cambiar su comportamiento que no deja de ser una
forma de adiestramiento, y además ese es el objetivo último de una lidia
preparar el toro para la muerte. Pero dejemos esto para otro capítulo,
vayamos al adiestramiento del toro de lidia en sus orígenes, desde que
nace.
Si
la morfología la da el padre, es decir el toro y los genes y el
comportamiento la madre, es decir la vaca, queda claro que ya desde que
es engendrado el ganadero sabe lo que quiere y cuales quiere que sean
las madres. Y lo saben por la manera en la que ha seleccionado esas
madres, es decir, todo lo que se hace con cualquier especie salvando las
distancias.
Se sabe de toda la vida que si una ganadería de
bravo se va dejando sin selección es una de las formas que se pierda la
bravura o mejor dicho, si un animal de lidia es manejado por el hombre
como una mascota conviviendo con él, la conducta de ese animal se
modificará no tanto ya en él, que también, sino en su descendencia.
Estas afirmaciones pueden comprobarse en infinidad de escritos de
ganaderos y comprobando todas las vivencias del reino animal.
Hay
una fórmula que saben todos los ganaderos del mundo, incluidos los
ganaduros porque son las que más la emplean: FENOTIPO=
GENOTIPO+AMBIENTE. Por aclarar un poco más, sin aburrir con términos
demasiado científicos, y sacándolo de enciclopedias diremos que “Un
fenotipo es cualquier característica o rasgo observable de un organismo,
como su morfología, desarrollo, propiedades bioquímicas, fisiología y
comportamiento. La diferencia entre genotipo y fenotipo es que el
genotipo se puede distinguir observando el ADN y el fenotipo puede
conocerse por medio de la observación de la apariencia externa de un
organismo”.
Con esto queremos decir que también los toros se
seleccionan en bravo o en otra cosa. Para saber distinguir un toro bravo
de esas otras cosas veamos en un momento cuales son las características
que debe tener un toro bravo.
Primer tercio, de salida: Sale
con la cabeza alta, con alegría y fijándose en todos los estímulos de
la plaza. Remata en tablas o mejor dicho en los burladeros. No toma las
tablas, ni barbea (dicho del toro: andar a lo largo de las tablas,
rozándolas con el hocico, como olfateando y buscando la salida del
ruedo). Se va a los cites de los engaños, arrancándose en todos los
terrenos. No escarba ni busca pasto. Galopa siempre hacia adelante, no
retrocede ni se acula y presenta una embestida recta y franca.
-En el capote: Toma
el engaño con la cabeza baja. No levanta la cabeza en la salida
excesivamente. Fijeza en el engaño con una embestida recta y templada,
con las manos galopando sin echarlas por delante. No puntea los engaños,
no salta, berrea ni bufa y no corta el terreno a la salida del engaño.
No se cierne por ningún pitón, repitiendo la embestida sin huir de los
lances. Se aquerencia en el centro del ruedo y aunque ese es su terreno,
acude a los cites.
-En la suerte de Varas.
Continúa con fijeza y acude pronto a los engaños, arrancándose de
lejos, recto sin ayuda de los capotes. En el embroque con el caballo,
sigue embistiendo con la cabeza baja, no calamochea ni campanea, no
golpea el estribo, ni por supuesto intenta quitarse la vara subiendo la
cabeza doliéndose.
Durante la pelea empuja hacia adelante resuelto,
aumentando durante ella la acometividad y pujanza. No se sale suelto del
caballo, no rehúye la pelea ni se repucha. Recarga metiendo los riñones
mostrándose duro y se crece al castigo. Romanea, (levanta el caballo),
derriba, tomando la vara contra la querencia de chiqueros. Se mantiene
con la boca cerrada, no muge ni escarba y por supuesto, no cocea ni se
descompone al final del tercio.
Vamos con el segundo tercio.
Por supuesto que seguirá con las mismas características anteriores,
sigue creciéndose y se va a los cites con claridad y codicia sin acortar
por ninguno de los pitones. Sigue arrancándose de largo con la
embestida recta y haciendo hilo con el banderillero a la salida de la
suerte. Sigue sin berrear, cocear, ni por supuesto doliéndose,
terminando el tercio sin quebrantos ni resabios.
Es importante
decir que es en este tercio en donde más suelen cambiar los toros su
comportamiento. Para que esto no ocurra, es primordial que se haya
lidiado bien al toro hasta aquí. Si la lidia no se ha hecho bien, los
toros bravos se taparán, se defenderán, desarmarán, puntearán la muleta,
irán con la cara alta. Se puede volver reservón, incierto, receloso con
la muleta, derrotón. Para ello el banderillero no entrará en falso, se
banderilleará por ambos lados, reduciendo a lo mínimo los capotazos que
se le den al toro en su colocación.
Tercer tercio:
Sigue con los comportamientos anteriores, humillando en el engaño y con
nobleza, no hay que porfiarle para que se arranque (no a lo de ¡he, eh,
eh, eh!). No sale suelto del engaño, repitiendo la embestida doblándose
bien por ambos lados.
No se va suelto a la salida del pase, no
se queda a mitad de éste ni lo acorta. Sigue con la boca cerrada,
mantiene la pelea hasta el final, sin taparse y muere en el centro del
ruedo.
Bueno pues esto es un toro bravo. Y esto es la
perfección. Tristemente vemos todas las tardes en la mayoría de las
plazas otra cosa o mejor dicho toros que hacen todo lo contrario. Como
se puede observar en las miles de fotografías y videos de todas las
temporadas, lo que sale por chiqueros no es un toro bravo, es un
perritoro que va y viene, que desde que sale por chiqueros está con la
boca abierta y lenguarón, que hay que citarlo trescientas veces con el
zapatillazo o el ¡he, he, he!. Esto en definitiva es consecuencia de la
selección de ese animal en la ganadería.
Cierto es que aún intentando seleccionar en bravo, lo normal es que no se consiga un toro bravo. Pero eso es otro tema.
Ayuda: RAE y el Cossio.
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