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jueves, 15 de noviembre de 2018

Manolo Vanegas: una lección de vida

Seis meses después del grave percance, recibe a Aplausos en el Centro de Parapléjicos de Toledo, donde se recupera

Manolo Vanegas: una lección de vida
Julio César Sánchez

Fotos: JULIO CÉSAR SÁNCHEZ
El mundo del toro vive en un sobresalto casi continuo. A veces es un triunfo rutilante el que hace que todo se estremezca, y otras, irremediablemente en una disciplina como es la Tauromaquia, el revuelo viene producido por un percance y sus consecuencias. En los últimos años bien lo hemos podido comprobar con Víctor Barrio e Iván Fandiño, quienes dejaron su vida en los ruedos para mayor gloria y honra de todos los toreros. Pero hay otro tipo de consecuencias que despiertan una sensibilización especial, es el caso de las lesiones medulares que postran en una silla de ruedas a seres cuya vitalidad salía a borbotones antes de sufrir el percance.
Manolo Vanegas resultó volteado el pasado 17 de mayo en la plaza de toros de Ledesma mientras toreaba al natural un toro de Hoyo de la Gitana a puerta cerrada, con el resultado de tetraplejia incompleta por desplazamiento de las vértebras C4 y C5.
“Creo que el torero ha tirado de Manolo Vanegas persona en muchos momentos. En la mayoría diría”
Desde aquella jornada, justo un día antes de cumplir 24 años, el joven venezolano que con 16 primaveras dejó familia y entorno para trasladarse a España con el fin de perseguir más de cerca su sueño de convertirse en figura del toreo, ha permanecido en el pensamiento de todo aquel que conociera su caso y se considere gente de bien, y ha recibido, de manera directa o testimonial, el apoyo de todo el toreo.
Hace poco más de una semana las redes sociales nos mostraban la sorprendente e ilusionante instantánea de Manolo Vanegas en pie haciendo un desplante a su silla de ruedas, como si ese instrumento, que ha hecho las veces de piernas durante cinco meses, fuera un morlaco al que hubiera superado en la lidia. Por eso en Aplausos nos apresuramos a conocer el momento que vive Manolo Vanegas, y nos citamos con él en el hospital de Parapléjicos de Toledo, su hogar en los últimos meses. Y, para nuestra sorpresa, nos recibe andando, sirviéndose como apoyo de una única muleta, y saludando con una familiaridad emotivamente fraternal a gran parte de los internos con los que nos cruzamos, que saben que este joven es especial: es torero.
-Se hace obligado preguntarle cómo se encuentra.
-Estoy ilusionado. Veo que poco a poco mi estado mejora y mi independencia de movimientos va en aumento, y eso te sube mucho la moral, lógicamente.

