Crónica de la 20ª de la Feria de San Isidro de Madrid
Por Javier Jiménez
Mundotoro
Tuvo la 20º de San Isidro faenas con estructura, pero sin guion establecido. Una originalidad creada a golpe de desorden pues los toros de Alcurrucén -dispar en presentación con algunos muy justos- se movieron sin emplearse y con mucha irregularidad. Ante eso, una tarde de Luque y una faena de Talavante consiguieron el milagro del temple bajo la lluvia. Algo apaciguó a las ferias. Ir y venir constante al que había que dar forma con claridad y firmeza aplastante. Más de lo que la gente pudo percibir. Luque fue un torrente de capacidad. Talavante, de sensaciones. Sigue Urdiales sin suerte en los sorteos, con todo a la contra, a pesar de dejar bajo el ruedo de Las Ventas su impronta frente al primero.
Basto de hechuras, corto de cuello y muy ancho de pechos fue el tercero. Alejado de la finura de Núñez. Tuvo poco perfil el cinqueño, que apenas se empleó en los primeros tercios, ni tampoco recibió castigo en la suerte de varas de la que huyó al sentir el hierro. Sin fijeza y en el desorden, puso Iván García dos pares de enorme dificultad para cuadrar más en la cara. Se fue con decisión Daniel Luque al terreno del tercio entre los tendidos 5 y 6, para comenzar por derechazos con la rodilla semiflexionada, bajando la mano con dominio, rompiendo la embestida del toro que ganó en definición. Soberbio. Prosiguió Luque sobre la mano derecha en los mismos terrenos y pronto se dio cuenta de las virtudes y los defectos del toro. Tenía transmisión los embroques, también los viajes,pero los remates eran sin celo y con la cara alta, por lo que dejaba siempre al torero al hilo del pitón, la embestida no tenía continuidad y todo era un volver a empezar. Con la claridad de aquel a quien le vale cualquier embestida, dejó el sevillano siempre la muleta en la cara, para encadenar los muletazos uno detrás de otro, solo girando. Sin el remate y el posterior embroque. Ganando el paso, para hacerlo en ligazón e intensidad. Esas fueron siempre las tandas más rotundas dentro de una faena con registros cambiantes por la irregularidad del toro, pero con la gran dimensión del diestro. Por el izquierdo, las embestidas todavía eran más secas. En la corta distancia, remató el de Gerena por luquecinas vibrantes, llegándose llegar mucho al astado. ¡Qué momento! Sin embargo, la espada cayó trasera y desprendida, esfumándose la posibilidad de pasear alguna oreja.
El sexto levantó las protestas del público por su escaso trapío -algunos más serios volvieron al campo sin lógica- y tuvo que levantar Luque la faena. Y también las ‘pasadas’ a media altura del de la Familia Lozano, pues pocas fueron las veces que humilló. Justo las que ya no podía hacer otra cosa. Pocos son los toros a los que hoy en día no le cuaje faena Luque. Y con éste, lo volvió a demostrar. Una tanda sobre la diestra tuvo un mando casi milagroso, trazo largo y mano baja. Todo rematado con un cambio de mano circular antes del obligado de pecho. La rúbrica: la estocada de la feria. Eso hizo que el público pidiera la oreja, que no fue concedida por el palco. Dio una vuelta al ruedo tras una tarde importante. Fue la faena de Talavante al quinto un canto al toreo de reunión bajo la lluvia al toro más en Rincón de la corrida. Ligeramente cuesta arriba, estrecho de sienes, acodado de pitones, fino… Se echó el extremeño sin dudarlo al suelo para comenzar la faena de hinojos sobre la diestra. Infinito comienzo de faena con los riñones encajados. Más de una docena de muletazos buscando ya la línea curva con gran ceñimiento. Esa fue la clave de una faena plasmada en los terrenos de cercanías, pero con muletazos de trazo largo. Todo muy ligado, sin perder nunca pasos. Y, de nuevo, con enorme variedad en las entradas y en los remates. Tuvo el toro nobleza, humillación y cierto ritmo en la embestida, al que solo le faltó ese trancó de más del encaste. Genialidad sin inercias y arrebato, con la cintura suelta, rota, sin perder ápice en la verticalidad. Una faena sin guion, pero con ligazón. Se le resbaló al extremeño la mano a la hora de entrar a matar como consecuencia de la lluvia y sólo pudo dejar media estocada. La petición fue minoritaria y saludó una ovación para reconocer una gran faena. El segundo tuvo una embestida corta, descompuesta, sin entrega. Pero con todo dentro. De los que no quieren. Tras intentarlo por ambos pitones, abrevió.La clase del primero estuvo reñida con su justa fuerza y raza. Toro que vale para cualquier otra plaza que no sea Madrid, pues siempre perdía las manos en el tercer muletazo. Tuvo la faena de Urdiales la torería en las formas, en los cites y en la colocación. Siempre en la corta distancia, sin inercias, para embrocar la embestida y tirar de ella con la panza de la muleta. Varios derechazos y naturales tuvieron un aroma diferente. Muy Bienvenida. Como una trincherilla de gran estética. Acabó el toro derrumbado en la arena y eso restó a la faena, que culminó el riojano con una gran estocada. El cuarto quiso arrancar el capote y la cabeza del diestro en la primera arrancada. Los pitones, a la altura del pecho. Toro manso, costoso para la lidia. Muchos capotazos tuvieron que recetarse para un toro que nunca se entregó, con varias velocidades en sus viajes fruto de sus arreones. Además, embestía más con el pecho y las manos que con los cuartos traseros. Difícil confiarse. Más, el lucimiento. De nuevo, lo pasaportó con una gran habilidad.
Ficha del Festejo:
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Vigésimo festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de entrada. Toros de Alcurrucén, muy desiguales de presentación y de hechuras. Algunos, con un trapío por debajo como el sexto. Corrida mansa y sin fondo. Embistiendo de arreones. Se salvó de la quema el quinto, el de mayor humillación y son en su embestida. Con transmisión el tercero. El primero, con clase, pero sin nada de fuerzas ni de casta. Deslucidos el resto.
• DIEGO URDIALES, palmas tras aviso y silencio.
• ALEJANDRO TALAVANTE, silencio y ovación tras aviso.
• DANIEL LUQUE, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso.
Incidencias: El banderillero Iván García saludó una ovación tras parear al tercero.
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