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jueves, 14 de mayo de 2015

«La soledad de la guerra», por Iván Fandiño

La figura vasca firma un artículo de puño y letra antes de su cita hoy viernes en la festividad de San Isidro

«La soledad de la guerra», por Iván Fandiño
anya bartels
Iván Fandiño, solo ante el espejo

iván fandiño
Madrid, Las Ventas, San Isidro… Cuánto miedo en palabras tan sencillas. Tiemblas solo al pasar por su fachada, majestuosa, dueña de la historia, juez de cada temporada, novia caprichosa y celosa, amante apasionada y, cuando te entregas, la esposa más fiel.
En esa arena y en ese coliseo he tenido algunas de mis mejores victorias y seguramente mi mayor derrota. No es fácil volver al escenario donde perdiste una batalla, pero es necesario para poder ganar una guerra. Busco esa arena en cada sueño, en cada pesadilla. Mi alma sangra, y solo volver al campo de batalla sanará mi herida y calmará mi sed.
Este año cumplo diez años de alternativa, y sin duda ha sido mi comienzo de temporada más duro, más incomprendido y el de mayor crudeza. A veces, cuando me acuesto, cierro los ojos y me pregunto por qué, por qué no soy más conservador, por qué vivo un reto constante, por qué esa necesidad de desafiar a todo y a todos, y seguramente todo eso solo tiene una respuesta: si no fuera así, no sería Iván Fandiño.

Derecho a vivir

La independencia y la memoria no son palabras que se conozcan. Siempre empiezas desde cero, nada de lo hecho anteriormente tiene valor, cada día tienes que ganarte el derecho a vivir. Solo sé vivir la vida al límite, sin someterme a ninguna norma, ni dejarme influenciar por lo que otros puedan decir o pensar sobre mí; veo cada momento, cada idea, cada día, como un verdadero reto, y solo así soy capaz de sobrevivir en la cuerda floja. Pero me enseñaron a aprender de los errores y a convertirlos en oportunidades, he aprendido a conocer a mis enemigos, a descubrirlos. Y como decía Sun Tzu en «El arte de la guerra»: «Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro».
Me siento muy en deuda con Madrid, con una afición que siempre me fue fiel y creyó en mí. También me siento en deuda con esa legión de seguidores que me acompañan por las plazas, que me defienden y me animan. Me esperan dos corridas, dos buenos carteles y ganaderías en gran momento, pero solo pienso en el primer toro, quiero encontrarme con él y mirarlo, desafiarlo, introducirme en la magia del escenario, oír las voces de nuestros antepasados, de aquellos que nos dieron grandeza con su sangre y ser capaz de escribir en su historia. 

No quiero perderme en discursos sin sentido, quiero llegar a la plaza, buscar mi rincón y cubrirme de valor para afrontar el reto de medirme conmigo mismo, de buscarme allí donde algún día perdí mi identidad y en el único sitio donde puedo recuperarla. A quien me sigue le pido paciencia y confianza, a quien me persigue, un consejo: no vendas la piel del león antes de cazarlo… Madrid, 15 de Mayo. Día D, hora H.

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