Andy Cartagena corta dos orejas y Sergio Galán una, en el primer festejo de las Corridas Generales
Con un festejo de rejones, comienzan las Corridas Generales.
Seguirán una novillada y siete corridas de toros. En total, nueve
tardes: la gran «cordillera» taurina del mes de agosto. Para muchos, una
de las Ferias más completas y logradas.
El «toro de Bilbao»
es serio, bien hecho, la cabeza de la camada; los carteles, muy
equilibrados. Aquí, se cuidan todos los detalles: el ritual del
apartado; la Plaza, repintada; la exigencia, en la concesión de trofeos;
la excelente Banda; la abundancia de actos taurinos... En todo ello se
respira un ambiente de categoría y altura poco habituales. Este año,
sólo repiten Ponce (ídolo de esta Plaza) y el triunfador Perera. Lamento la ausencia de López Simón; también, de Diego Ventura, el gran rival de Hermoso de Mendoza. Las reses de Ángel Sánchez y Sánchez (encaste murube) dan un excelente juego. Los tres caballeros tienen una notable actuación, cada uno en su estilo. Por su gran espectacularidad, Andy Cartagena corta dos orejas; Sergio Galán, una.
Con música de truenos y desbandada por la lluvia, Pablo Hermoso realiza, en el primero, una labor sobria, clásica:
destacan los suaves recortes con «Berlín». Mata a la segunda. En el
cuarto, que embiste con muchos pies, se luce en los quiebros, con
«Disparate»; con «Pirata», acierta en el par a dos manos pero no al
matar. (El caballo levanta una ovación al morder al toro, como le gusta
al muy ingenioso Ruiz Quintano).
En el segundo, Andy Cartagena se luce, con «Sol y sombra», en la suerte de la «hermosina»:
un largo galope, con el toro prendido a la cola. El par a dos manos, el
«teléfono» y un rejón eficaz le valen el primer trofeo de la Feria. En
el quinto, entusiasma «Pericalvo», muy espectacular, igual que los
alardes circenses de «Zico», levantado de manos. Aunque mata a la
segunda, el clamor popular logra la oreja. Sergio Galán lidia
con buena técnica al tercero; «Apolo» baila, en la cara del toro;
«Artista» hace honor a su nombre pero pierde la oreja, al fallar en la
suerte suprema. Recibe al último a porta gayola; con «Apolo», clava
certero; esta vez, con «Fado», sí mata bien: oreja. He recordado mucho,
esta tarde, a «Cagancho», el extraordinario caballo que acaba de morir, con el que Pablo Hermoso alcanzó su cumbre... Lo echamos de menos.
Postdata. La dura competencia entre Luis Miguel y Ordóñez -el verano sangriento», según Hemingway-
concluyó en Bilbao, el 20 de agosto de 1959. El doctor Tamames juzgó
que Luis Miguel no debía torear -venía herido de Málaga- pero él no
quiso crear un problema al empresario. Mermado de facultades, el toro lo
hirió de gravedad, contra el peto del caballo, al colocarlo para la
suerte de varas. Así acabó uno de los grandes duelos de la historia de
la Tauromaquia. ¿Por qué no hemos podido contemplar ahora, en Bilbao, la
rivalidad entre Hermoso de Mendoza y Diego Ventura, las dos grandes
figuras?
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