Enrique Ponce reapareció sin clamor en Aguascalientes
Al Toro Mexico. Juan Antonio de Labra
La frase del encabezado de esta crónica encierra una sentencia de vida, y resume la corrida de la reaparición de Enrique Ponce en
la Monumental de Aguascalientes después de trece largos años de
ausencia. No fue lo que el público esperaba, y se supone que tampoco lo
que quería el maestro.
Si el espíritu de Miguel Espinosa "Armillita" rondaba el ambiente, como un recuerdo perenne de aquella despedida de 2005, mano a mano con el valenciano, la oreja que cortó Enrique esta
tarde al toro que abrió plaza supo a poco debido a su escaso trapío
¿Por qué no se eligió una corrida bien presentada y con mejores
hechuras? Resulta incomprensible, pero sigue sucediendo… y la gente no
es tonto.
Fiel a su costumbre, se esforzó por
agradar en todo momento, y acabó metiendo en la muleta a ese primer
ejemplar de su lote, un torillo cariavacado, cuyas embestidas no
terminaron por romper. Pero ello no importó demasiado a Ponce, que venía decidido a recuperar el tiempo perdido en esta plaza.
Y
después de un entonado trasteo en el que toreó con mando y ritmo,
templando al toro con seguridad, mató de una estocada eficaz y se llevó
un apéndice que algunos aficionados le protestaron, síntoma inequívoco
que no le conferían crédito a un triunfo a medias.
El
cuarto toro estaba fuera de tipo, tanto por su pinta como por sus
bastas hechuras, así que componía un lote que no valía. Ni hablar. A
veces la suerte también tiene sus renglones torcidos. Como el mismísimo
Dios. Enrique trató de meterlo en vereda pero el de Teófilo Gómez embestía puteando, metiendo la cara sin entrega, topando. Y así era imposible.
Y
aunque lo intentó, la gente comenzó a desesperarse, con justa razón, y
le exigió dar por terminado aquel bosquejo de faena de la que salió en
blanco, con las manos vacías.
¿Qué esperar de su próxima actuación del domingo 29 de abril? Por lo menos, que los toros de Bernaldo de Quirós cumplan,
a cabalidad, con el primer requisito que se pide a un encierro: trapío.
Habrá que cruzar los dedos, por el bien de la feria y de todos aquellos
aficionados bienintencionados que seguramente vendrán de distintas
regiones de país el siguiente fin de semana.
Ginés Marín
volvió a enseñorear su proyección, y al segundo, un toro bajo, recto de
lomo, estrecho de sienes y de bonita lámina, lo toreó de menos a más
hasta que acabó dándole tres series de naturales de excelente factura.
Y
si acaso su cite es un tanto brusco, y suele llevarse la muleta al
rematar cada pase, ahí echa le echaba otra vez adelante la muleta con
presteza para enganchar al toro adelante. Luego, se recreaba en un trazo
armonioso, con las zapatillas asentadas sobre la arena, tirando de
aquel toro bravo y llevándolo largo, acompañando con el pecho y la
cintura. Como debe de ser.
Una estocada
perpendicular y algo desprendida, no fue óbice para que le entregaran
una merecida oreja, minutos antes de que se viera imposibilitado de
redondear el triunfo con el quinto, un toro que también fue protestado
de salida, y que no dio opciones de lucimiento, por más intentos que el
jerezano trató de hacer a lo largo de su faena.
Luis David
-así, ahora, sin el "Adame", para diferenciarlo del resto de los buenos
toreros de la casa, y otros más con el mismo apellido-, se mostró tan
valiente como "revolucionado", y al tercer ejemplar de la corrida le
hizo fiestas con mucha rabia, sabedor de que el peso mexicano de la
corrida recaía sobre sus espaldas.
Aunque la
faena careció de templanza en sus procedimientos, sí que hubo entrega y
verdad, y no escatimó ni un ápice para tratar de entusiasmar a sus
paisanos.
Así el robó series de recibo acabado
en las que intercaló muletazos cambiados por la espalda para imprimir
dinamismo y recursos ante un toro que embestía con su punto de
transmisión pero sin buen estilo, ni mucho menos. No estuvo fino a la
hora de matar y perdió la oreja que quizá le hubiesen concedido.
En el sexto también mostró ganas de sacar su tarde adelante pero el de Teófilo Gómez no funcionó, y la tarde se fue diluyendo de manera proporcional al entusiasmo que había surgido cuando el nombre de Enrique Ponce
volvió a aparecer como una de las cartas fuertes más atractivas de la
feria sanmarqueña. Y por eso lo dicho: la felicidad completa no
existe... aunque sí es recomendable bueno procurarla.
Ficha
Aguascalientes, Ags. Plaza Monumental. Séptimo festejo de feria y quinta corrida. Más de dos tercios de entrada, en tarde calurosa, con algunas ráfagas de viento. Toros de Teófilo Gómez, desiguales en presentación (1o. y 5o. protestados por su escasez de trapío), de poco juego en su conjunto, salvo del 2o. que fue enrazado. Pesos: 508, 512, 494, 535, 503, 542 kilos. Enrique Ponce (tabaco y oro): Oreja con algunas protestas y silencio. Ginés Marín (tabaco rubio y oro): Oreja y silencio. Luis David (azul marino y oro): Ovación y ovación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario