Enero devuelve la esperanza a diestros que torearon poco o nada en 2014
Los relojes analógicos han caído en desuso. El ruidoso, estresante y percutor ‘tic-tac’ en los silencios de una sala pierde fuelle. Pero en las mentes sigue sonando el tañer de la rueda de escape y la ancora, la carrera de relevos infinita de las agujas ante la espera de una llamada que no llega. Los parados lo conocen muy bien. En el mundo del toro también es un viejo compañero de viaje.
«A veces es difícil de asumir pero después de diez años de matador de toros y 23 dedicado a esta profesión, si bien lo pasas mal, vives el día a día y lo que quieres es ser feliz desarrollando tu concepto aunque sea en el campo». Detrás de estas palabras está Fernando Cruz, torero madrileño de grato recuerdo para los aficionados que en 2014 no se vistió ni un día de luces. Menos de media docena de veces lo hicieron Matías Tejela, en dos ocasiones sacado a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, y Fernando Adrián, ganador del Zapato de Oro 2011 y torero que lideró el escalafón de novilleros al comienzo de esta década. Ninguno de ellos tiene cerrada tarde alguna esta temporada. «El cambio de estar en todas las grandes ferias y torear sin parar desde novillero sin caballos hasta la tomar la alternativa a apenas hacerlo afecta», expresa el más joven de la terna.
Los días en soledad invitan a la reflexión, ya sea en el campo o en el mundo interior del toreo de salón. «He tenido mucho tiempo para pensar, dicen que no hay mal que por bien no venga, y después de un año en el que he toreado muy poco espero que esto me sirva para corregir muchas cosas y que cuando llegue la hora pueda ratificar y dar todo lo que mostré de novillero», afirma Fernando Adrián después de un año casi en blanco. Fernando Cruz lo pasó sin el casi, tras la brutal cogida que sufrió en Las Ventas el 15 de agosto de 2012 que casi le cuesta la vida, pero «fue importante para cuadrar mi mente y ahora lo que necesito es ponerme delante del toro y poder expresar mi concepto del toreo».
En los motivos de su
ausencia en los carteles y grandes ferias están la crisis, la aparición de
nuevos toreros, «la falta de sensibilidad de las empresas -según Matías Tejela-
hacia los matadores que saben torear bien» y también, por qué no decirlo, el
desaprovechar algunas oportunidades. «Hay que sumar el hecho de que no triunfes
algunos días clave; tampoco toda la culpa es del empedrado», asume el de Alcalá
de Henares. En esos circuitos de la necesidad aparece el famoso túnel, torear
por debajo de los mínimos ingresos legales. Lo explica Matías Tejela: «Si
entras en el juego de tejemanejes, de intercambios, a lo mejor puedes torear
algo más pero si quieres seguir manteniendo tu nivel y categoría, te quedas con
muy pocos festejos y esperar a Madrid». Fernando Cruz se siente «muy orgulloso»
porque nunca le ha costado dinero torear, ni de becerrista, aunque basa este
hecho en la suerte que tuvo al marcharse a Francia ya que «el mercado allí es
mucho más sano que aquí». Ha trabajado de pintor, masajista y camarero,
«momentos muy duros porque no te llaman pero por encima de todo está mi
dignidad».
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