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viernes, 20 de marzo de 2015

LO QUE EL VIENTO NO SE LLEVA




Daniel Ventura

Turno de los novilleros en Valencia. Cae sobre la plaza el mismo viento cruel, la lluvia densa y fría. Hay en los corrales una novillada seria y seria y en la barriga un lote de esperanzas y de miedos. ¿Nos hemos preguntado cómo se plantea el compromiso un joven, un niño casi, cuando están todavía recientes las batallas triunfales de Morante, de Talavante, de El Juli o de Perera, contra los aires y el conformismo? Si lo pensamos, quizás como se lo planteó Leo Valadez, mexicano que hizo en su debut con caballos las cosas de los novilleros rodados y no sólo eso, de los novilleros buenos. O como se lo planteó Cristian Climent, un ariete de entrega contra los elementos, de deseo de triunfar agradando. Los dos, Valadez y Climent, cortaron una oreja y fueron volteados. Los dos pusieron lo que el viento, que tantas cosas desbarata, no se lleva: lo mejor de sí mismos. También lo hizo Francisco José Espada, que tuvo paliza pero no premio para su vocación de hacer las cosas bien con una novillada seria de López Gibaja, áspera en su parte central y remediada por un sexto con transmisión.

Con ese sexto, Leo Valadez terminó de confirmar que sus capacidades están muy por encima del debut con picadores que vivía. Novillo serio como todo el envío, y bien armado, lo llevó el mexicano al caballo con chicuelinas al paso y quitó después por lopecinas, algo atropelladas sí, pero también muy ajustadas. Puso banderillas con solvencia y brindó al público la faena. Le había visto al novillo la transmisión, el recorrido y la fijeza. Lo probó sobre el derecho, vio que no del todo y la muleta fue a la izquierda: por ahí sí. Firme la planta y firme el cite, los muletazos surgían con ritmo bueno y buen dibujo. Embestía con todo el novillo, pero llegaba arriba la seguridad de Valadez, que también se impuso sobre la mano derecha. Después de una estocada, cortó una oreja. Había perdido otro trofeo después de pinchar al tercero, el 'Oscurecido' con el que debutó con caballos. También con ese lució ánimo capotero (citó con el envés y la rodilla flexionada en el saludo) y buen hacer con los palos. El novillo, un geniudo con la costumbre de meterse por el izquierdo, acabó enrededado en la muleta de Valadez, que tiene valor y convicción. Esas cosas no las sacude el viento.

Cristian Climent, que había sido volteado por el primero al dejarle vendido un golpe de viento, cortó una oreja del segundo. El valenciano, aún muy nuevo, tiene otras dos virtudes que el aire no menea: la capacidad de entrega y la conexión con el tendido. Las dos se vieron funcionar en su faena a un novillo bajo y bien hecho, que brindó a El Soro, oportuna referencia, antes de brindar al público. El viento desbarató la mayor parte de lo que quiso hacer, pero no se rindió el novillero y fue trazando muletazos sueltos y meritorios, sobre la diestra. Por el izquierdo, dibujó pero el toro se desentendía. Esfuerzo paciente, que le premiaron con una oreja. El quinto fue un 'torito' fuerte y de cara seria que no se dejó dar un pase. Deficientemente podido en los primeros tercios, se enseñoreó de la lidia y cuando Climent se acercaba con la muleta le decía que no a base de tarascadas y coladas. Abrevió el novillero, que nada más podía hacer.

También estuvo marcada por el esfuerzo la tarde de Francisco José Espada. A priori el novillero más hecho del cartel, firmó muletazos maduros frente al primero, en los escasos momentos en los que el viento le dejó mandar sobre las telas. Firme la planta e inamovible en su aplomo, Espada tiene dentro un concepto bueno. No lo pudo enseñar contra las ráfagas, pero al menos se vio que lo tiene. Eso, y la fortaleza para reponerse de la voltereta seca y fea que le propinó el cuarto, recién salido de toriles. Empitonado, cayó fuerte del aire al suelo y desde ahí lo levantó otra vez el toro, antes de que llegara el socorro. Se rehízo tras una breve conmoción, toreó con buen criterio sobre la mano derecha y dominó la corta distancia cuando el novillo no dio más. Pinchó y perdió el premio. Los fallos con la espada tampoco se los lleva el viento.
 
Plaza de toros de Valencia. Novena de la Feria de Fallas. Un cuarto de entrada. Novillos de López Gibaja, bien presentada y seria, de juego variado. Nobles los dos primeros, con transmisión el sexto. Deslucido el cuarto y muy complicado el quinto. Francisco José Espada, ovación y silencio tras aviso; Cristian Climent, oreja y silencio y Leo Valadez, que debutaba con picadores, palmas tras aviso y oreja.

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