Cuaja una obra de pura torería con capote y muleta y corta una oreja
La verdad os hará libres. Y a López Simón la verdad de su toreo debe de abrirle las puertas del paraíso,
que no es otro que el de la arena de los ruedos. Denle sitio y su
muleta hablará, porque difícil es ponerse delante del toro con tanta
sinceridad. Luego, Dios dirá...
Alberto, que es su nombre bautismal, había llegado a la
Malagueta enfundado en un terno grana, como sus compañeros de terna.
Aquel paseíllo parecía salido del ejército de Lenin y Trotsky, aunque en
la plaza no había bolcheviques ni más política que la de los valientes
que se la jugaron a carta cabal entre no pocos sueños quijotescos. No
desfiló ayer Guardia Roja alguna, aunque sí hubo guerreros rojos, a sangre y fuego:
Sebastián Castella y Alberto López Simón se entregaron por momentos con
tremenda autenticidad y autoridad a la desagradable, descastada y
desclasada corrida de Fuente Ymbro (con un parche de Victoriano del Río,
que fue otra «joyita»), aunque la única oreja la cortó El Fandi, que
rara vez no suma en el marcador.
Vaya conjunto desagradable se quitó del campo Gallardo...
Cuentan que la señora presidenta echó para atrás varios toros
atendiendo a no sabían los profesionales qué criterio, pues al parecer
dos habían estado reseñados para Sevilla. Ayer este palco de primera fue
el primero en mal gusto. Feos o guapos, boyantes o marrajos, igual le
daba a López Simón. La sangre le hervía por dentro, como si el fuego del
deseo de «ser alguien» le hiciera echar la pata p'alante y cruzarse
para trazar faena a lo que saliera. Y la primera bala que tuvo fue un
fuenteymbro de aspereza geniuda. No se amilanó en ningún instante el
joven matador, que apostó y venció. La muleta siempre puesta y dispuesta
hasta llevarse un susto en su exceso de confianza. A veces "Calderero"
se revolvía rápido y tobillero, a lo alimaña, pero nunca se achicó López
Simón, siempre crecido en su discurso de valor sereno. Quien
empequeñeció y enmudeció fue la banda de música, a coles y sin darse
cuenta del mérito de la labor. Dio una vuelta al ruedo de peso.
Aplomo al por mayor exhibió en el sexto,
que se movió sin clase. Hundidas las zapatillas mientras pasaba el
fuenteymbro, que ya dijo que se piraba en las manoletinas: no era rival
para eso, como no lo era el anterior para las gaoneras de lexatín que
recetó en su quite. Tiempo habrá de ordenar bien las ideas: madera tiene
toda y más.
El castaño segundo era una porquería. Sebastián Castella, siempre por encima, le
dejaba la muleta en su jurisdicción, pero el toro miraba para otro lado
como si con él no fuese la cosa. Se desentendía totalmente, escarbaba a
lo sabueso, una "perlita" de bravura.
Otro «diamante» de mercadillofue el remiendo de Victoriano,
que solo invitaba a darle matarile. Pero Castella, figura más que
consagrada, demostró por qué lo es: se plantó en el platillo y esperó en
segundos eternos la llegada del distraído enemigo en dos pases
cambiados de máximo riesgo. Aquello ya valía media oreja. Entre el ole y
el ay transcurrió la obra: dueño de un privilegiado temple, el francés
se lo brindó al torete, y el torete fue y vino con su embestida
rebrincada. Firme y seguro en su año «chapeau», pero no se afinó con los
aceros.
El Fandi, garantía de festín y «afortunado» con el lote menos malo,
dio la bienvenida al primero con una larga cambiada y quitó breve por
chicuelinas con su aquel. Por delantales lo hizo Castella, con buena
media. Y llegó la hora de su verdad, que son los palos: hasta cuatro
pares puso, el último al violín y correteando hacia atrás con el toro en
una maratón. Parecía imposible que el torero ganase la partida al toro,
de cómo llevaba las pezuñas en polvorosa. Pero para atlético, Fandila.
Qué tío. Luego el fuenteymbro se paró en la muleta, con media arrancada
de cara alta, entre momentos de mayor o menor coloación.
El ciervo cuarto permitió algún lance a Fandi y
un vibrante tercio de banderillas, en el que hizo amagos de rajarse.
Pero el de Granada se lo llevó a los medios y se plantó de rodillas en
emocionantes muletazos. Transmitía el toro de Ricardo Gallardo y
demostró que los feos también embisten. Se abría en su constante
quererse ir, mientras Fandila trataba de mantenerlo en su terreno a su
manera. El estoconazo desató la pañolada y el único trofeo.
La tarde fue de los tres valerosos guerreros,
cada cual en su estilo y con uno nuevo pidiendo guerra. Nadie dijo que
el enemigo tenga que ser agradable, pero la cosa ganadera de ayer fue de
premio limón...
Feria de Málaga
Sábado, 22 de agosto de 2015. Séptima corrida. Menos de
tres cuartos de entrada. Toros de Fuente Ymbro y uno de Victoriano del
Río (5º), feotes, mansos, sin clase, brutos, descastados en general.
EL FANDI, de grana y oro. Estocada rinconera tendida y descabello (silencio). En el cuarto, estoconazo (oreja).
SEBASTIÁN CASTELLA, de grana y oro. Estocada corta
trasera (silencio). En el quinto, media y cuatro descabellos. Dos avisos
(silencio).
LÓPEZ SIMÓN, de grana y oro. Pinchazo y estocada caída
(vuelta al ruedo). En el sexto, estocada y descabello. Aviso (ovación de
despedida).
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