-La instantánea de inicios de mes, de pie, junto a su silla de ruedas, supuso un empujón de alegría para el mundo taurino que no muchos esperábamos. ¿Es usted consciente del revuelo que causó?
-Sí, sé que sorprendió por lo que me van diciendo mis amigos y mi entorno. No fue algo premeditado. Recibí la visita de unos amigos. Yo antes de ese día es cierto que me incorporaba de la silla, pero necesitaba ayuda, me cansaba muchísimo, y me tenía que sentar enseguida. Cuando aquel día fui capaz de caminar por mí mismo con muletas, el hacerle un desplante a la silla, como si fuera un toro, me salió solo, casi de manera instintiva, aunque lo cierto es que casi me caí. Aquel desplante me cansó como si me hubiera encerrado con seis toros, pero no pude evitar que el torero saliera a relucir a la mínima oportunidad. De hecho creo que el torero ha tirado de Manolo Vanegas persona en muchos momentos. En la mayoría. Yo no sé si podré volver a torear. En mi mente la idea es que sí, desde luego, pero no lo puedo asegurar, pero tengo claro que ese deseo tan fuerte que late en mí de volver a hacer un paseíllo está provocando que la recuperación sea más satisfactoria.
-Es bonito eso que dice de que la faceta de torero es la que tira adelante de tanta carga.
“Estoy ilusionado. Veo que poco a poco mi estado mejora y mi independencia de movimientos va en aumento, y eso te sube mucho la moral”
-Es así. El toreo ha sido y sigue siendo mi motor. Ha habido momentos de mucha desesperanza. Se pasa muy mal cuando le ordenas a tu cuerpo mover algún miembro y éste no obedece, como me ocurrió estando en la UCI en Salamanca. Las primeras semanas fueron muy duras. Llegar al momento de poder levantarme y caminar solo con muletas ha sido una culminación parcial. Ha sido un paso más en un camino que todavía sé que va a resultar largo. Pero también noto que voy dando pasos adelante sin parar. De hecho los especialistas se sorprenden, porque en una lesión como la que tengo el porcentaje de mejora suele ser de un uno por ciento a la semana. Sin embargo yo estuve avanzando a un uno por ciento al día durante varias semanas. Sobre todo los dos primeros meses que estuve aquí, en Parapléjicos de Toledo.
-El hecho de ver avances notables debe ser el mejor acicate.
-Claro. Pero hay que ir paso a paso. Ahora, por ejemplo, para que se haga una idea, me preocupo de algo tan simple como es tener siempre buen talante, buena predisposición, o de no coger frío, porque hay algo llamado la espasticidad por la cual mi cuerpo responde con menor elasticidad y agilidad si estoy enfadado o si tengo algo de frío. Entonces, como le digo, intento estar muy centrado para ir sumando avances.
-¿Le guarda algún rencor al toro por la situación en la que le ha puesto?
-En absoluto. Desde mi infancia quise ser torero. Yo no entiendo nada de consolas de juegos ni nada de lo que tanto se habla hoy día. Yo de niño la pasaba toreando en la calle o donde podía. Y cuando di el paso y me vine a España con 16 años tenía ya asumido el riesgo que conllevaba la elección que había tomado. De hecho no tengo más que agradecimiento hacia el toro. Él me ha dado lo poco o mucho que tengo, y sobre todo gracias a él he conocido a una serie de personas con las que no me habría cruzado si no hubiera sido por el toreo.
-Se le nota positivo.
-Lo estoy. Fíjese que cuando entré aquí era capaz tan solo de mover la cabeza y no me podía valer por mí mismo en absoluto. Hoy incluso hay gente, cuando me ven caminando, aunque sea con dificultades, que me confunde con un familiar que viene a ver a otro interno. Es algo así como aquello del tuerto en el país de los ciegos. Y creo que la positividad también es importante para la recuperación de mi lesión. Al fin y al cabo todos nuestros movimientos se originan en señales nerviosas, y si el cerebro envía señales negativas estoy seguro que eso no redundará en beneficio de mi recuperación. Por tanto estoy alegre.
“Los especialistas se sorprenden porque en una lesión como la que tengo el porcentaje de mejora suele ser de un uno por ciento a la semana. Sin embargo yo estuve avanzando a un uno por ciento al día durante varias semanas”
-¿Ha visto a su familia desde el percance?
-No. Desde que me fui de Venezuela en febrero, cuando estuve toreando allí, no les he visto. Han querido venir, pero desde un principio dije a mi entorno que no quería que mis familiares me vieran en una silla de ruedas. Cuando me despedí de ellos fue con un abrazo de pie, y así quiero volver a recibirles cuando les vea.
-¿Ha seguido el desarrollo de la temporada o desconectó de ella?
-En un primer momento desconecté. Pero no por desinterés, sino porque no podía mover las manos, mirar Internet… Aunque mi entorno no ha dejado de contarme lo que ha pasado. Y también la gente de Parapléjicos, que ya me conocen, me iban contando lo que sucedía. Incluso uno de mis compañeros de habitación ha sido aficionado, y en una época que se puso algo malito, lo toreé de salón como buenamente pude con una muleta que no pesaba para que se animara un poquito.
-¿Se le pasa a usted por la cabeza la posibilidad de no poder volver a torear?
-Tengo un temor y un sueño. El temor es precisamente ese, no poder volver a torear, que no quiero ni imaginar cómo sería. Pero mi sueño es volver a torear, aunque sin obsesionarme. Toda mi lucha va encaminada hacia ello. Primero estoy intentando recuperar a la persona y luego vendrá el torero. No obstante, el torero es el motor de la persona como antes le he apuntado. No podrá ser el año que viene seguramente, o al que viene, pero tengo que intentar conseguirlo, aunque solo sea para alimentarme moralmente y dar por finalizado tanto esfuerzo. Sería la recompensa más maravillosa. Si hacerle un desplante a una silla fue grande, imagínese si algún día consigo volverme a vestir de luces y hacer un paseíllo.
-¿Y cuál es el pronóstico de los médicos?
-Cuando se habla de una lesión medular no hay pronóstico. Los médicos al principio decían a mi familia que se fueran haciendo la idea de que iba a quedarme en una silla de ruedas para toda mi vida. Es decir, que iba a ser una persona dependiente. Y ahora, gracias a Dios, ya no lo soy. Los doctores prefieren no crear falsas expectativas por si no se cumplen.
-Lo que sí ha sido una constante ha sido la preocupación del toreo por Manolo Vanegas. ¿Usted lo ha podido sentir?
-Sí, claro. Aunque el percance se produjo a mediados de mayo, con San Isidro, me iban diciendo que me habían brindado toros. Y aquello, yo que también he estado en esos zapatos y sé lo que se pasa cuando te vas a poner delante de un toro y jugarte la vida, me pareció muy bonito que se acordaran de mí en esos momentos tan trascendentales. Y también he recibido muchísimos mensajes, visitas personales que no han salido a la luz pública, me han enviado vídeos de ánimo, como el del maestro Talavante… Está siendo muy bonito en ese sentido.
“No tengo más que agradecimiento hacia el toro. Él me ha dado lo poco o mucho que tengo, y sobre todo gracias a él he conocido a una serie de personas con las que no me habría cruzado si no hubiera sido por el toreo”
-¿Hay alguno que se esté volcando especialmente?
-Son muchos. Casi prefiero no dar nombres para que nadie se pueda sentir ofendido, pero el caso de Domingo López Chaves va más allá de la amistad. Le considero como un hermano.
-Viajemos al futuro. Permítase el lujo de soñar y suponga que le es concedido el formar el cartel de su reaparición. ¿Cuál sería?
-¡Ufff! Imagínese. Yo ahora con un tentadero sería feliz. Imaginarme esto es mucho, pero sí es cierto que si en este momento tuviera que elegir un cartel en él estaría López Chaves, porque si Manolo Vanegas está en España es por Domingo López Chaves. Él fue quien me vio un día en Venezuela, depositó su confianza en mí, y me trajo con él. Por tanto no es una relación únicamente de ahora, sino de hace muchos años. El vínculo con él es especialmente bonito y él tendría que estar en ese cartel. Y también me gustaría compartir paseíllo con el maestro Talavante. Es un torero que me encanta, no solo por lo que hace en la plaza, sino también por su personalidad.
-¿Plaza?
-Tengo mucho cariño por la afición de Francia y por su forma de vivir la Tauromaquia. Además, mis apoderados Philippe Cuillé y Didier Cabanis son franceses, y allí me han atendido maravillosamente, pero la plaza que elegiría sería Madrid. Sé que triunfar en Madrid es poco menos que un milagro, pero ya que estamos hablando de un cartel soñado, pues por qué no Madrid.
-¿Y ganadería?
-No he tenido la oportunidad de torearla, pero desde que llegué a España siempre creí que mi toreo podría expresarse dando una dimensión alta con toros de Adolfo Martín. Tengo mucha fe a ese hierro. En dos ferias de Otoño he visto hacer gran toreo a maestros como Paco Ureña o Diego Urdiales.
Sea.

