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martes, 31 de octubre de 2017

¿Qué torero cortó la primera oreja de la historia en Madrid?


Aunque en 1876 Chicorro fue premiado con una peluda, el marcador del toreo «serio» se inauguró en 1910



Vicente Pastor
Vicente Pastor - ABC
 
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Mucho se discutió antaño sobre la concesión de la primera oreja en Madrid. Escribe Antonio Díaz-Cañabate: «Durante toda la vida de la plaza de toros situada junto a la Puerta de Alcalá, no existe ningún precedente. Es en 1876, a los dos años de inaugurada la plaza de la carretera de Aragón, cuando se da el primer hecho inusitado». Ocurrió con el tercer toro, bautizado como «Medias Negras», berrendo en negro, capirote y botinero. Así lo contaba Peña y Goñi: «Lo que hizo Chicorro con ese toro se necesita haberlo visto para creerlo. Comenzó por dar el salto de la garrocha de un modo admirable, se dirigió inmediatamente a cuerpo limpio al toro y le arrancó la divisa en un recorte ceñidísimo, saliendo Chicorro enseguida a ofrecérsela a los príncipes de Baviera, que ocupaban, con Alfonso XII, el palco regio...»

En medio del éxtasis colectivo, José Lara «Chicorro» cazó al toro de un volapié tras pinchar en hueso antes. «El público, fuera de sí y no sabiendo de qué modo había de colocar su entusiasmo a la altura del mérito de Chicorro, pidió desaforadamente que el toro le fuera concedido, y a ello accedió el presidente. El afortunado lidiador cortó la oreja a la res y la mostró a los espectadores, que aplaudieron con frenesí, consumándose de tal suerte un acto sin precedentes en estos tiempos en la plaza de toros de Madrid».

Dos décadas después, en mayo de 1898, Leandro Sánchez de León, conocido como Cacheta, se llevó las dos orejas del toro «Calero», que «inopinadamente le concede el alcalde madrileño don Álvaro de Figueroa, conde de Romanones», cuenta el Caña, que califica de «mediocre» a Cacheta.

Tres años más tarde, en 1901, «el público madrileño pide por simpatía y por seguir la broma las cuatro orejas de sus bichos para el aficionado sevillano Francisco Serrano (Paco el de los peros), que se despide en Madrid del toreo bufo, para volver a la venta de sus frutas y verduras».

Fuerte polémica

Según la mayoría de historiadores y según relata Cañabate en un artículo incluido en el Cossío, no es hasta el 2 de octubre de 1910 cuando «se concede en Madrid la primera oreja en toda la historia del toreo serio; pues la de Chicorro, Cacheta y Paco el de los peros nunca han contado en los anales de la verdadera tauromaquia». El primer galardón verdadero fue para Vicente Pastor, que la consiguió con el cuarto toro de la corrida, «Carbonero» de nombre, de la divisa de Concha y Sierra. Dicen los textos que cuajó una gran faena a un animal que salió manso pero que embistió luego bien. «La ovación que mereció su insuperable faena a Carbonero, valiente, expuesta y perfecta, en vez de decaer, arreciaba en medio del entusismo del público -señala Antonio Díaz-Cañabate-. El teniente de alcalde que preside la corrida le concede la oreja del toro, trofeo tan desacostumbrado y nuevo que inmediatamente da lugar a una fuerte polémica en la prensa». Tal fue la división que algunos «llegaron a atribuir la concesión de aquella oreja a la vecindad del teniente de alcalde que presidía la corrida con Vicente Pastor, pues ambos eran del barrio de Embajadores, de la calle de Santiago el Verde. Y el bueno del teniente de alcalde, por madrileño, tenía que ser pastorista...»

Anteriormente a este hecho, «espadas de la categoría de Lagartijo y Frascuelo no obtienen ninguna oreja a los largo de veinte años de intensa competencia». «Con esto queda dicho todo -subraya el Caña-, no tanto sobre la dificultad de su concesión, cuanto a la ausencia de esta costumbre».

Hasta que llegó la faena a «Carbonero» de Vicente Pastor, que ya está escrito... Después, la segunda oreja «seria» se concedería el 17 de mayo de 1911. El triunfador: Machaquito, frente al miura «Zapatero», con el que realizó una faena admirable rematada de un estoconazo. «Machaco” es un gran torero,/ el rey de la valentía,/ con un volapié certero/ acabó con “Zapatero”/ y con la zapatería», canturreaban. La tercera oreja la consiguió Bombita el 14 abril de 1912 por su actuación con el toro «Judío», de Santa Coloma. A partir de entonces, orejas y más orejas... Según Cañabate, «la concesión de orejas ha perjudicado notablemente a la Fiesta... Diremos que el mucho correr de una moneda la desgasta y desprecia».

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