FAENÓN DE PERERA
PUERTA GRANDE CON TRES OREJAS
Se consagra en
Madrid un enorme, poderoso, excelso y templado torero….¡Qué torerazo!
Javier Adrados –
El Albero
Encierro de
Victoriano del Rio, que en horas de la mañana recibía el premio al mejor
encierro del año anterior, bien presentado y muy desigual juego, el cuarto un
marrajo. Un sobrero de Zalduendo manso de solemnidad.
Miguel Ángel
Perera comenzó ovacionado con chicuelinas despaciosas y muy ajustadas. En los
medios comenzó la faena bajando la mano, muy despacio y ligando e hilvanando
series de antología; que ritmo, que compás, que empaque, que manera de
embraguetarse. Se
cruzó siempre al pitón contrario, invadió los terrenos del toro, le enseñó la
muleta y tiró de la embestida para vaciarla largo y siempre por los adentros. El de la Puebla de Prior está
extraordinario instrumentando un faenón que encandila a los tendidos. Se
perfila y agarra un espadazo algo contrario pero muy efectivo; fuerte ovación,
mar de pañuelos y dos orejas ganadas a ley en una impecable ejecución y
planteamiento.-
En el sexto el
extremeño entregado y Las Ventas entregada al torero. El toro de distinta
condición, de corta embestida, le hace pasar y alarga el brazo, soberbio e
inteligente Perera. Otro espadazo, gran ovación y una oreja para el esportón. Otra
Puerta Grande y ya suma tres en Madrid más la que consiguió como novillero.-
El Juli, tuvo que
pechar con el manso y rajado de Zalduendo, lo intentó con un inicio de faena
muy lúcido y todo prometía hasta que en
la segunda tanda el toro se siente podido y se raja de forma descarada buscando
la querencia de las tablas. Habilidoso consigue una entera de efecto inmediato.
En el cuarto, con
toda la vergüenza torera, tiró de oficio con un complicadísimo y peligroso
ejemplar de Victoriano que desarrolló mucho sentido, un verdadero marrajo.
José María
Manzanares no se ajustó en su faena y recibió pitos del respetable en su
primero que era potable; a raíz de lo cual y en una tanda al natural se lo
embraguetó, dio tiempo al morlaco y midió la faena. Un estoconazo al segundo
viaje efectiva y sin puntilla para escuchar una ovación. El quinto no tenía posibilidades; agarró otro espadazo con
facilidad y escuchó silencio.-
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