OPINIÓN TAURINA
Óscar
López Gamboa*
En esta
temporada 2013-2014, de engaños, fraudes y una muy buena colecta de dólares en
las distintas plazas y placitas de nuestra geografía taurina, los honores le
corresponden a Julián López El Juli, quien tomando como pretexto el estar
festejando sus quince años de alternativa, está dándose vuelo toreando
encierros de remedos de toros en las ciudades dónde se ha presentado, tales
como la propia plaza México, Tijuana, Mexicali, Querétaro, Zacatecas,
Guadalajara, etcétera; demostrando el menor respeto hacia los aficionados de
ésas entidades y como recompensa o desagravio para aquellos aficionados, ha sumando fracasos en todas ellas y como dice
el refrán “al que obra mal, se le pudre
la conciencia” ya el año pasado, le sucedió lo mismo al torero Enrique
Ponce, quien se regresó a su terruño con la cola entre las patas.
Estos
ganaderos han logrado producir un toro de lidia después de tantos años de un
irrespetuoso y convenenciero manoseo genético, acorde a sus propios intereses y
al gusto dé disque figuras del toreo de importación y, por supuesto a las nuevas generaciones de
aficionados a los que gusta más del toro que aparenta serlo con muchos kilos,
dócil, bobo, demasiado suave al embestir
es decir caminando, con una
mansedumbre manifiesta, con apenas una
gota de bravura, cornamentas mínimas para no ser peligrosos, y de ser posible,
no picarlos para que puedan soportar faenas largas y vistosas según ellos. Con
estos resultados tan nefastos y negativos, han
llegado a crear un deplorable y
nefasto clon en pocas palabras, un “frankenstein”,
del otrora hermoso y majestuoso toro de lidia que al verlo aparecer en los
alberos de las plazas causaba admiración y algarabía de los aficionados en los
tendidos a aquel arrogante bovino con
sus verdaderos años bien cumplidos, con aquella bravura primigenia de la que
proceden, con sus hermosas y armónicas cornamentas bien desarrolladas propias
de sus edad, con el tonelaje idóneo, también propio de la edad y todo ése conjunto de atributos naturales de
su estirpe zootécnica debida y cuidadosamente aún, manejada por verdaderos,
escrupulosos y honestos ganaderos del toro bravo mexicano, dan al toro, el trapío mismo que crece en la plaza con
la condición del toro, creando con ello, un innegable aspecto de seriedad y
respeto en la fiesta.
En un
artículo que apareció en el portal de Mundo-toro el 19 de este mes, escrito
por Carlos Ruiz Villasuso, que lo
intitula El tamaño del toro, el tamaño
del toreo en él entre otras cosas señala: que percibe unos
movimientos de salubridad social o de cambio, tanto en España como en México, y
en ambos casos, el cambio ha de ser hacia una dirección. ¿Cuál es ésta? Pues de
eso se trata.
De decidir que fiesta deseamos, hacia quién la
vamos a dirigir, que queremos ofrecer.
Asimismo,
manifiesta coincidiendo con mis argumentos,
al tamaño del toro, chico o grande, dice no es mal
de tamaño sino mal de origen y de bravura. Que México, sufre en apariencia por
el tamaño del toro pero que eso es una cortina de humo ya que el problema real,
reside en la escasez de bravura de forma continuada en las ganaderías por el
mal manejo de muchas ganaderías. También expresa que allá en
la península ibérica el enquistado debate que existe en nuestro país sobre el
tamaño del toro, los ganaderos españoles, lo resolvieron a
principios de los años setenta aumentando la genética hacia lo grande.
Es
innegable que la competencia y concurso de toreros españoles en nuestras
plazas, es necesaria más no indispensable sobre todo, cuando estos aporten a
nuestra fiesta ética, profesionalismo, y respeto lidiando encierros con edad,
peso y trapío como lo hacen en España y Francia, pero no es así y con ello, lo
único que aportan, es deshonestidad y ventajas. Además para poder sufragar sus
altos honorarios los empresarios mexicanos, suben demasiado el costo de las
entradas por lo que prácticamente este tan devaluado espectáculo, se ha
convertido únicamente para pudientes de ahí, que las plazas luzcan casi vacías
y obvio quién pierde, es el empresario, y el poco público que pagó por
presenciar una verdadera corrida de toros pero no es así y estos diestros
tramposos, felices de la vida recogiendo divisas mal habidas, para llenar sus
talegas de billetes.
Con todas
estas situaciones negativas que privan en la actual Fiesta de los Toros, se ha venido desterrando sistemáticamente de
las plazas, al público prueba de esto, son las paupérrimas entradas que ha
habido en esta temporada, en todas las plazas de la república, donde se están
celebrando corridas ya no de toros sino de clones.
En quienes está la solución para devolverle a nuestra fiesta la seriedad y
verdad que urgentemente necesita; está en las manos de los protagonistas de la misma de no ser así, está definitivamente condenada
a desaparecer, más pronto de lo que se imaginan sus verdugos.
26 de noviembre
de 2013.
*Ex Juez de Plaza Calafia.
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