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martes, 9 de octubre de 2018

Exaltación del toro bravo en Valencia




Los toreros se reparten once orejas en una exitosa tarde artística y de público en Valencia

Enrique Ponce se dobla con el segundo de la tarde
Enrique Ponce se dobla con el segundo de la tarde - Efe


Madrid

 La Fundación del Toro de Lidia ha organizado por primera vez, en Valencia, en la fiesta de esa Comunidad, el Día de la Tauromaquia. Hace dos años, ya hubo aquí una emocionante manifestación popular, en favor de la Fiesta. Por la mañana, un concurso de recortadores, que gana el vallisoletano Guindi, de La Pedraja del Portillo. (En Valencia, los festejos taurinos populares cada vez tienen más éxito y desarrolla una eficacísima labor la Federación de Peñas de Bous al Carrer). Por la tarde, un festival con rejoneador, cinco matadores y un novillero. A pesar de la lluvia, la Plaza está casi llena.

 En general, las reses dan buen juego, los diestros se entregan y aciertan, con la espada. Todos cortan trofeos.
La iniciativa merece aplauso pero algunos puntos concretos deben mejorarse. No da buena imagen que, a última hora, se caigan tres diestros (la mitad del cartel): el lesionado Cayetano, Roca Rey y Talavante. Resulta chocante que los recortadores actúen con reses de Torrestrella, Victorino Martín, Adolfo Martín, Samuel Flores y Partido de Resina, mientras que las figuras del toreo a pie lidien reses de Daniel Ruiz, Garcigrande, Cuvillo y Juan Pedro. Lo malo es que no sorprende: así está la Fiesta…

Escuchamos el precioso himno de la Comunidad, cantado por Francisco: «Por ofrendar nuevas glorias a España…» En el primero, Fermín Bohórquez, ya retirado, templa a «Templado», de su ganadería, clava fácil a dos manos. Mata a la segunda: oreja.

Enrique Ponce luce su maestría, la suavidad de su estética con un flojo toro de Daniel Ruiz, que cae varias veces. Gran estocada: dos orejas.

Con un bravo novillo de Garcigrande, para el que algunos piden el indulto, logra El Juli una faena completa, desde las lopecinas a los naturales mandones y circulares invertidos. Estocada con salto: dos orejas y vuelta al ruedo al toro.
El Juli, en un pase de pecho
El Juli, en un pase de pecho - Efe
Bravo pero descoordinado parece el de Núñez del Cuvillo de Manzanares, que lo mantiene y traza elegantes muletazos. Buena estocada: oreja.

El novillo de Juan Pedro, repetidor, le permite a Román lances vistosos; el trasteo entusiasta, desigual, es aplaudido por los paisanos. Aunque mata a la tercera, corta oreja.

Álvaro Lorenzo, que acaba de triunfar en Zaragoza, lidia otro noble novillo de Daniel Ruiz. Quita por suaves rogerinas; logra muletazos clásicos, con mucho eco. Mata fácil: dos orejas.

Cierra el cartel el novillero valenciano Borja Collado. Recibe a portagayola (y enlaza dos largas más) al novillo de Fuente Ymbro, que sale con gas pero saca genio. Brinda el joven a los cinco matadores, en una simpática estampa. Recibe un pitonazo en el primer muletazo, mientras cae el diluvio. Se vuelca, al matar, y premian su entrega con las orejas. Tiempo habrá para juzgarlo.

A pesar del agua, final feliz para un festejo brillante. Un niño chico da lances y se va desfilando, con los maestros. Lo más importante ha sido la exaltación del toro bravo, la base de la Fiesta. Ha declarado Victorino Martín que pretendía subrayar su unión con la sociedad española: «Es cultura popular, fuente económica y preserva el medio ambiente: somos ecologistas. Unidos y orgullosos, nadie nos podrá arrebatar la Tauromaquia». Totalmente de acuerdo.

Postdata. Proclamar que somos aficionados a los toros en Valencia, mi tierra, tiene el éxito asegurado. Me hubiera gustado que se hubiera hecho también en Barcelona. Como el empresario no se atreve, la Fundación del Toro, sin complejos, hubiera podido organizar el festejo en la Plaza de Barcelona: algo más difícil pero que hubiera tenido una trascendencia taurina y patriótica mucho mayor.

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