El día a día en Toledo

La disciplina en la vida de un torero -hacer vida de torero, decían- es una característica más que recomendable si se persigue un objetivo, bien sea éste alcanzar el triunfo en los ruedos o, como es el caso de Manolo Vanegas, conseguir mantenerse en pie por sí mismo. La rutina diaria del torero venezolano es simple: “Trabajar y trabajar -asegura- para poder recuperarme. A las ocho me levanto y a las nueve ya estoy haciendo terapia ocupacional, en la que “aprendemos” a valernos por nosotros mismos en la medida de las posibilidades de cada uno. En este momento lo que más estoy trabajando es la movilidad de la mano derecha, que es el lado que tengo más afectado. Después, de diez a dos y media, estoy ejercitándome en el gimnasio. Y cuando puedo ir a la piscina también nado. Por la tarde también intento estar ocupado con actividades que mejoren mi estado físico. Ese ahínco que le pongo ha condicionado también la evolución, además de la buena forma física en la que estaba cuando ocurrió el percance. Yo creo que los músculos tienen memoria, y que con dedicación y sacrificio se puede recuperar gran parte de su antiguo estado”.

Viaje a la feria de Salamanca

Desde que ingresó en el Hospital de Parapléjicos de Toledo Manolo Vanegas tan solo se ha ausentado de él un día. Fue el 15 de septiembre. Ese día hacían el paseíllo en el coso de La Glorieta su amigo Domingo López Chaves y su también admirado Juan José Padilla, que se despedía de la afición charra.

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