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lunes, 17 de septiembre de 2018
Alejandro Talavante, un caso aparte en Albacete
Lo de Talavante fue un caso aparte. No solo en la tarde, sino en toda la feria. La faena a su primero fue pletórica por la inspiración, la elegancia, la imaginación y el gusto que puso a todo lo que hizo.
Una obra preciosa que solamente tuvo el premio de una oreja por la mala colocación de la espada.
Variado y muy precioso con el capote, Talavante comenzó la faena de hinojos sobre la diestra, corriendo la mano como si estuviera de pie, arrucina final incluida. Ya recuperada la vertical, se sucedieron las series por uno y otro pitón a cada cual mejor. Quizás se superó al natural, por donde emanó la hondura, el temple, la suavidad... Un pase de pecho mirando al tendido crujió la plaza.
Tenía la Puerta Grande ya abierta de par en par, pero, ya está dicho, la estocada cayó baja y a eso se agarró el presidente para dejar el premio en singular.
Pero acabó por descerrajarla Talavante en el sexto, un toro que se dejó hasta que se rajó por completo y al que toreó nuevamente con mucho aplomo en series de muletazos por las dos manos, teniendo que recurrir a la corta distancia en un epílogo también de firmeza y valor. Buena estocada y otra oreja para él.
Otro que dejó impronta en Albacete fue Perera, aunque en su caso fue solo a medias. Lo mejor del torero de la Puebla de Prior llegó en el quinto, un toro noblote y manejable de Parladé al que toreó como mucha autoridad y largura por el pitón derecho en varias series bien compactadas por limpias y ligadas.
Un final entre los pitones con el toro más venido a menos mantuvo el diapasón de una labor abrochada magníficamente bien con la espada. Cortó una oreja.
Pero antes, con el segundo, estuvo con algunos altibajos ante un toro que derribó aparatosamente en varas, pero que después se vino abajo demasiado pronto en la muleta, donde el extremeño le pegó pases y más pases pero sin decir absolutamente nada. Quizás una tanda a derechas tuvo su aquel, mas al conjunto le faltó emoción y, sobre todo, un oponente con más casta.
Al Juli le faltó enemigo en su primer turno al enfrentarse a un toro descastado y con muy poco motor. El madrileño anduvo voluntarioso, esforzado, logrando, incluso, algún que otro muletazo de buen aire, pero sin llegar a compactar faena. Tras la estocada, un punto trasero, hubo quien le pidió la oreja, pero al final todo quedó en una ovación con saludos desde el tercio.
Menos rival tuvo con el cuarto, un toro totalmente descastado y que se agarró al piso a las primeras de cambio, negándose en redondo a embestir. El Juli volvió a poner todo de su parte, pero ni así pudo sacar nada destacable.
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