No esperaba el temple la música que desoyeron los muletazos templados del nuevo Talavante. Tampoco la esperaba el instinto triunfal de un Fandi encajado…
MARISA FERNÁNDEZ, Jaén
Vivió Jaén en silencio lo que dos toreros de trayectoria dispar pero de sueño conjunto camelaron sobre la arena. Sació su hambre taurómaca, en la tarde de ayer, la afición jiennense con el altar del Curro que todavía pervivía, pero fue el nuevo Talavante -el del natural encajado y el mentón pleno de gracia, el de la planta erguida y la muleta plana, el de el epílogo español para una partida inminente al clima hidrocálido de la inspiración- el mismo con el que Jaén pudo soñar el toreo. Aún sin música. Que la puso El Fandi en su triple entrega, en su triple condición de torero maduro, en su triple muletazo templado a pesar de los "diretes" del sistema y en su triple corazón ofrecido al que paga su entrada. También en su cuádruple premio, que le otorgó la Puerta de los valientes junto a Alejandro.
Desencajó la condición del segundo un Talavante pleno de corazón y lleno de la ilusión que necesita un torero al acabar la temporada. Tuvo su izquierdo el de Cuvillo y tuvo su izquierda el de Badajoz. Y su temple capotero: lo llevó sobadito de inicio, a pesar del auténtico desconcierto de la lidia y el caos de los de plata palitroques en mano. Talavante lo vio claro tras pedir preceptivo permiso y comenzó a torear al natural, dejando una impronta reposada, ajustada, bella y con la enjundia de los que saben esperar. Lo hizo y cortó una oreja. La otra cayó en el sexto, un toro feo de hechuras con el que selló su mejor versión capotera. Huía el de Joaquín de los embroques y Talavante se empeñaba en decirle que la pelea estaba en su taleguilla. Buscó lo excelso y encontró lo natural, también con la mano izquierda.
También fue de derechas el cierraplaza y, a pesar de los enganchones intermitentes, cayó a la música hundiendo la propia muleta sobre la arena andaluza, sonsacando eternos olés que dieron sentido a su final de campaña. La cadencia, la despaciosidad y el poso del nuevo Talavante, rubricados con cuatro manoletinas que clavaron su concepto con el dardo del valor, sentenciaron que ésta había sido la temporada de su madurez. Haciendo callar a todos.
Pero no hay bella historia sin malvado capítulo: ese llegó en el cuarto, en el que le birlaron desde el palco un merecido trofeo a Alejandro. Con el capote anduvo suave y gustándose, pero el toro no fue como su hermano anterior. Pudo exigirle, pero siempre lo sometió muchísimo y con la cara muy tapada, pues cuando salía del muletazo buscaba siempre las tablas y la lidia hacia los adentros. Talavante lo aguantó con la izquierda en el centro del ruedo, en muletazos de mucha plasticidad, con mucho gusto y estética. Con la derecha dejó una tanda que, aun no siendo limpia, sí tuvo su punto de gusto y transmisión. Fue una faena de mucha personalidad, dejando con la espada una media trasera que no necesitó descabello.
La escena brava de la función llegó en la lidia del tercero: con mucha suavuidad lo lanceó un Fandi que sabe que, aun con premios y premios en la mano, el toreo caro es de búsqueda y encuentro. Y lo sigue buscando y lo está encontrando cada tarde David. Recibió "Majoreto" un fortísimo puyazo en su sitio, momentos de retina encajada por la escasez de la instantánea. Y llegó el gallo Talavante parta quitar por chicuelinas y un bravo Fandi replicó por el mismo palo...pero de rodillas. Cosas de duelos silentes. Cuatro pares de banderillas de poder a poder sellaron su compromiso antes de brindar al cielo: de rodillas, citando de largo y recetando seis derechazos por bajo exprimió los aplausos de Jaén. Tras una gran estocada, el toro y se fue a los mismos medios a morir rubricando así un final de bravo.
Buena presencia tenía un primero al que Fandi recibió con largas de rodillas, muy templadas, para hundirle la mano posteriormente muy baja al toro de inicio. Aguantó en banderillas el de Cuvillo y ejecutó la suerte con su particular espectacularidad el granadino. Ante su muleta se vino un punto abajo el de Núñez, y aunque tenía mucha clase le faltaba un punto de tranco para empujar con brillantez. Tenía la oreja en su mano tras pasaportar con voluntariedad al astado, pero una estocada defectuosa se la quitó de en medio, dejando todo en palmas. En el quinto El Fandi aseguró la Puerta Grande, cortando dos orejas y estando variado con el capote. Hizo un quite por navarras que encandiló al público, y en banderillas el jabonero se mostró complicado. Brindó a Talavante en un largo parlamento, y con la franela el toro tuvo transmisión, obligando a El Fandi a plantear una faena maciza, con toreo fundamental y exprimiendo todo lo que pudo del toro. Circulares, molientes y desplantes de rodillas fueron las delicias del público jiennense, pero al final el toro quería huir e la pelea, y en terrenos de tablas epilogó el granadino faena.
Fue tarde de silente oración, de enjundia subterránea, de disfrutar cada natural como si fuera el último. Y fue tarde de espera: amarga debe ser la ilusión del aficionado de a pie en la ciudad, pues un año es largo bagaje para atender otro deleite de borrachera taurómaca. Habrá que esperar. Como lo hizo Bergamín aquella tarde en Vistalegre viendo a Paula torear como Dios y el toreo celestial mandan. Y sin música. Habrá que esperar...
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Jaén. Segunda de la Feria de San Lucas. Corrida de Toros. Dos tercios de entrada.
Seis toros de Núñez del Cuvillo, desiguales de presencia y juego. Destacó el bravo tercero.
David Fandila "El Fandi", palmas, dos orejas y dos orejas.
Alejandro Talavante, oreja, dos vueltas al ruedo tras fuerte petición y oreja.
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