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sábado, 5 de abril de 2025

35 Años de Sabor y Dulzura: Raspados y Abejas en la Plaza Bolívar de Mérida



Crónicas urbanas de Mérida 


Igor Puentes
La señora Iraly Parra ya está curada de las picaduras de abejas, porque tiene 35 años vendiendo “raspados” en la esquina de la Plaza Bolívar, frente a la Catedral de Mérida, y vive rodeada de ellas, atraídas por el néctar y olor que despiden las botellas de colita, parchita y tamarindo.

Todos los días sale de su casa en Pueblo Nuevo, sube las escalinatas y se planta en su sitio de trabajo. Bajo su toldo multicolor siempre se ven transeúntes, niños y adultos, esperando que ella raspe el hielo y llene su vaso del sabor preferido y su correspondiente baño de leche condensada. Ella cuenta que ha pasado por épocas de abundancia y crisis, pero ella sigue allí permanente hasta que Dios quiera, en su jornada diaria que le ha permitido criar a sus hijos y mantenerse activa, y porque además no es de aquellas que les gusta estar encerrada en casa.

Es de esos personajes que uno se encuentra en las calles de Mérida, en varias esquinas, que a veces pasan desapercibidos, pero que se convierten en referencia y tienen historia. “Te espero en la esquina de la plaza Bolívar, frente a la señora de los raspados”. O cepillados o granizados. Ella entiende que, de acuerdo a la región de donde provenga el cliente, así le pedirá el producto. En días de mucho calor o con frío. Y tiene anécdotas para llenar páginas, como la del señor que a veces la busca para que ella, meticulosamente y sin hacerles daño, tome una abejita por sus alas para que le clave su aguijón en donde siente algún dolor articular, y santo remedio.

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