El comentario de Juan Antonio de Labra
...la bravura es un elemento fundamental que contribuye a detonar...
El tremendo alboroto que formó Diego Ventura
el domingo anterior en la Plaza México, fue una clara demostración de
que el toreo también debe entenderse como un espectáculo de masas, que
es capaz de generar una emoción colectiva de proporciones mayúsculas.
Nadie de los presentes podrá negar que lo realizado por Ventura tuvo
tal impacto, y causó tanta sorpresa. Y por eso el público solicitó, al
unísono, y como nunca se había visto, el indulto del bravo "Fantasma" de
la ganadería de Enrique Fraga, que embistió con poder y transmisión de principio a fin.
Por
otra parte, también se pudo constatar algo en lo que es muy importante
reparar: que la bravura es un elemento fundamental que contribuye a
detonar la emoción. La interesante -y hasta un tanto riesgosa- apuesta
hecha por la administración de Diego Ventura al traer estos toros de encaste Domecq, al final dio los resultados esperados.
Diego Ventura cuenta en México con el apoyo del matador Alejandro Amaya, un
profesional que conoce los secretos del toreo. Entre los dos le
apostaron a una ganadería distinta a las habituales, y esa atinada
decisión desembocó en un triunfo inolvidable del que todavía hoy sigue
hablando la gente.
El arrollador paso de Ventura
por la Plaza México no ha hecho sino calentar el cotarro de una manera
especial, ya que será un revulsivo en todas las corridas que va a torear
a lo largo de una temporada intensa, para la que el público lo estará
esperando con mucho entusiasmo en distintas ciudades, algo que no
sucedía con un torero hace tiempo.
Y aunque el
caballista luso-hispano ya había actuado en México hace varios años,
cuando sumó 54 corridas entre el 25 de diciembre de 2010 y el 26 de
febrero de 2012, la madurez que atesora en este momento, sumado a una
cuadra impresionante, será la clave de un éxito que está cantado.
Esa
expectación que se percibe en los lugares donde está anunciado, como
Tijuana o Querétaro, va a servir para revitalizar a la fiesta de los
toros, que tanta falta le hacía una sacudida de esta magnitud, sobre
todo en tiempos complicados en los que el espectáculo está obligado a
legitimarse -y actualizarse-, para que sea comprendido y respetado como
una tradición popular de hondas raíces históricas.
El
indulto de "Fantasma" contribuye a eso precisamente, a enseñar la
grandeza de un ritual donde el toro tiene la posibilidad de conseguir el
perdón de su vida para volver al campo como semental, después de haber
dado grandeza al toreo.
Qué pena que el resto
de la corrida, desigualmente presentada, por cierto, y con dos toros que
no tenían suficiente trapío, haya impedido un triunfo más amplio a
cargo de los toreros a pie. En cambio, en el caso de El Payo, se llevó una cornada que le costó perder las fechas de Tlaxcala y Tijuana que tenía en su agenda.
Ojalá que se recupere pronto, porque está anunciado en Querétaro al lado de Diego Ventura,
el viernes 30 de noviembre, y seguramente será con la plaza llena y con
un ambientazo. Octavio necesita seguir avanzando en ese concepto de
clasicismo que se ha marcado desde hace varios años, y hoy día lo ha
convertido en uno de los toreros más interesantes de la baraja mexicana.
Entretanto,
este magnífico "empujón" a la Temporada Grande de la Plaza México ha
dejado los ánimos caldeados de cara a la segunda corrida, en la que el
cartel está equilibrado y promete cosas grandes con la presencia de Sebastián Castella, Diego Silveti e Ignacio Garibay, que actuará por última vez en este escenario donde ha regado su sangre y cuajado tardes de puerta grande.
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