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Florida inauguró este martes un nuevo centro de detención para inmigrantes en los Everglades, levantado en menos de dos semanas pese a protestas de los residentes y confusión entre las autoridades locales. El nombre que eligió el gobierno de Florida para el centro, “Alligator Alcatraz”, parecía diseñado para captar la atención del presidente Donald Trump, quien en efecto mostró su agrado por la iniciativa. Viajó hasta el sitio para la inauguración mientras en el Congreso en Washington se terminaba de debatir y pasaba su propuesta de ley que daría más fondos para impulsar su ofensiva contra la inmigración.
Por El País
Antes de salir desde Washington esta mañana para inspeccionar el nuevo centro, el presidente Trump bromeó ante la prensa: “Les vamos a enseñar cómo huir de un caimán si se escapan de la prisión”. “No corran en línea recta. Corran así”, dijo mientras movía la mano en forma de zigzag. “¿Y saben qué? Sus probabilidades aumentan alrededor de un 1%”.
Una vez llegó al sitio pasadas las 11 de la mañana hora local para recorrer las instalaciones junto al gobernador del Estado, Ron DeSantis, el presidente comentó que DeSantis había hecho un trabajo “hermoso” con el centro de detención y agregó que Florida podría ser un modelo para el resto del país. “No dejen que Florida sea el único Estado”, señaló, por su parte, DeSantis. “Creo que esto es un modelo, pero necesitamos que otros Estados también den un paso al frente”.
La nueva cárcel está ubicada en medio de los Everglades, el extenso sistema de humedales de unos 6.000 kilómetros cuadrados al oeste de Miami y en el centro de la península de Florida. Las autoridades locales utilizaron las instalaciones del viejo Aeropuerto Dade-Colier para construir el centro: levantaron carpas de lona para albergar a los inmigrantes, instalaron lavabos portátiles y estacionaron decenas de tráileres. Se espera que el centro tendrá una capacidad de 5.000 camas, y que el costo total de la instalación sea de aproximadamente 245 dólares por cama por día. Este gasto será asumido por el Estado de Florida, que presentará solicitudes de reembolso a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) y al Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
La alcaldesa demócrata del condado de Miami-Dade, Daniella Levine-Cava, se ha mostrado en contra del nuevo centro. Su oficina puso resistencia ante la premura del Gobierno estatal para empezar a construir las instalaciones en la propiedad, por la que inicialmente le ofrecieron 20 millones de dólares para comprarla. El Estado, sin embargo, tomó posesión inmediatamente del lugar citando poderes ejecutivos del gobernador.
El Aeropuerto Dade-Colier comenzó a construirse en la década de los 60 como un ambicioso proyecto, pero su construcción fue truncada por intensas batallas en los tribunales de grupos locales de protección al medio ambiente para proteger el frágil ecosistema de la zona. Solo se completó una pista de aterrizaje de unos 3.200 metros de largo —suficientemente grande como para aviones comerciales— que hasta ahora solo se usaba para entrenamiento de pilotos y algunas operaciones militares, pero que Jeremy Uthmeier, el fiscal general de Florida y principal cerebro detrás del nuevo centro de detención, insinuó que podría recibir aviones de la fuerza aérea.
La única vía de acceso al lugar, la carretera Tamiami Trail, que atraviesa la península de Florida desde Miami, en el este, a Naples, en el oeste, a través de zonas protegidas de la reserva Big Cypress y los pequeños pueblos de las tribus originarias Miccosukee y Seminole, estaba llena de patrullas desde temprano en la mañana de este martes. En la entrada del aeropuerto, un cordón de la policía de Collier impedía el acceso al sitio.
La visita del republicano fue recibida con protestas. Cientos de personas se han manifestado en el lugar desde que se supo que el Gobierno trabajaba en abrir el nuevo centro. Esta mañana, los manifestantes cargaban con carteles y pancartas con mensajes como “Jesús era inmigrante”, “No a la gestapo del pantano” y “Nadie es inmigrante en tierra robada”, y coreaban con megáfonos eslóganes como “Alligator Alcatraz: Decimos no” o “No odio, no miedo, todos son bienvenidos”.
Uno de los manifestantes, Ángel, dijo que “Alligator Alcatraz” era “el nombre correcto” para lo que describió como un “campo de concentración”, como “los que hicieron los nazis”. El joven se tapaba la cara con un pañuelo y pidió no usar su nombre completo porque, aunque nació en Miami, sus padres son cubanos, y temía que los agentes de inmigración “atacaran” a su familia.
De hecho, en la protesta no había muchos hispanos porque tienen miedo de asistir o porque están de acuerdo con lo que está pasando, aseguró Ángel.
En su misma familia hay divisiones entre quienes apoyan las políticas de Trump y quienes se oponen. “Por esas divisiones están pasando cosas como esta ley para atrapar a los inmigrantes que aprobó la Ciudad de Miami”, dijo sobre la llamada 287(g), un acuerdo de las autoridades locales para colaborar con las federales de inmigración.
También había partidarios del presidente en el lugar. Shaunce O’Connor, residente de Westchester, un suburbio al oeste de Miami, viajó hasta el sitio en una scooter eléctrica con una bandera que decía “Trump ganó”, y una imagen del presidente. O’Connor dijo que, si bien le preocupa el medioambiente y no está de acuerdo con “muchas cosas que ha hecho” el gobernador DeSantis, había recorrido más los más de 60 kilómetros desde su casa para “mostrar su apoyo del 100%” al presidente Trump y las leyes de Estados Unidos.
También había partidarios del presidente en el lugar. Shaunce O’Connor, residente de Westchester, un suburbio al oeste de Miami, viajó hasta el sitio en una scooter eléctrica con una bandera que decía “Trump ganó”, y una imagen del presidente. O’Connor dijo que, si bien le preocupa el medioambiente y no está de acuerdo con “muchas cosas que ha hecho” el gobernador DeSantis, había recorrido más los más de 60 kilómetros desde su casa para “mostrar su apoyo del 100%” al presidente Trump y las leyes de Estados Unidos.