Madrid.
–No ha
empezado la temporada pero sí le hemos visto como imagen de la firma
internacional Dolce & Gabbana.
–Todo lo
que hago en el mundo de la moda tiene que ir ligado a mi vida profesional. Si
yo no fuera torero, no habría tenido la oportunidad de llegar a tanta gente.
Esto es un escaparate para fuera de España y ése es uno de mis objetivos.
Mostrar la Fiesta y luego que la persona decida dar un paso más o no.
–¿Es
necesario abrir puertas nuevas?
–Es
necesario y obligatorio. Hay que abrir la mente. El toreo es fuente de
inspiración de muchas disciplinas. Cuando viajas a Estados Unidos, Francia,
Italia... te das cuenta de que hay mucha curiosidad y respeto por la profesión.
–De hecho
una marca internacional como Dolce &Gabbana ha apostado por la fantasía del
toreo.
–La
afición a los toros de Domenico y Stefano no es de ahora. Y de hecho se han
ilustrado. Todo comenzó según me contaron por un libro que les regaló Madonna
cuando hizo el vídeo con Emilio Muñoz. Nos creemos que el toro está aquí, pero
va mucho más allá y si no pensamos que puede ir mucho más allá es que somos
torpes. El toreo tiene una carga emocional y estética tremendas, pero es que
además lo que ocurre es de verdad.
–¿Cree
que se puede considerar una falta de respeto a la tradición?
–Mi
familia me ha inculcado el respeto por el toro desde niño. Yo sé que es
imposible gustar a todo el mundo, pero creo que llevo con seriedad mi vida
taurina y estas cosas las hago por mi profesión.
–Hace
poco se ha publicado en la revista «GQ» de Estados Unidos un reportaje en la
Maestranza con alguna imagen que ha suscitado polémica.
–Hay que
saber diferenciar lo que es un reportaje taurino de uno de moda. Quisieron
hacerlo en el ruedo y eso no acepté, eso es sagrado. Fue un reportaje de moda,
que tiene bastante proyección, y en el que sale el lugar más bonito para mí que
es la Maestranza.
–¿Cómo
está viviendo esta pretemporada 2015?
–Va a ser
una temporada complicada y dura porque estoy lleno de recuerdos por la muerte
de mi padre. Desde los tres años viajaba con él y en todas las ferias donde voy
a torear hay algo suyo. Estoy todavía intentado gestionar las emociones por su
inesperada muerte.
–Ocurrió
además cuando viajaba a México para torear.
–Fui el
último que hablé con él antes de coger el avión. Cuando llegamos y llamaron a
mi apoderado para decirle... Fue durísimo. De hecho, desde ese 28 de octubre
hasta el 1 de enero no volví a entrenar ni a coger una muleta. No me sentía con
fuerzas. Ha sido poco a poco, obligándome.
–Estará
sufriendo una revolución interna para asimilarlo.
–Me han
venido ahora todas esas cosas que tu padre te dice y cuando le tienes no le das
importancia. Ahora pienso al levantarme en esforzarme. Él era un obseso del
sacrificio y me ha enseñado a luchar y vivir por y para el toro; es como si le
tuviera todo el día al lado arreándome.
–¿Ha sido
muy exigente con usted?
–Mi
abuelo, que era banderillero, exigió a mi padre una barbaridad. Siempre buscaba
la pureza al máximo y no siempre el toro la permite. Yo he tenido mucha suerte
porque mi padre era un prodigioso de la técnica y además sabía explicarla. Él
me ha dado la parte emocional y todo lo que aprendió durante sus 30 años de
profesión.
–¿Es el
que más verdades le ha dicho?
–Es el
único que me ha dicho las verdades realmente. Luego hay mucha gente que no
quiere estar contigo mal y por eso no es sincera. Mi madre también, pero de una
manera más maternal.
–¿Y eso
les creó conflictos?
–Tuvimos
la época del primer año de matador en la que él quería que yo hiciera
determinadas cosas y en ese momento yo, por bruto, las quise hacer a mi manera.
Después, en 2006, volvió todo a la normalidad y no se metió en nada. En todo
caso le consultaba yo para que me diera su opinión.
–¿Fue
difícil elegir la misma profesión que su padre?
–Mentalmente
fue durísimo. Me anulaba. No podía expresarme tal y como yo era porque salía
acobardado por las comparaciones, y no por mi padre, ya que él me daba plena
libertad. Es un proceso de maduración normal que requiere su tiempo.
–Ese
sacrificio del que le hablaba su padre lo ha reproducido encerrándose en el
campo durante meses parar preparar la temporada.
–Y éste
era el primer año que nos íbamos a juntar, porque me dijo que quería
profundizar algunas cosas. Pero...
–Vuelve a
Sevilla, la plaza de la familia y el lugar de la polémica.
–Sevilla
es mi plaza. La fue de mi abuelo y después de mi padre. Y ese amor me lo
trasmitieron. No me arrepiento de no haber ido el año pasado, esa falta de
respeto por parte de los empresarios no se podía admitir, pero a mí me han
tratado siempre muy bien y uno sueña con Sevilla durante toda la preparación de
la temporada.
–Llevará
el peso de la feria con cuatro tardes.
–No
siento ese peso. Sé que cuando se acerque la fecha me pondré insoportable como
siempre, pero mi ánimo es el de disfrutar.
–¿Cómo se
gestionó la contratación de Sevilla?
–Antes de
empezar todos nos reunimos y lo discutimos. Yo veía la necesidad de dar una
oportunidad a Sevilla. Decidimos que cada uno negociaría pero siempre y cuando
hubiera una disculpa pública y se hablara con todos y se mantuviera el respeto.
Conmigo ha sido así, en las reuniones de los compañeros no puedo decir porque
no he estado, pero sé que todos exigimos respeto por igual.
–Enseguida
y antes de acabar el año, la empresa Pagés se descuelga anunciando su
contratación.
–Sí, me
anuncia pero realmente, según me ha dicho mi apoderado, hasta el 15 de enero no
me contactan para hablar de carteles, fechas, ganaderías...
–¿Y
entonces?
–A lo
mejor a ellos les interesaba, no lo sé, son cosas suyas. Ellos sabían que yo
estaba dispuesto a hablar.
–Los
empresarios han manifestado que en julio ya se habló.
–En julio
hablé con ellos para intentar un acercamiento entre todos, pero mi asistencia
no se negocia hasta enero.
–¿Le
llamó Morante para presionarle?
–En
ningún momento. Nunca ha existido esa llamada y me duele que se cree polémica
sin necesidad.
–¿Genera
malestar entre los compañeros?
–Se siembra
la duda y eso es muy malo. Yo sigo pensando lo mismo de cada uno de ellos. En
mi carrera soy yo el que decide y no soy nadie para meterme en la carrera de un
compañero. Se han manipulado muchas cosas por el interés.
–¿Qué le
da el toro?
–El toro
te da lo que tú le entregas. No me muevo por intereses económicos ni por la
ambición de los números. Uno es mucho más libre cuando torea por las emociones.
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