En este presente todos nos preguntamos cómo será el futuro tras el coronavirus. Es evidente que con el COVID-19 comienza un nuevo orden mundial. Las grandes catástrofes y los escenarios más traumáticos suelen dar lugar a nuevos modelos sociales, económicos y geopolíticos
Aumenta el control sanitario y de cuarentena en el aeropuerto de Sheremetyevo (Moscú) debido al brote de coronavirus en China.
Igor Ivanko/Kommersant/EuropaPress
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Visionarios como Bill Gates o los muchachos de Google viven en el futuro, y de vez en cuando nos mandan un mensaje desde el más allá. En 2015, el fundador de Microsoft dio una charla donde aseguró que "no estamos listos" para la próxima crisis mundial, y aseguró que ésta no iba a deberse a una guerra sino a un virus. Aquí lo tenemos.
En este presente
todos nos preguntamos cómo será el futuro tras el coronavirus. Es
evidente que con el COVID-19 comienza un nuevo orden mundial. Las
grandes catástrofes y los escenarios más traumáticos suelen dar lugar a
nuevos modelos sociales, económicos y geopolíticos.
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1-
El libre mercado como lo conocemos ha muerto. Países como Estados
Unidos o el Reino Unido empiezan a cambiar sus políticas ante una crisis
sanitaria a la que el sistema actual no es capaz de responder. Los
mecanismos habituales no funcionan porque no nos enfrentamos ante una
crisis normal.
Nuestro sistema se basa en la iniciativa privada y en el trabajo-recompensa.
La crisis del coronavirus no solo ha dañado el tejado del sistema, sino
que sus propios fundamentos han explotado. El cambio de sistema
económico es, por tanto, una necesidad.
El capitalismo se verá obligado a adaptarse a esta crisis. El nuevo modelo económico deberá tener en cuenta tres factores esenciales:
- La salud
- El bienestar
- Nuestra relación con el planeta
2- La clase media es cosa del pasado
En
líneas generales iremos hacia una sociedad más igualitaria, con una
pequeña clase alta que vivirá a unos niveles que el resto sólo podrán
soñar. Es posible que la renta básica universal sea una alternativa para algunos gobiernos.
En
un primer momento las clases trabajadoras y los más desfavorecidos
sufrirán más económicamente el impacto del coronavirus. Sin embargo, a
largo plazo la clase media (formada por un grupo muy variado) es la más vulnerable por representar un sistema de vida que ya está obsoleto.
Y ojo con invertir en ladrillo, porque el precio de la vivienda bajará. En el mundo post- coronavirus especular con la vivienda será más difícil y los alquileres desorbitados también.
3- Se reforzará el papel de los Estados
Los
Gobiernos son conscientes de que la economía en manos de corporaciones y
empresas privadas no es capaz de responder a crisis sanitarias como la
del COVID-19, lo que hará que volvamos a economías más intervenidas y
controladas. Este escenario puede hacer que algunos países tengan la
tentación de mutar hacia sistemas más autoritarios.
4- Se acelerará la robotización y la digitalización
La
robotización y digitalización es un proceso en curso que se acelerará
tras el coronavirus. La economía tiene que estar preparada para hacer
frente a crisis como ésta, y el empleo de máquinas y sistemas de inteligencia artificial es
a día de hoy la mejor opción. Esto abre un espacio nuevo y nuevas
oportunidades de negocio para quienes se adapten a la nueva tendencia
.
Pero mientras nos dirigimos a ese escenario 4.0, se multiplicarán los empleos precarios, el llamado proletariado digital.
De los gobiernos depende que esa flexibilización y desregulación del
empleo se haga en condiciones justas para que las personas que hacen
posible que compremos por Internet, pidamos comida a domicilio desde
nuestro teléfono o solicitemos un transporte con un click no sean esclavos digitales sino trabajadores con todos los derechos.
5- El dinero en efectivo tiene los días contados
Esto
no es nuevo, pero el proceso se acelerará. Usar tarjetas es más
higiénico y limita la economía sumergida. La contrapartida es la pérdida de libertad. Los pagos electrónicos harán
más fácil fiscalizar nuestros gastos. Imagínese que usted es fumador y
su seguro médico privado penaliza el hecho de fumar. Mentir será más
difícil. Sus hábitos quedarán registrados en su hoja de gastos.
