CUARENTA AÑOS DE SU ALTERNATIVA
Eduardo Soto Alvarez.
En la portada, aparece una ilustración del
cartel de las Ferias de San Miguel de
Úbeda del año 1979, en las que Nerio tomó la Alternativa. Ahora bien,
en la parte que se refiere a la corrida del doctorado, figura el
toricantano en el segundo lugar de la terna, antecedido lógicamente por
el Padrino Francisco Ruiz Miguel, pero seguido por José Antonio Esplá,
Testigo de la ceremonia. Sin embargo,
al leer el capítulo correspondiente, no hay duda que Nerio lidió
el primero y el último toro, lo que se ajusta a la práctica tradicional
en estos casos. Asi pues, se trata de un error en el cartel, que si
hubiese sido estampilla postal
multiplicaría muchas veces su valor.
En otra de las ilustraciones, aparece Nerio, su estatua
y el autor del libro que estamos comentando. Es posible que las
características de esta fotografía sean únicas en el mundo de la
tauromaquia, pues aparece el torero, junto al monumento erigido a su
persona (cosa poco usual y que se acostumbra más bien
en política con infelices resultados) y el autor del
libro sobre su vida. Muy pocos diestros pueden darse el lujo de El
Tovareño: leer su biografía y ver una escultura de su figura en una
plaza de toros.
También es curioso lo que aconteció en San Roque, Provincia de Cádiz, en 1980, cuando alternaba con Diego Ramos, El Merlo, primer espada y cerraba el cartel José Lara, novillero local que tomaba la alternativa. Resulta que el cuarto toro, corneó gravemente a Ramos y no pudo rematar su faena, entonces le tocó a Nerio despacharlo, lo que hizo de certero espadazo. La Presidencia lo recompensó con una oreja, pero también concedió otra al torero herido; premiaciones de esta naturaleza son raras, aunque nada las impide cuando se dan las circunstancias. Pero las curiosidades no se quedan allí, pues ese toro que pasaportó el paisano, era de Sánchez Cobaleda, hierro que no estaba anunciado en el cartel y solo salieron a la arena seis ejemplares.
También es curioso lo que aconteció en San Roque, Provincia de Cádiz, en 1980, cuando alternaba con Diego Ramos, El Merlo, primer espada y cerraba el cartel José Lara, novillero local que tomaba la alternativa. Resulta que el cuarto toro, corneó gravemente a Ramos y no pudo rematar su faena, entonces le tocó a Nerio despacharlo, lo que hizo de certero espadazo. La Presidencia lo recompensó con una oreja, pero también concedió otra al torero herido; premiaciones de esta naturaleza son raras, aunque nada las impide cuando se dan las circunstancias. Pero las curiosidades no se quedan allí, pues ese toro que pasaportó el paisano, era de Sánchez Cobaleda, hierro que no estaba anunciado en el cartel y solo salieron a la arena seis ejemplares.
En el mismo año de 1980, se
relata un detalle revelador de la importancia que revestía para Nerio
su tierra natal. Resulta que el seis de septiembre, estaba anunciado en
una corrida mixta a celebrarse en Villamayor de Santiago, Municipio de
Cuenca en España,
en el cartel figuraba nada menos que junto a Joao Moura, el gran rejoneador portugués y un diestro español.
Pero resulta que poco después, cristalizó la posibilidad de
actuar en Tovar en la misma fecha, por lo que Nerió prefirió declinar
esa actuación en la madre patria, para poder torear en su patria chica,
en el contexto de la feria en honor de La Virgen
de Regla, lo que causó cierto disgusto en su entorno taurino ibérico,
que no podía comprender el apego de los tovareños por su terruño. Como
los carteles ya estaban en la calle con varias semanas de antelación,
Nerio figura en el cartel de una corrida en la
que no participó, lo que tampoco es frecuente en la Fiesta Brava.
Por cierto,
todos estos carteles presentan
al venezolano por su segundo nombre: Rafael Ramírez;
y en el último lo anuncian como gran banderillero.
Así pues, el coterráneo se ha relacionado con tres carteles objeto de curiosidad; si añadimos que
Nerio tiene ya monumento y biografía, podemos
concluir que se trata de un caso excepcional en la Fiesta Brava.
Por otra parte, en la contraportada del libro,
se reproduce un cartel del Coliseo
de Tovar de 1999, cuyo programa oficial se inicia con la fórmula
tradicional: Con el permiso de las Autoridades Competentes y si el
tiempo no lo impide, etc. No deja de llamar la atención el
encabezado, al tratarse de un coso techado como el nuestro; pero hay que recordar que uno de los
peores enemigos de los toreros no es la lluvia sino el viento y
nuestra plaza tiene techo pero no es cerrada, por lo que cuando sopla
mucho aire (así lo llaman los toreros) se siente en el redondel e
incluso puede colarse la lluvia
en el recinto. Que yo sepa, a nadie se le ha ocurrido hasta ahora, hacer un coso con cortavientos.
Al final del mismo cartel, figuran los precios de las localidades y la tercera fila es más cara
que la segunda, lo que seguramente es una errata.
La obra de Nilson, es un excelente recuento de la vida
taurina de El Tovareño,
muy oportuna además, puesto que coincide con sus cuarenta años de Alternativa, por lo
cual reitero mis felicitaciones al torero y también al biógrafo por tan interesante publicación.
Que
Dios guarde por mucho tiempo a Nerio, aunque la biografía de Nilson se vaya tornando incompleta, como la escrita al alimón
hace
años sobre Manuel Benítez, El Cordobés.
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