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jueves, 3 de octubre de 2019

Tomás Rufo: ‘En el hotel todavía no era consciente de que había salido por la Puerta Grande’


 ‘En la plaza no fui consciente de lo que acababa de conseguir’

 ‘Pude escuchar esos olés rotundos de Madrid que para cualquier torero es un plus de emoción’

 ‘Soy consciente que todavía queda un camino muy largo por delante porque esto acaba de empezar’

 ‘Después del triunfo yo sigo siendo el mismo: una persona humilde que sigue entrenando’


Tomás Rufo, por la Puerta Grande de Madrid I JULIÁN LÓPEZlinea-punteada-firma1
JAVIER JIMÉNEZ > Madrid


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‘Cuando llegué al hotel todavía no era consciente de que había salido por la Puerta Grande de Madrid, asegura el novillero toledano Tomás Rufo. ‘Ahora, sin embargo, lo pienso y se me ponen los pelos de punta, porque son tantas tardes yendo a Madrid, ver tantos toreros salir en hombros… que en esos momentos, me ilusionada sólo con poder torear algún día en Las Ventas. La Puerta Grande ya era un sueño, pero nunca hay que dejar de soñar, incluso en los entrenamientos, porque si lo imaginas allí, luego te puede salir en la plaza’, afirma.

Madrid es la meta para todos los que alguna vez se visten de luces, pero no es un hueso fácil de roer.

Sin embargo, Las Ventas se rindió a Tomás Rufo. ‘Creo que cuajé una gran tarde con la mano izquierda y la sensaciones fueron únicas porque realicé dos faenas muy emotivas y distintas, pero en las que me pude expresar. Mi primero creo que nadie lo vio en los primeros tercios, pero aposté por él y lo maté de un espadazo. Mi segundo tuvo otra condición y hechuras. Ya desde el sorteó me gustó y me dejó disfrutar y estar muy a gusto’, apunta.

En la plaza no fui consciente de lo que acababa de conseguir. Me he visto repetida la novillada dos o tres veces y, aunque he visto muchas cosas buenas, también hay cosas malas y defectos que a poco a poco los iré corrigiendo’, asegura con humildad y sinceridad.

Tomás Rufo, cambio de mano con la pierna semiflexionada | JULIÁN LÓPEZ

El escritor Héctor Carranza Alcívar aseguró una vez que lo efímero de un momento siempre se hace eterno en la memoria. Sin lugar a dudas, el inicio de la Feria de Otoño, dejó pellizcos inolvidables. ‘Hubo muchos momentos buenos, pero me quedo con la segunda tanda al quinto, en la los derechazos fueron muy relajados, me lo pasé por detrás y lo rematé con un pase con la rodilla semiflexionada. En ese momento, la gente rompió y pude escuchar esos olés rotundos de Madrid que para cualquier torero es un plus de emoción’, apunta.

Cinco años llevaba la Puerta Grande sin abrirse para un novillero. En el primero, paseó una oreja y la salida en hombros estaba más cerca que nunca por el ambiente que allí se vivía. ‘Pensé en la Puerta Grande, pero, sobre todo salir a disfrutar el novillo que me quedaba‘.

‘Lo que si se me pasó la cabeza fue el tema de la espada porque el día anterior pinché los novillos en Algemesí y se me vino al pensamiento el poder cuajar un novillo en Madrid y luego pincharlo, pero en el momento que cogí la espada, relajé la mente y tiré para adelante’, insiste.

Tomás Rufo, al natural | JULIÁN LÓPEZ

Sus actuaciones fueron rotundas y sorprendieron al público. ‘La gente fue buena conmigo, porque vio entrega y ganas de querer. Incluso, esa entrega tapó mis miles de fallos. El público de Madrid, si ve a una persona entregada, finalmente se entrega. Es muy bonito sentir el cariño de Las Ventas y en especial de un tendido que aprieta más a los toros, como el 7, que me trató con mucho cariño’, sostiene.

Una tarde inolvidable está formado por varios momentos destacados y emocionantes. Uno de ellos fue el brindis a Florito. Dos personas con raíces talaveranas unidos en la primera plaza del mundo. ‘A Florito le tengo mucha admiración y un cariño especial. Al final, ese brindis queda para nosotros, fue algo muy bonito que lo voy a recordar para el resto de mi vida’, expone.

EL ANTES Y DESPUÉS DEL TRIUNFO

‘Soy consciente que todavía queda un camino muy largo por delante porque esto acaba de empezar, aunque tengo muchas ganas y mucha ilusión’, afirma Tomás Rufo tras su triunfo por Madrid.

Después del triunfo yo sigo siendo el mismo: una persona humilde que sigue entrenando. En el tema de contratos, no sé si habrá variado algo, pero, por ejemplo, me llevé la sorpresa de entrar en el festival de Bilbao, asegura lleno de ilusión.

Tomás Rufo, en Madrid | JULIÁN LÓPEZ

La tarde la Feria de Otoño fue el premio de convertirse en la revelación del certamen de novilladas nocturnas y de llevarse el gato al agua en la final. Dos tardes en las que también rozó el triunfo y que le valieron para volver a Madrid.

‘La tarde de la Feria de Otoño era una fecha señalada en mi temporada y la afronté con mucha ilusión y mucho trabajo, con jornadas de duros entrenamientos con el fin de trabajar la lesión del hombro. Me mentalicé mucho y fui con las idea claras, convencido de lo que quería hacer y con ganas de torear’.

Sabía donde iba -continúa- y lo que quería, por lo que disfruté mucho el día desde por la mañana: cuando llegué con la cuadrilla, hablando de toros, de Las Ventas, de la novillada… Hablando mal, torear en Madrid es la hostia’, asegura sonriendo.

Tomás Rufo, en Madrid | JULIÁN LÓPEZ

Llama la atención que con poco rodaje y escasas novilladas en su esportón, el golpe en la mesa fuese tan rotundo. Para ello, los entrenamientos, el sacrifico y la constancia son las bases del triunfo. ‘Soy un chaval nuevo, tengo muchas cosas que corregir y que mejorar’.

La verdad que ser torero no es un mundo fácil. Algunos dicen que perdemos y renunciamos a muchas cosas, entre ellas a la juventud, pero al fin y al cabo cada uno la disfruta como quiere. Hay gente que le gusta el fútbol o salir de fiesta. A mí me apasiona torear y me considero una de las personas que más está disfrutando de su profesión’, analiza.

‘Al fin y al cabo, habiendo estas recompensas no tiene precio nada’, concluye con la ilusión en la mirada y sin poder negar la alegría en su sonrisa.

Tomás Rufo, sobre la diestra | JULIÁN LÓPEZ

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