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domingo, 22 de abril de 2018

El Fandi, oreja de un bravo toro de Fuente Ymbro en Sevilla



Juan José Padilla da una vuelta al ruedo en una excelente corrida bajo la lluvia


El Fandi anduvo muy variado con el capote toda la tarde
El Fandi anduvo muy variado con el capote toda la tarde - Afp
 
  Se acerca ya el final de una Feria de Abril que ha tenido grandes picos, contrastes muy marcados. El signo, como siempre, lo marca el toro, la base de esta Fiesta. La cima la hemos tenido con el indulto del bravísimo “Orgullito”, de Garcigrande , como la tuvimos, en su momento, con aquel “Cobradiezmos” de Victorino Martín; la sima, con la flojera de las reses de Juan Pedro Domecq, síntoma evidente de un gravísimo mal que amenaza a la Fiesta: los toros sin fuerza ni casta. A la cabeza de los diestros queda El Juli, que cuajó por completo el toro indultado. No quiero olvidar a un joven sevillano, Pablo Aguado, que, sin cortar trofeos, dejó muestras de un toreo clásico, el de siempre, de gran calidad. ¿Le servirá para que se le abran puertas? Lo dudo. Es otro síntoma preocupante de la situación de la Fiesta.

Siempre me he considerado un privilegiado por poder asistir a las corridas en el coso del Baratillo. Me preocupa cierta decadencia de este público: varias tardes he visto indignarse con el Presidente por no dar una oreja, después de un sablazo muy malo, y obligar a saludar por unas banderillas muy mal colocadas. Para este nuevo público – en Sevilla, como en todas partes – lo importante es clavar los palos y matar al toro rápido, no bien: “en lo negro”, decían, humorísticamente, los viejos aficionados. También lamento que aquí, igual que en todas las Plazas, el público de aluvión se entusiasme con lo menos valioso: chicuelinas, manoletinas, pases del desprecio, mirar al tendido, agarrarse a los cuartos traseros… ¿Dónde ha quedado la sutil exigencia del púbico sevillano?

Después de los toros claudicantes del viernes, los de Fuente Ymbro nos devuelven la alegría: serios, con pitones, encastados y, en general, bravos: Destacan primero, segundo y sexto. El presidente le niega el trofeo a Padilla; sí se lo concede a El Fandi.

En su última temporada, Padilla está recibiendo el respeto y cariño de los públicos. El primero es noble, codicioso, galopa con alegría, algo justo de fuerzas. Lo recibe a porta gayola y con otra larga; banderillea fácil y seguro. Su faena es la de un gran profesional, muy seguro, que sabe muy bien lo que hace. Nos muestra su vertiente más clásica, corriendo la mano con mando y suavidad. La estocada queda trasera y el Presidente niega el trofeo, pedido por la mayoría: clamorosa vuelta al ruedo. El cuarto es el más complicado, sale desentendiéndose de las suertes, toma los engaños a regañadientes. Es perfectamente lógico que no banderillee a este toro: el público debía saberlo. Con mucho oficio, todavía le saca muletazos y, a pesar de los buídos pitones, mata bien, Ha resuelto perfectamente la papeleta y no recibe ni una palma: ¡qué falta de criterio!

Al Cid le toca un buen lote: el segundo es un toro bravo, que tardea pero repite con codicia. (Escucho demasiados zapatillazos de los banderilleros). El diestro se luce en detalles de buen estilo pero, por la izquierda, asoman las dudas. La espada resbala en el arpón de la banderilla. Al quinto lo colocan al relance tres veces. Después del brindis a Padilla, el toro resulta apagado pero muy manejable: mejor de lo que parecía, por la mala lidia. Manuel traza algunos muletazos con gusto, parece que va a haber faena pero la res protesta y todo se diluye. Nos acordamos de aquel Cid…
El Fandi inicia de rodillas su faena al sexto toro
El Fandi inicia de rodillas su faena al sexto toro-J. M. SERRANO
El tercero es un toro espectacular, levanta las tablas, galopa con emoción en las banderillas del Fandi: es un “Indómito” de verdad, un toro fiero, algo insólito, en estos tiempos. Un toro para pelearse con él, poderle, mandarle y armar un lío, pero El Fandi no está por esa labor y la gente, desacostumbrada ya a este tipo de toros, se asusta: creyendo que se trata de un barrabás, le pide que lo mate, lo que hace de estocada baja. Toda la tarde ha estado chispeando pero ya jarrea a la altura del último, “Observador”, un gran toro bravo. Quita Padilla por chicuelinas; replica El Fandi por zapopinas. Nadie se mueve, a pesar del diluvio, cuando David banderillea espectacularmente y para al toro, con la mano. De rodillas, en el centro del ruedo, enlaza circulares , que entusiasman. El toro, muy alegre, le permite torear bien, con mucha entrega y con gusto, desplegar todo su repertorio. Estocada: justa oreja.

Aunque se haya empapado, la gente sale feliz: cuando saltan al ruedo toros bravos, como éstos de Fuente Ymbro, todo tiene un sentido; si no… Callemos. Ya sólo falta que gane el Sevilla.

POSTDATA. Algunos amigos sevillanos se han ido a Madrid; otros, salen rápido de la Plaza, para ver por televisión la final de la Copa del Rey. Hay muchas cosas malas en nuestra Fiesta pero no todas. A nadie se le ocurriría, aquí, pitar a nuestro Himno Nacional o a nuestro Rey, algo que a todo español le ofende. (Por cierto, me hubiera gustado ver a don Felipe en la Plaza de los Toros sevillana, el Domingo de Resurrección, honrando algo esta seña de identidad de nuestra cultura. Espero que lo remedie). En esta Plaza, ondean alegremente muchas banderas españolas. Todavía…

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