Al
mismo tiempo, los gobiernos necesitarán ingresos para hacer frente a la
deuda contraída para superar esta crisis sanitaria. Nos esperan subidas
de impuestos, pero también medidas creativas para aumentar la
recaudación. Posiblemente veamos a medio plazo la plena legalización de la marihuana. Solo en España supondrá más de 3.000 millones de euros anuales para las arcas del Estado.
6- Empujón al teletrabajo y al comercio electrónico
El
teletrabajo ya es una tendencia en alza en zonas como el norte de
Europa. Ya ha llegado y llegará para quedarse. Así que esas cafeterías
repletas de empleados que aprovechan la pausa del café para charlar o la
saturación de los transportes públicos a primera hora serán poco a poco
cosas del pasado.
Nuestro hábitos cambiarán y pasaremos a hacer más vida en casa y a interactuar mucho más a través del universo digital. Sobre el comercio electrónico, es evidente que es un fenómeno imparable que el coronavirus va a acelerar. También veremos como la telemedicina, la realidad virtual, el voto electrónico o los estudios online pasan a formar parte de nuestra cotidianeidad.
7- Las emociones dominarán el discurso político
El
discurso emocional en la política es propio de crisis como la que ahora
atravesamos. En este caso, al tratarse de una situación de que pone en
riesgo nuestra salud, ese discurso se va a acentuar y mantener.
Posiblemente marque la tendencia en las próximas décadas. El político
que dé la cara lo hará cada vez más recurriendo a las emociones y menos a
los hechos. Esto también puede degenerar en más demagogia y manipulación.
Al mismo tiempo, la segunda línea de la política, esa en la que se toman las decisiones, estará dominada por tecnócratas,
personas formadas que determinarán realmente el futuro de los
gobiernos.
Se acabó el político de segunda línea sin experiencia y
conocimiento en el área de su departamento. Vamos a una sociedad más
tecnificada y no podemos permitirnos que las decisiones las tomen
personas que no están preparadas.
8- Entramos en la era del dragón
China
ha logrado dominar la narrativa del éxito en esta lucha contra un virus
que viene de la propia China. Hoy los ojos de todo el mundo miran hacia
el gigante asiático, que además se está permitiendo ofrecer a otros
países su ayuda. China aprovecha esta crisis para blanquear su imagen y
confirmar su posición hegemónica. No nos olvidemos que gran parte del
mundo necesita los productos made in China para hacer frente al COVID-19.
China ya no es solo el productor, China es para muchos la esperanza para superar la crisis del coronavirus, mientras Estados Unidos sigue sin reaccionar con decisión y habla del "virus chino".
Igual que la crisis del Canal de Suez de 1956 supuso el la pérdida de
protagonismo del Reino Unido en el mundo, posiblemente el COVID-19
rubrique el fin del dominio estadounidense y el comienzo de la era del
dragón. Si además China logra desarrollar la vacuna contra el COVID-19,
entonces tendrá una alfombra roja para reinar en el mundo.
9- Más multilateralismo
Si
la II Guerra Mundial dio paso al nacimiento de la ONU, el coronavirus
también dará lugar a instituciones multilaterales más fuertes. Una
Organización Mundial de la Salud con más poder puede ser determinante
para enfrentar crisis como la del COVID-19. Y es posible que el
coronavirus no sea la última pandemia que enfrentemos.
El futuro de la Unión Europea deberá
ir por esa línea: o asume un protagonismo decidido y refuerza sus
instituciones, o dejará que otras organizaciones internacionales más
fuertes ocupen su lugar.
Por supuestos los pequeños nacionalismos y regionalismos tendrán que adaptarse a esta situación. Las mentalidades cavernícolas no tendrán mucho sentido en el mundo post-coronaviurs. Florecerá un nuevo patriotismo más asociada a la solidaridad y
al sentimiento de comunidad, donde personajes que promueven el odio,
por ejemplo buscando la separación artificial de territorios unidos por
vínculos emocionales e históricos, deberían quedar fuera de juego.
10- Menos globalismo económico
Producir
al otro lado del mundo la mayoría de lo que consumimos es un disparate,
como ha quedado patente con la crisis del coronaviurs. Además es
terriblemente antiecológico y potencia las desigualdades entre los
países.
El coronavirus impulsará el transporte menos contaminante.
Si hay que trasladar productos a mercados lejanos, habrá que hacerlo de
una forma que tenga menos impacto para el medio ambiente.
En todo caso
en el mundo post-coronavirus se reforzará el consumo de productos de proximidad y la producción nacional. También el turismo de cercanía crecerá frente a los viajes al otro lado del mundo. Los viajes en avión se reducirán y estarán más controlados.
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