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miércoles, 1 de octubre de 2014

La tarde en que Mora soñó el toreo

Galán le acompañó en hombros y Luque cortó una oreja

 
MARCO A. HIERRO, Las Rozas (Madrid)
Corrida mixta en Las Rozas para cumplir con los festejos programados y apetitoso cartel para el aficionado, con el toreo a caballo clásico y puro de Sergio Galán y la presencia a pie de Juan Mora y Daniel Luque. En chiqueros, un encierro de El Pilar.

Macizos fueron los cuatro lances con que saludó Juan Mora al segundo, que le humilló con calidad y entrega a la naturalidad con que manejó el percal el extremeño. Empujó abajo el toro en el peto en la dura vara. Menos desliz tuvo el animal en el quite, también a la verónica. Con la muleta Mora firmó una de esas joyas que se meten entre la piel y el alma. Natural, torero, dejando que hablase el corazón en el trazo, llevando al infinito la infinita clase del toro de El Pilar, que también tuvo motor y fondo para aguantar la exigencia. Abandonado Juan, inmenso al natural, fue al rematar una serie cuando le vio la muerte y le dejó la espada en lo alto. Enorme.

Otra vez se encajó Mora para soplarle seis lances al quinto con su sello personal y con una media de macizo empaque y acusada torería. Como la tuvo el inmenso quite a la verónica, con el peso descargado en los riñones, los hombros sueltos, la cintura armónica y el remate completamente asentado. Inmenso. Generoso al permitir el quite del sobresaliente, Salvador Ruano. Rotundo y bien cimentado el inicio de doblones, pero fue roto, abandonado, sentido el toreo que vino después. Se rompió las muñecas y el alma al natural para decir el toreo como lo siente, como lo sueña un torero al que jamás se le fue de la cabeza. Erguida la figura, desmayado el ademán, dejando que volará el vuelo que viajaba seguro, inmenso, en bronce perfecto de perfecta obra que no vino acompañada de la estocada. Daba igual; lo hecho, hecho quedaba.

Con Ben-Hur recibió Galán a su primero, un toro alto y escurrido, con ritmo bobalicón en la embestida que templó bien el manchego. Con Ojeda le dejó llegar al estribo, ajustando el toreo para templarle la intención al manso y estrecho animal. Titán fue el encargado de dejarle piruetas al deslucido animal, sin raza ni empuje, y a lomos de Artista buscó Galán el compromiso entrando entre tablas en las cortas. Defectuoso cayó el rejón para saludar una ovación.
Tuvo que emplearse Galán con Amuleto para reducir la doble velocidad del chotejo cuarto, que terminó temblando el viaje hacia la grupa. Con Trópico le ganó los terrenos para clavar y lo mantuvo en la lid, que no era fácil. Pero fue con el versátil y bello Apolo con el que llegaron los momentos más vibrantes, dejándole los asientos cerca del morro y ejecutando un par a dos manos de gran transmisión. Volvió a confiar en Artista para las cortas, con el becerrote buscando la gatera con ahínco y el caballero buscando con elegancia la colocación. Dejó un rejonazo de rápido efecto y paseó una nueva oreja.
El tercero se quedó pegajoso entre las telas de Luque, que tuvo que optar por la lidia en lugar del toreo de capa. Con la muleta le respondió Luque con suavidad a la brusquedad del animal hasta que logró meterlo en el canasto. Pero no tuvo el animal la calidad del anterior y fue de porfiona voluntad y capacidad de Luque la faena, buscándole las vueltas a un animal desagradecido que nunca quiso entregarse. Se echó antes de entrar a matar.
Por abajo y con mucha suavidad le fomentó Luque la humillación al castaño sexto, desentendido de telas pero con clase en las llegadas, al que se le midió mucho el castigo en varas. Tremendo fue el suave inicio con la muleta, llevándose a los medios al animal con toreros trincherazos. Fue allí, en la soledad de los medios, donde surgió el toreo largo, encajado y sentido de un Luque sereno y hundido en la arena. Caricia fue el trazo diestro, acompañando el enclasado viaje del de El Pilar. De puro vuelo fue el natural, con la muleta tersa, el trazo ralentizado y seguro, macizo en los finales. Terminó con luquecinas y con un torero final de trincherillas hacía el tercio. Hasta se pidió el indulto, pero entró a matar pinchando, y la estocada posterior le valió el trofeo.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Rozas, Madrid. Segunda y última de abono. Dos toros de El Canario para rejones: escurrido, mansurrón y deslucido el primero; manso y sin entidad el cuarto. Cuatro toros de El Pilar, bien presentados: enclasado, boyante y con fondo el segundo; áspero y deslucido el afligido tercero; con clase, humillada calidad y boyantía el quinto, de vuelta al ruedo; de gran transmisión y clase, el sexto, le pidieron el indulto y lo premiaron con la vuelta al ruedo.

Sergio Galán: oreja y oreja.
Juan Mora (verde hoja y oro): dos orejas y vuelta.
Daniel Luque (nazareno y oro): silencio y oreja.

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