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miércoles, 28 de octubre de 2020

Los Toros en América. Parte I

Notas Taurinas



Por Álvaro Sandia Briceño
"La fiesta de los toros, totémica y milenaria, se proyecta desde la cultura ibérica a las tierras americanas gracias al Descubrimiento. En la América precolombina no se conocían el caballo ni el toro, fundamentales para la fiesta. Después de Colón, desde las orillas del río Bravo a la Tierra del Fuego, durante siglos, se corrieron toros tal y como se hacía en la metrópoli, remedando estilos y usanzas de la corte", así se expresa Fernando Vinyes en su libro México Diez Veces Llanto. Los conquistadores sembraron, enraizaron y cultivaron la fiesta de los toros en nuestras tierras, para hacer también aquí realidad lo que Don José Ortega y Gasset llama "la amistad, tres veces milenaria, entre el hombre español y el toro bravo".

En México, siete años después de haber llegado Hernán Cortes, se celebró en 1526 el primer festejo de toros, con toros bravos de Navarra que se tenían en las haciendas que habían empezado a organizar los conquistadores españoles. Estos toros, dada su fiereza servían para proteger las propiedades de quienes pretendieran incursionar en las mismas.

En 1522 Hernán Cortes le concedió a su primo Juan Gutiérrez Altamirano, una hermosa finca que incluía el poblado de Atenco, con doce pares de de toros y vacas navarros traídas por su pariente Juan Rodríguez Altamirano, ganado este que cruzó con el ganado cibolo que existía en la llanura y que por su bravura hacía propicia que se le lidiara, a la usanza de la época, en las primeras fiestas celebradas en mesoamérica.

Indudablemente esta fue la primera ganaderia de reses bravas que existió en América.

Muchas y muy buenas son las actuales ganaderías de toros bravos en México. En los ruedos venezolanos hemos disfrutado de extraordinarias faenas con toros de Valparaíso, Las Huertas, Vistahermosa, Zacatepec, Garfias, Piedras Negras, La Laguna, Rancho Seco, Tequisquiapan, El Rocío, Peñuelas, Mimiahuapam, entre las más recordadas. En nuestra Plaza Monumental de Toros Román Eduardo Sandia, sobre todo en los primeros años, antes de que se establecieran las actuales ganaderías venezolanas, muchas tardes de gloria nos proporcionaron.

Mario Moreno, el genial Cantinflas, fue ganadero de reses de lidia bajo el nombre de Moreno Reyes Hermanos, en su finca La Purísima.

La inició con toros y vacas de Pastejé, luego giró hacia el encaste de San Mateo con vacas de Torrecilla. La antigüedad la adquirió el 20 de noviembre de 1963 en la Plaza de Toros de Jiquilpán en la cual la terna integrada por Joaquín Bernardó, Rafael Rodríguez y Juanito Silveti, cortaron orejas a tres de los toros de la ganadería debutante.

Composición fotográfica Germán D'Jesús Cerrada 

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