El extremeño regresa a su mejor versión y cuaja una rotunda faena a un gran toro de Santiago Domecq, que salva un debut adornado con una excesiva vuelta en el arrastre
Profundo derechazo de Miguel Ángel Perera al notable 'Aperador' de Santiago Domecq, este jueves, en la Maestranza
Tres noticias en una se daban antes de que sonasen los clarines: Manuel Jesús El Cid hacía su último paseíllo en una Feria de Abril -cuatro Puertas del Príncipe le contemplan-, Paco Ureña regresaba a Sevilla después de, y la ganadería de Santiago Domecq debutaba en la Maestranza.
El Cid sintió la calidez y el cariño por los tiempos de gloria en una ovación temprana. Y luego en otra a la muerte del esbelto y corrido toro del debut de Domecq. Que se movió sin terminar nunca de humillar desde su elevada cruz. Con prontitud, fijeza y bondad pero sin entrega ni profundidad. Cid manejó fácil y a su altura aquel pasar. Y le exigió más en una tercera tanda a derechas, la que más trepó por los tendidos. No se daba igual por el izquierdo, pero el vetereno torero insistió: la música cerró el grifo de su generosidad. Y prácticamente ahí acabó la cosa.
La sinceridad de Paco Ureña sigue intacta. La sensibilidad de Sevilla no apareció esta vez para tributarle una ovación en su regreso. Seducían las hechuras de Libanés, su finura, su cortedad de manos, su expresión. Y apuntó buena condición y admirable humillación sin el poder para desarrollarlas. Ureña toreaba a los vuelos, encajado y sutil. Cuando se lo traía al natural, Libanés se venció y lo volteó. Afortunadamente lo empaló sin hacer carne. La faena continuó con el valor sencillo de lo auténtico. Sin que el toro fuera más allá de donde su contado empuje le permitía.
Complicado también fue el quinto, de diferente conformación a todos: corrida abierta de sementales, habían anunciado los ganaderos. Por fuera y por dentro, no hubo uniformidad. Recto, por dentro y por la cadera se vencía el toro en la muleta de Perera. Tras la gran exhibición de Curro Javier con el capote en la brega, tocaba tragar ricino. Tragaderas de acero y seco valor del extremeño. Que en un quite por saltilleras había asustado al miedo. De recio y sordo brillo su esfuerzo. La Maestranza reconoció su seria tarde.
Ureña aprovechó con su honesto embroque el momento cabal del sexto en ese instante. Luego el toro no se rebosaba en las telas. Tan apoyado en las manos.
De las tres noticias que se daban en una, el adiós, el regreso y el debut, la mejor fue la que no contaba: la importancia de Perera. Con permiso de Aperador, el gran salvador de Santiago Domecq.
SANTIAGO DOMECQ
Plaza de la Maestranza.
Jueves, 9 de mayo de 2019. Décima de feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Santiago Domecq; de diferentes hechuras y remates en su
seriedad; el notable 2º premiado con la vuelta en el arrastre; de más
movilidad que entrega el noble 1º; sin poder el 3º, de buena condición;
informal y complicado el 4º; difícil el 5º; manejable sin rebosarse el
6º.
El Cid, de malva y oro. Pinchazo y estocada contraria (saludos). En el cuarto, estocada baja (silencio).
Miguel Ángel Perera, de coral y oro. Estocada trasera y baja (oreja y fuerte petición). En el quinto, estocada (saludos).
Paco Ureña, de coral y oro. Estocada (saludos). En el sexto, pinchazo y media estocada (palmas de despedida).
El Cid, de malva y oro. Pinchazo y estocada contraria (saludos). En el cuarto, estocada baja (silencio).
Miguel Ángel Perera, de coral y oro. Estocada trasera y baja (oreja y fuerte petición). En el quinto, estocada (saludos).
Paco Ureña, de coral y oro. Estocada (saludos). En el sexto, pinchazo y media estocada (palmas de despedida).
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