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domingo, 26 de julio de 2015

Sangriento debut de Lorenzo Sánchez en Las Ventas

El novillero Lorenzo Sánchez dio una vuelta al ruedo después de resultar herido en la tarde de se presentación en Las Ventas, en la que Víctor Tallón se estrelló con un lote imposible y Martín Campanario protagonizó una tarde de lo más esperpéntica.

Se lidiaron cuatro novillos de Araúz de Robles y dos -quinto y sexto- de José María López, bien presentados, mansos y de nulas opciones. El primero no tuvo fuelle; el segundo, con pocas fuerzas, tuvo guasa; bruto y complicado, el tercero; el cuarto quedó sin ver; el quinto fue un mulo imposible; y deslucido el sexto, informa Efe.

Lorenzo Sánchez intenta zafarse del segundo novillo en un dramático momento
Lorenzo Sánchez intenta zafarse del segundo novillo en un dramático momento / julián lópez
Martín Campanario: pinchazo, otro hondo y cuatro descabellos (silencio); dos pinchazo y bajonazo (leves pitos); y estocada en el número (silencio).

Lorenzo Sánchez: estocada caída y delantera (vuelta al ruedo tras petición en el único que mató).
Víctor Tallón: pinchazo hondo de efecto fulminante (palmas tras aviso); y media atravesada y descabello (ovación tras aviso).

En la enfermería fue intervenido Lorenzo Sánchez de una «cornada en tercio inferior, cara interna del muslo derecho con dos trayectorias: una hacia arriba y hacia dentro de 20 centímetros, y otra de 15 centímetros. Pronóstico menos grave».

La plaza registró un cuarto de entrada en tarde de calor soportable.

Lorenzo Sánchez pago con sangre el esfuerzo realizado ante un complicado novillo, que lo dejó fuera de combate. Víctor Tallón quiso también mucho con un lote sin opciones; pero lo de Martín Campanario es para hacérselo mirar.

Queden expuestos de antemano mis máximos respetos a todos los que se visten de luces y se ponen delante, pero el guipuzcoano demostró que no es que no estuviera preparado para venir a Madrid, sino que no tiene facultades para abrirse paso en esta dura profesión.

El "parte plaza" salió abanto y marcando la querencia. Hubo mucho desorden en la lidia, una capea, pero peor aún estuvo Martín Campanario, que no hizo ni el amago de ir a por él, "tapadito", como si el novillo no fuera suyo, reculando, incluso, cuando al animal se le acercaba.

Tampoco estuvo resuelto el debutante con la muleta. Ni sitio, ni pulso, ni tan siguiera la más mínima técnica para estructurar algo que no fuera una sucesión de pases tropezados, desarmes incluidos. Muy poco poso dejó Campanario, atenazado por sus propios miedos y falta de recursos.

Y cuando parecía que no se podía estar peor, Campanario demostró en el cuarto que sí, que sí se puede. Faena que navegó entre las dudas, los temores y los nulas capacidades de un chico que no está para esto.

Para su desgracia, y por el percance de un compañero, Campanario tuvo que matar al sexto, en el que volvió a esconderse con el capote, sin querer saber nada de la esperpéntica lidia que llevó el manso. Un petardo antológico. Como el quehacer de muleta, donde se vio a un torero totalmente descompuesto e incapaz, por ser condescendiente con él.

El primero de Lorenzo Sánchez quedó mermado por los tres picotazos mal dados que se llevó en el caballo, poniéndoselo difícil al peonaje con los palos. No tuvo demasiado fuelle el animal en el último tercio, pero sí cierta "guasa", y enfrente se vio a un torero con actitud de querer hacer bien las cosas, en novillero.

Muy bien en los tiempos y pausas que dio al animal para tratar de dosificarlo, poniéndose también de verdad ante un novillo que llegó a prenderle por el pecho en unos momentos verdaderamente dramáticos. Visiblemente herido en un muslo, Sánchez volvió a la carga, con el orgullo herido, a ponerse por naturales.

Disposición, firmeza y hasta valor. La gente vibró y sufrió con él, todos, excepto el presidente, que decidió no concederle la oreja.

Tallón sorteó en primer lugar un novillo nada fácil para estar delante. Muy bruto, rebrincado, quedándose debajo y midiendo en todo momento al torero, que hizo la apuesta dentro de sus posibilidades y, aunque no pudo sacar nada lucido, se agradeció el esfuerzo que hizo para justificarse.
Su segundo fue un mulo en el límite de la invalidez, siempre la cara natural, es decir, sin humillar y sin pasar de un cuarto de embestida. Agua. Tallón lo intentó de mil maneras, pero fue imposible lograr nada potable. La ovación final, premio a la actitud.

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