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domingo, 29 de septiembre de 2019

Operar las cornadas se convierte en una disciplina universitaria

La Universitat de València pone en marcha el primer postgrado dirigido a cirujanos de espectáculos taurinos.


Diferentes planos de cornadas que han sufrido algunos toreros durante los últimos años. E.V.  

La letanía del parte clínico se escucha entre prisas y un reguero de sangre que inunda la enfermería de la plaza: «Herida inciso contusa por asta de toro que perfora, secciona y contunde... Cornada de 30 centímetros con dos trayectorias ascendentes... Pronóstico muy grave. Pendiente de estudio radiológico».

Con un grito unánime del ruedo el diestro ha pasado del excitante perfume de la vida a percibir el hedor de la muerte. Un segundo en el que se ha distanciado de la 'puerta grande' y se aproxima, vertiginosamente, a las puertas del cielo.

Todo muta en apenas instantes que no terminan nunca. De la luz deslumbrante y el fascinante colorido de la plaza al callejón oscuro que funde en negro los sueños del artista. De la ilusión por alcanzar la gloria al anhelo roto por la cruel realidad con forma de pitón. De los trajes chispeantes de luces y bordados en oros y platas, a las batas blancas y verdes de médicos, enfermeros y anestesiólogos. Del olé rotundo del ruedo mágico al silencio inquietante y angustioso de la sala del quirófano. Gritos de dolor desgarrado. De la inspiración artística a la intervención quirúrgica. La carne rajada, que es cicatriz y medalla para la posteridad: La cornada.
Fernando Carbonell, Luis Aparicio y Luis Sabater, en el vestíbulo de la Facultad de Medicina y Ondontología.
La cara amarga del toreo, que es el arte más auténtico del universo escénico. El lidiador es el único artista que pone en peligro su vida en el proceso de creación de su obra. El drama, la tragedia, la angustia. La vida o la muerte, en un mismo instante. Un segundo eterno, un centímetro que puede ser un mundo.

Es entonces cuando intervienen los cirujanos, los ángeles de la guarda de los toreros. Espíritus con mascarilla y gorro que han cambiado sus alas por guantes de látex y que solicitan con precisión el instrumental necesario para cerrar las hemorragias y sanear las heridas.

Enfrentarse a la cirugía más agresiva resulta extenuante. Deben operar entre músculos desgarrados y arterias rotas a la mayor velocidad posible.

El campo de batalla quirúrgico que fue descrito en 1945 -precisamente durante el año en que concluía la II Guerra Mundial- por Paco Serra -a quién Valencia puso su nombre en un pasaje adyacente a la plaza de toros-.

En su Tratado de Taurotraumatología, el doctor Serra definió la cirugía taurina a través de similitudes con la 'cirugía de guerra'. Tiempo después uno de sus sucesores, penúltimo cirujano de la Plaza de Toros de Valencia, José María Aragón, añadió que el pitón del toro bravo «puede estallar en cualquier parte del cuerpo del torero. Como la bala o la pólvora penetra en el cuerpo del soldado o del civil». Aragón solía decir que los toreros «tienen carne de perro», porque «están hechos de otra pasta».
La cirugía taurina se considera una superespecialidad enmarcada dentro de la Traumatología, que ahora, y por primera vez, entra en una institución académica. La Universitat de València junto a la Sociedad Española de Cirugía Taurina han programado el postgrado Asistencia Médico-quirúrgica Integral a los Heridos por Asta de Toro, que es único en Europa.

El curso está dirigido por el cirujano de las plazas de toros de Valencia, Utiel y Requena y miembro de la Sociedad Española de Cirugía Taurina Fernando Carbonell, por el profesor de Cirugía de la Universitat de València Luis Sabater y por el secretario de la Facultad de Medicina y Odontología de Valencia, Luis Aparicio, y cuenta en su cuadro docente con los principales expertos en asistencia médico-quirúrgica, procedentes tanto del ámbito universitario como de las más importantes plazas de toros españolas.

Sus organizadores aseguran que el programa ha sido estudiado y consensuado con la Sociedad española de Cirugía Taurina (SECT) y su presidente, Pascual González Masegosa, y cuenta con numerosas clases prácticas. Su web de inscripción es https://postgrado.adeituv.es/es/cursos/salud-7/19714908/datos_generales.htm.

El objetivo del postgrado -con plazas limitadas- se basa en que los médicos que asisten a heridos por asta de toro «tengan una titulación que acredite que poseen suficientes conocimientos como para atenderlos de la mejor manera posible. Una acreditación así no existe hasta ahora y lograrla ha sido uno de los caballos de batalla de la SECT de estos últimos años», aclara Carbonell.

Los profesionales de la cirugía podrán aprender a atender heridas diferentes por su inmediatez y trayectoria, según Sabater, quien destaca la importancia de «ordenar prioridades en la atención médico-quirúrgica para salvar el máximo número de vidas y evitar secuelas a largo plazo que afectan gravemente a la calidad de vida. Para atender a este tipo de pacientes es necesario contar con una formación que nos se imparte en los estudios de Medicina porque es muy específica».

Entre los temas que se abordarán en profundidad durante el curso se hallan cuestiones como: el protocolo de actuación de asistencia ante un accidente taurino, la inmovilización y traslado, la hemorragia profusa y su tratamiento inmediato, las fracturas y esguinces de extremidades y pelvis, el manejo urgente de la vía aérea, el traumatismo craneoencefálico y raqui-medular, la reanimación, la anatomía quirúrgica en la región inguino-femoral, en la cervical, en la axilar y en la perineal o el acceso a grandes vasos periféricos.

La legislación actual sobre las heridas de asta en espectáculos taurinos, la relación del personal sanitario con los medios de comunicación en relación a los partes de asistencia, o la percepción que tienen los profesionales de la tauromaquia de los equipos médicos serán asuntos que también se analizarán en las clases que se impartirán durante los próximos meses de octubre y noviembre en la Facultad de Medicina y Odontología de Valencia.

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