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lunes, 21 de julio de 2014

Toros No es de Camas, pero huele a Romero

No es de Camas, pero huele a Romero. José Ruiz Muñoz, cosecha del 95 y de bautizo gaditano en Puerto Real, maravilló en su debut en Santander. Si a la tercera va la vencida, hubo que esperar a su paseíllo número tres para alzarse con el triunfo, coronado con una ramita de esas que tantas veces aromatizaron las vueltas al ruedo de su tío abuelo. Y allí estaba Curro, en una barrera, sonriente desde que su sobrino nieto dibujó verónica y media con un capotillo de talla S. ¡Fuera manteles de familia numerosa! Otra media en el quite con mucho sabor. Como el comienzo de obra. ¡Qué bendición ver a un chaval con su personalidad! Vertical la figura, pero acompañando siempre, el pecho ofrecido y el mentón hundido. A derechas e izquierdas aprovechó las calidades. Mejor a estribor con un noble y estupendo novillo de Juan Pedro Domecq/Parladé, que lidió un conjunto desigual y con opciones.

Carmen Tello se hartó de aplaudir desde la barrera. Y los tendidos al unísono -casi llenos en una novillada, tomen nota-, que corearon oooles cuando José remataba los pases de pecho hasta la hombrera contraria. Fluyeron los cambios de mano, los adornos caros y un torerísimo epílogo. Todo con naturalidad, sin imitaciones. La llamada de la sangre. El latir de la torería. No falló ni la espada, que se hundió contraria con lentitud y abrió las compuertas de las dos orejas. 

Agua y vida otra vez en el potable sexto, ante el que volvió a sorprender con su despaciosidad y su sentido de la medida. Se adivinaron las carencias lógicas por el breve oficio, pero queriendo hacer el toreo bueno. El de ayer y el de hoy. El que no pasa de moda.

Quien sí anda sobradísimo es José Garrido, al que la presidencia birló un trofeo después de una faena en la que ligó y templó al boyante quinto, con una entrega total. Valiente y capaz se mostró también frente al segundo, que sangró una barbaridad y embistió sin clase. El extremeño aguantó con firmeza y superioridad. Solo el acero empañó su apabullante actuación.

Fernando Rey arrebató una oreja del bravo cuarto tras una arrolladora labor, en la que faltó acople de tanta revolucionada ansia de triunfo. Con el primero, noble pero que se revolvía presto, la disposición fue su marca. 

Al filo de las nueve, el reloj, parado y sin pulso, presenciaba la salida a hombros de José Ruiz Muñoz. Con permiso y en el nombre de Curro, José Romero.

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