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lunes, 15 de septiembre de 2025

Claves para entender el despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y sus posibles escenarios, según analistas


AlbertoNews
Por EL NACIONAL

Decenas de periodistas, camarógrafos y los representantes de la Administración del presidente Donald Trump se aglomeraron en la Oficina Oval, el despacho presidencial en la Casa Blanca. Era el 2 de septiembre y el jefe de Estado estadounidense indicó que haría anuncios importantes. Así que, apenas minutos después de iniciar su alocución, dio la noticia él mismo: las fuerzas militares de Estados Unidos deslegadas en el Caribe realizaron un “ataque letal” contra una embarcación procedente de Venezuela que transportaba drogas, anunció.

“Y hay más de donde vino ese”, afirmó el presidente Trump al momento del anuncio. Poco después agregó más detalles en una publicación en la plataforma Truth Social, donde compartió un video en el que se aprecia el momento en el que una embarcación es impactada, explota y se hunde. La operación dejó un saldo de 11 personas muertas, a quienes el gobierno estadounidense acusó de ser parte de la banda Tren de Aragua (TdA).

La respuesta desde Caracas llegó esa misma noche cuando representantes del gobierno de Nicolás Maduro dijeron que el video difundido por las autoridades norteamericanas no era real y que había sido realizado mediante inteligencia artificial.

Luego, el mandatario venezolano acusó a Marco Rubio, secretario de Estado de EE UU, de estar tratando de forzar al presidente Trump de ir a una guerra con Venezuela. Y después, durante la misma intervención, hizo un llamado al “entendimiento y la paz”, en lo que pareció un intento de apelar a la promesa de terminar guerras hecha por el republicano durante la campaña electoral.

Sin embargo, dos días después del ataque a la embarcación, el 4 de septiembre, la tensión escaló después de que dos aviones F-16 del ejército venezolano sobrevolaran uno de los buques destructores estadounidenses en aguas internacionales del Caribe, el USS Jason Dunham (DDG-109), según las autoridades norteamericanas.

Eso generó que el propio Trump diera la orden de derribarlos en una próxima ocasión, por considerar que podrían obstruir las operaciones antinarcóticos y poner en peligro la vida de militares de EE UU. Además, el presidente estadounidense ordenó el traslado de diez cazas F-35 a Puerto Rico con la intención de disuadir los sobrevuelos de aviones militares de Venezuela.

Al menos de forma oficial, el despliegue militar en aguas del sur del Caribe anunciado por la Administración Trump a finales del pasado mes de agosto forma parte de una política para combatir el narcotráfico en la región, incluido el TdA y el Cartel de los Soles, un grupo que el gobierno estadounidense asegura que lidera Nicolás Maduro y otros funcionarios del Estado venezolano.
La movilización militar norteamericana cuenta con siete barcos de guerra, entre ellos un grupo anfibio conformado por el USS Iwo Jima, el USS San Antonio y el USS Fort Lauderdale, y los destructores USS Jason Dunham, USS Gravely, USS Lake Erie y el USS Sampson. En conjunto, tienen capacidad de transportar medios aéreos (como helicópteros) y disparar misiles guiados Tomahawk. También dispone de un submarino de ataque de propulsión nuclear, aviones de reconocimiento P-8 y 4.500 marines a bordo, según reportó la agencia Reuters.
¿Un despliegue militar limitado a combatir el narcotráfico?
Son las dimensiones del despliegue militar lo que ha generado dudas y especulaciones del cometido real que se propone el gobierno de Trump. Todo gira principalmente sobre si la meta se limita a luchar contra el narcotráfico en la región o también incluye mecanismos para presionar al gobierno de Maduro.

“Llama la atención la cantidad de medios empleados. No tiene las características clásicas de un operativo diseñado para intervenir militarmente en un país, pero eso no quita que tengan capacidad puntual de golpear ciertos objetivos de valores estratégicos”, dijo Andrei Serbin Pont, analista internacional especializado en geopolítica, seguridad e inteligencia, a El Nacional.

Si bien las operaciones estadounidenses en el Caribe son comunes, estas usualmente se han limitado a interceptar barcos sospechosos de cargar drogas, su confiscación y el arresto de la tripulación en coordinación junto con otros países de la región. Sin embargo, el ataque contra la embarcación el pasado 2 de septiembre rompe con esa línea de acción y sugiere una evolución hacia otro tipo de mecanismos.

En ese sentido, aunque la justificación oficial vincula la embarcación con el Tren de Aragua, considerada por la administración Trump como una amenaza para la seguridad hemisférica y de los Estados Unidos, esa narrativa pudiera pudiera elevar la confrontación con Venezuela.

“Yo no creo que el propósito específico de la operación sea reducir drásticamente el tránsito de drogas vía Venezuela, sino más bien buscar desestabilizar aquellos elementos asociados al cartel (Cartel de los Soles) y generar disputas internas”, explica Serbin Pont. Esos conflictos pudieran surgir, agrega, si las operaciones antinarcóticos en el Caribe llegaran a impactar en las finanzas de la organización criminal a través de la destrucción de los cargamentos y la afectación en las rutas comerciales ilícitas.

A ello se suma que la sincronización en el tiempo del despliegue militar no es casual. Inició pocas semanas después de que el presidente Trump duplicara la recompensa por la captura de Nicolás Maduro, de 25 a 50 millones de dólares, lo identificara como cabecilla del Cartel de los Soles y asegurara que su régimen no es el «gobierno legítimo de Venezuela«.

¿Qué acciones concretas y escenarios se pueden esperar del despliegue militar?
Eurasia Group, una consultora internacional de análisis político, precisó en uno de sus informes del mes de septiembre que todo “apunta a un mayor potencial de acciones dirigidas y sugiere un objetivo de forzar la salida del presidente Nicolás Maduro”.

De esa tesis, la consultora detalla tres escenarios: el primero, con 40% de probabilidades de ocurrencia, se inclina por una “campaña de presión” que incluyan acciones limitadas (como ataques a embarcaciones y avionetas), pero que no llevan a un cambio de régimen en Venezuela; el segundo, con 30% de probabilidades, de que las acciones se limiten a un mero “postureo”; y el tercer escenario, también con 30% de probabilidades, que incluya un cambio de régimen.

«El escenario de cambio de régimen es más probable que resulte de una acción militar directa contra activos o individuos que altere los cálculos de las figuras cercanas a Maduro», explica el análisis de la firma. Es lo que llaman una “acción cinética”, que incluyen ataques aéreos, de artillería o con misiles. Y añaden: «Si Maduro perdiera el poder, es probable que los militares busquen gestionar una transición interna con un líder sustituto, potencialmente más cercano a Occidente. La sostenibilidad de ese escenario dependería de la respuesta popular y de los objetivos de Estados Unidos».

Ian Bremmer, politólogo y director de Eurasia Group, publicó una actualización en sus redes sociales horas después del ataque contra la embarcación con 11 tripulantes. En el video aseguró que “no le sorprendería que se produjeran ataques militares contra terroristas y bandas dentro de Venezuela y su infraestructura”.

Y ese es un escenario que el propio presidente Trump no ha descartado, según dijeron fuentes a CNN.

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