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jueves, 9 de mayo de 2019

Un gran espectáculo

Perera corta una oreja a una brava, encastada y noble corrida de Santiago Domecq

Uno de los toros de Santiago Domecq, este jueves, en su encuentro con el caballo en la plaza de La Maestranza de Sevilla.rn
Uno de los toros de Santiago Domecq, este jueves, en su encuentro con el caballo en la plaza de La Maestranza de Sevilla.
Sevilla
Plaza de La Maestranza. 9 de mayo. Décima corrida de la Feria de Abril. Tres cuartos de entrada.
Enhorabuena, pues, al ganadero, que ofreció un gran espectáculo a pesar de que no hubo triunfos clamorosos, como se podría presumir por la calidad de los astados.

Eso; ¿por qué no hubo triunfos si hubo toros? Ya se sabe que los toros encastados no son fáciles, no admiten errores y exigen muletas poderosas y cabezas inteligentes. Y no siempre están los hombres de luces con la inspiración a tono para afrontar tal papeleta.

Perera solo cortó una oreja al toro de la vuelta. Quizá, si la estocada no hubiera caído trasera y caída, hubiera paseado los dos apéndices, pero… Se le vio, no obstante, transfigurado con la muleta en las manos. Se hincó de rodillas en el centro del ruedo y allí dio dos pases cambiados por la espalda que cerró con el de pecho en un instante cargado de emoción. El toro, repetidor, largo recorrido, con prontitud y fijeza en su embestida, le permitió que se luciera en un par de tandas con la mano derecha en las que sobresalieron muletazos largos y hondos. Sufrió un desarme tras un natural de categoría y aún dibujo otros más del mismo tenor. El toro, de menos a más, contribuyó sobremanera a una tanda final de derechazos sencillamente excelente.

Espectacular fue el tercio de banderillas del quinto, otro animal encastadísimo, alegre y fiero, que había metido los riñones en el caballo, y desafió engallado a los subalternos. Extraordinario su galope, como lo fueron el primer par de Javier Ambel y Vicente Herrera, y la lidia capotera de Curro Javier, que embelesó al respetable y este le obligó a saludar.

Decepcionó ese toro en la muleta. Desbordó por momentos a Perera, pero se cansó a mitad de faena y acabó rajado en tablas. Queda la incógnita de si se cansó o se aburrió ante la sosería del torero.
Casi curioso es el de El Cid. Antaño deleitó a todos con el mejor toreo clásico, y con el paso del tiempo ha aprendido a torear mal. No es el mismo torero. Se lució a la verónica en su primero, pero en cuanto tomó la muleta se lo comieron las prisas. No había transcurrido un minuto y ya había dado tres tandas de derechazos olvidables. No, hombre, no. No se puede pintar un cuadro en el tiempo de un café. Demasiada celeridad.

Y si mando ni reposo ante el noble y encastado cuarto, que lo superó de principio a fin.

Las prisas de El Cid contrastaron con la serenidad de Ureña. Fue verlo en el centro del ruedo con el capote a la espalda, en el primer toro de Perera, y todos se percataron de que allí había un torero. Las gaoneras no surgieron con la limpieza deseada, pero quedó sensación de grandeza. No tuvo el murciano el mejor lote, y su decisión no encontró el efecto soñado.

DOMECQ / EL CID, PERERA, UREÑA

Toros de Santiago Domecq, correctamente presentados, bravos, encastados y nobles; al segundo se le dio la vuelta al ruedo.

Manuel Jesús El Cid: pinchazo y estocada (ovación); estocada caída (silencio).

Miguel Ángel Perera: estocada trasera y caída (oreja); estocada (ovación).

Paco Ureña: estocada (ovación); pinchazo y media estocada (silencio).

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