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viernes, 23 de mayo de 2014

El Juli: «Si no hubiese sido torero, habría estudiado medicina»

Tras dos años de ausencia, la figura madrileña regresa hoy a San Isidro

Cada cita, un sueño. Incluso en las arenas más movedizas, incluso en aquellas donde su férreo polvo dibujó una amargura en su trayectoria de figura de época. El lema de la temporada «más especial» para El Juli se agiganta en el Madrid de sus duermevelas. «Es la plaza más difícil y complicada de triunfar para mí, la que más me ha costado pero a la vez la que más satisfacciones me ha dado. Para mí es un sueño volver. Poder expresar mi tauromaquia en Madrid es una motivación y un gusto, con toda la responsabilidad que conlleva».

¿Feliz en Las Ventas pese a tanto sufrimiento? «Lo positivo que tiene supera a todo lo demás». De nuevo, el verbo soñar... «Con pisar esa plaza, con poderme sentir, que la gente se emocione; es una oportunidad única para cualquiera que desee ser torero», señala. 

 
 
Pese a su treinteañera juventud, la madurez de su carrera le hace descifrar el secreto de un balance glorioso. «Con el paso del tiempo, te das cuenta de que la clave es salir a disfrutar. Muchas veces en este tipo de plazas sentimos tanta presión que al final esas ansias de triunfo no nos permiten expresarnos artísticamente. Quiero salir a gusto de Madrid. ¿Sabe? Es imposible marcharse a hombros y no estar bien, pero lo esencial es estar a gusto, disfrutar de verdad y que aquello no se convierta en un toma y daca por llegar a la meta. Este San Isidro tengo la oportunidad de expresar mi toreo y que Las Ventas se sienta identificada con mi tauromaquia. Si hay conexión, todo lo demás llega...»

El Juli pone al desnudo sus sentimientos sobre la Cátedra del Toro frente a la Facultad de Medicina de la Complutense. «Si no hubiese sido torero, me hubiese gustado ser médico para ayudar a los demás, con toda la responsabilidad que conlleva, pues tienes la vida de los otros en tus manos». Pero en su destino, ya desde niño, estaba escrito que sería él quien se la jugaría para ser torero. «Parecía invadido por el espíritu de Gallito», cuenta su hermano en «El Juli, sin comillas», publicado recientemente por Espasa.

Naturalizar la Fiesta

En ese libro y en su día a día, la figura madrileña recalca su objetivo de introducir el toreo en la Universidad. «Aquí se forja el futuro y es donde los jóvenes se forman en cualquier disciplina. Ha sido un poco frustración no ser universitario por cuestiones profesionales y personales. Y quiero que la juventud que aquí estudia tenga la oportunidad de conocer la importancia cultural y los valores de la Tauromaquia. Creo que hay que naturalizar la Fiesta, y enseñar que no es traumática ni violenta, aunque lógicamente sea dura». Simulando al conjunto escultórico «Los portadores de la antorcha», famoso símbolo de la Complutense, El Juli persigue entregar una alumbrada tea de conocimientos taurinos a la savia nueva de la sociedad. Lamenta «el descuido del mundo del toro en comunicación». «Creo que ha sido el gran fallo -subraya-. La gente no conoce lo que significa el toreo cultural, laboral o medioambientalmente. Es un empeño que tengo y por el que estoy haciendo un esfuerzo de mi propia economía por el bien futuro de la Fiesta».

Más feliz que nunca

Mientras camina por el campus y se dirige al «ruedo» de Periodismo para clausurar un curso taurino, observa el cielo capitalino, aquel al que se abrazó tras su faena de 2007 a «Cantapájaros», el toro de Victoriano del Río con el que se reencontró con el camino iniciado frente a «Desván». «A partir de esa faena en Vistalegre -desvela- empiezo a ser el torero que quiero ser, pese a que el recorrido fue ingrato y hubo incomprensiones. “Cantapájaros” consolidó ese proceso de cambio. Y ahora es cuando más feliz me siento, porque hubo un momento en que era el que más dinero ganaba pero no me sentía del todo realizado». Con todo ganado ya y con una familia formada, la necesidad íntima y «una vocación que supera a cualquier otra cosa» le impulsan a mostrar su yo más torero, inexorablemente unido al de hombre. «Como mejor me expreso es toreando. En la vida social es distinto, pero delante del toro no te para nadie, porque muestras tu lado más salvaje».

El Juli, así, sin comillas y al natural, nos confiesa que está loco por volver a pisar las arenas de su ciudad. Este viernes seguirá su particular ritual: «Pensar mucho y escuchar música en soledad. Es un día muy para mí, para estar solo y reflexionar». Y navegar despierto en la temporada en la que cada puerto embarca un sueño.

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