Inglaterra, que jugaba ante su público y ante su aficionada más ilustre, la reina Isabel II, se encontraba en una situación similar a la de Brasil en 1950. Su deseo no era otro que ganar la Copa Mundial en casa, en este caso, en Wembley. Pese a estar decididos a evitar su particular Maracanazo, los ingleses se enfrentaban en la final a la República Federal de Alemania, un equipo al que le gustaba dar la campanada, como había demostrado contra Hungría en 1954. Wolfgang Weber evitó que los anfitriones se proclamaran campeones al término del tiempo reglamentario gracias a su gol en el último minuto, que subió el 2-2 al marcador. Geoff Hurst, que ya había visto portería en los primeros 90 minutos, marcó dos goles más en la prórroga. El primero de ellos fue el más polémico en la historia de las finales de la Copa Mundial: un potente disparo que golpeó en la parte inferior del travesaño y que botó sobre la línea de gol, según los alemanes, o un poco más allá, según los ingleses y, lo más importante, según el juez de línea soviético. El triunfo otorgó a Inglaterra su única Copa Mundial hasta la fecha, y Hurst sigue siendo el único jugador en haber firmado una tripleta en la final de la prueba reina.
Reina de los mares…
En el momento del máximo triunfo (tras dos brillantes victorias seguidas en los mundiales) parecía que el sol sobre Brasil no se pondría nunca.
Pero cuatro años después los magos de la pelota no lograron ni siquiera subir al podio. En cambio, varios países lo hicieron por primera vez en su historia.
En el año 1966 Inglaterra, la cuna oficial del fútbol, debutó como anfitriona del mundial que tuvo lugar desde el 11 al 30 de julio. Casi cada partido del certamen contó con la máxima audiencia lo que permitió establecer un récord de asistencia de público, imbatible durante casi 30 años.
El torneo se desarrolló en ocho estadios, entre estos el fabuloso Wembley, el más nuevo de aquel entonces.
La fase de grupos brindó la primera sorpresa. Brasil, ganadora de dos torneos anteriores, no pudo clasificar a la siguiente fase. Y eso que Pelé y Garrincha le regalaron la única victoria sobre Bulgaria. A Brasil lo adelantó Portugal, encabezado por el gran Eusebio, y Hungría. Otro resultado inesperado se dio en el grupo 4 donde la URSS y Corea del Norte se impusieron a Italia y a Chile.
No obstante, en las eliminatorias Corea del Norte perdió ante Portugal ya en la primera ronda.
Este encuentro fue uno de los mejores partidos de toda la vida para Eusebio, destacado delantero. Él marcó 4 goles, dos de ellos de penal gracias a lo cual su equipo pudo vencer cuando estaba perdiendo 0 a 3. En ese momento, en otro encuentro, el futuro ganador del torneo, el equipo inglés, ganaba a Argentina gracias al gol de Hurst en el minuto 78.
En la semifinal Inglaterra tenía que jugar con Portugal. Dos goles de Bobby Charlton (que en aquel mismo año ganó el Balón de Oro), permitieron a los ingleses pasar a la final (Eusebio marcó un gol por Portugal). En otra semifinal el equipo de la República Federal de Alemania se impuso a la selección de la URSS 2 a 1.
El encuentro final, que tuvo lugar en Wembley el 30 de julio de 1966, destacó por tres goles de Geoff Hurst y un gol fantasma que fue registrado por el árbitro Dienst y el árbitro de línea Bajrámov. Este momento entró en la historia del fútbol mundial y levantó mucha polémica entre los hinchas. Con el marcador de 2 a 2 este gol marcado en la prórroga permitió a los ingleses cambiar el ritmo del partido. Hurst asimismo marcó el cuarto gol.
En el partido por el tercer lugar Portugal se impuso a la URSS con un 2 a 1.
Eusebio y Torres destacaron en el equipo portugués, de la parte soviética Maloféyev marcó el gol.
“Claro que nos dio pena haber fracasado pero el fútbol es un juego y en esta ocasión ganaron nuestros contrincantes”. Así comentaban el resultado del partido los soviéticos. En aquel momento aún nadie sabía que el partido por el tercer lugar iba a ser el mejor resultado de la URSS en los mundiales mientras que los portugueses solo jugarían en esta ronda 40 años después.
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