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viernes, 14 de junio de 2019

Imposible torear bajo un huracán en Las Ventas


Con toros encastados de Fuente Ymbro, ninguno de los tres diestros logra brillar y los tres fallan, en la suerte suprema


Pepe Moral, en un derechazo al quinto toro
Pepe Moral, en un derechazo al quinto toro - Paloma Aguilar

Andrés Amorós 

El día de San Isidro, Fuente Ymbro lidió un gran toro, «Pijotero», que propició el triunfo de Miguel Ángel Perera: es promesa de reses encastadas. Esta tarde, lidia toros serios, con mucha movilidad; varios son aplaudidos, en el arrastre. Reúne este cartel a tres diestros que no tuvieron suerte en su anterior comparecencia, en esta Feria: ni Morenito de Aranda, con los toros de Las Ramblas; ni Pepe Moral, con los de Baltasar Ibán; ni José Garrido, con los de El Pilar, lograron cosechar aplausos. Ninguno de los tres me parece que estén en su mejor momento. Han de apretar los tres, esta tarde. Así lo hacen pero, bajo un auténtico huracán, sus intentos no dan fruto. Ha sido una tarde muy desagradable, en lo climatológico, y muy anodina, en lo artístico. Además, los tres diestros han fallado mucho en la suerte suprema, la corrida ha durado dos horas y media, hemos escuchado seis avisos y ninguna palma. Los datos no mienten.

Morenito va a porta gayola en el primero: el toro no se fija en él y se para, muy cerca; si a eso se unen las ráfagas de viento, es un trago. El toro sale suelto, hace hilo, quiere irse a tablas. Lo sujeta con pulcros muletazos pero acaba yéndose a su querencia. Además de sus conocidas buenas maneras, ha mostrado decisión pero se dilata, al matar. En el cuarto, logra algunas verónicas, a pesar del viento racheado, y meritorios derechazos de mano baja. Cuando el toro engancha la muleta, ¿es culpa del diestro o del viento? Imposible saberlo. Mata mal.

En el segundo, pica bien Carbonell y lo saca del caballo Garrido toreando (igual que hace Ferrera). El toro va largo, con codicia. Luchando contra el vendaval, los muletazos de Moral no logran el necesario dominio y se muestra inseguro con la espada. Los aplausos se los lleva el toro, que se resiste con bravura a doblar. El quinto persigue a los banderilleros. Comienza Pepe de lejos, en el centro, con el muletazo cambiado: con este viento, me parece una temeridad. Intenta bajarle la cabeza, en muletazos de buen trazo, hace el esfuerzo pero todo queda a medias y mata mal.

El bien armado tercero es pronto, va largo, repite. Garrido liga algunos muletazos con vibración pero el toro no para de embestir, él no redondea la faena y mata caído. Devuelto por flojo el muy serio sexto, el sobrero del conde de Mayalde empuja fuerte al caballo de Óscar Bernal, se deja allí la punta del pitón y buena parte de sus fuerzas, pero es más manejable que los del hierro titular. Garrido logra algunos naturales largos y suaves pero el trasteo resulta desigual, como las embestidas del toro, que ha ido a más. Entrando de lejos, mata mal y suenan dos avisos. Un triste final para una tarde muy ingrata. El público se va hablando de Roca Rey, que vuelve el sábado, y de Pablo Aguado, que vuelve el domingo. ¿Volverá también el viento?

Dominar unas encastadas embestidas y torear con arte, bajo un vendaval, es totalmente imposible.

Manejar el capote en medio de un huracán, una utopía. ¿Es una excusa? Sí, pero también es una realidad indiscutible. Con esta ventolera, ¿cómo no van a sentirse inseguros los diestros? Y el público, del que formo parte, ¿cómo va a enjuiciar con severidad unas suertes con enganchones?
Resumen claro: así, no se puede torear. ¿Está previsto hacer algo para paliar esto, en las necesarias obras de la Plaza? Como repite tres veces el bolero, «lo dudo, lo dudo, lo dudo».

Postdata. Se ha presentado, en Las Ventas, el libro de Salvador Balil «Viaje por la Barcelona taurina». A través de los recuerdos de un buen aficionado, demuestra el arraigo indiscutible que tiene la Fiesta en Cataluña. No debemos olvidar que el Tribunal Constitucional decretó que el Gobierno catalán no tenía competencia para lo que hizo: prohibir los toros. Esta misma tarde sería perfectamente legal celebrar una corrida en Barcelona pero el empresario no se atreve; los profesionales taurinos, en su conjunto, tampoco. Está vigente una Ley que obliga (repito: obliga) a las autoridades de toda España (repito: de toda España) a proteger y fomentar la Tauromaquia, como parte de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial. Esa Ley se incumple flagrantemente, en Cataluña. No es la única, por desgracia.

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