lunes, 2 de abril de 2012

Reflexión sobre una entrevista al Alcalde Petro en una estación de radio de Bogotá




Reflexión sobre una entrevista al Alcalde Petro en una estación de radio de Bogotá

Por: Enrique Avilán  

El Alcalde, Gustavo Petro, ha tomado, como una de sus banderas, acabar con las corridas de toros en la ciudad de Bogotá, no se sabe si por convicción o porque el tema puede ser muy rentable políticamente para su imagen de “Alcalde de izquierda y contrario a espectáculos que produzcan olor a sangre” (como si desde el tendido se pudiera apreciar ese olor o porque le pueden recordar sus tiempos de guerrillero y del Palacio de justicia).

Ahora se ha venido con la tesis de que la Corporación Taurina de Bogotá, sacó los abonos “sin su autorización” y usted, ingenuamente, le cree y le sigue el juego sin tomarse la molestia de averiguar, como debe ser, cómo fue el procedimiento de la Corporación, radicando debidamente la solicitud en el sitio que corresponde y, al no tener ninguna respuesta negativa, procediendo a ofrecer públicamente los abonos. (Confirmado con funcionarios de la Corporación bogotana).

Al escribir “Solo esperamos el encuentro de la Corporación con el alcalde, que haya la posibilidad de encontrar puntos de encuentro y mirar con mucho tino qué debemos hacer los taurinos para que no se cierre la plaza a las corridas”, da a entender que Usted está de acuerdo con el proceder del ególatra Alcalde y no se pone a analizar si su  procedimiento ha estado acorde con lo que exigen los cánones.

La posibilidad del señor Petro de cancelar el contrato sin haberse reunido con los directivos de la Corporación, suena, a más de amenaza, a una sencilla alcaldada que Usted cohonesta al no rebatir, como periodista taurino y conocedor, el absurdo que ello implica. No se le olvide cuántas cosas ha dicho y se ha tenido que “patrasear” el izquierdista Alcalde por el hecho de “vivir cañando con par zotas” en temas que demuestran su bajo conocimiento y su mucha mala leche.

Ojalá que las cosas se solucionen para bien de la primera plaza del país como afirman muchos de los capitalinos que, con ocho millones  de habitantes, no son capaces de llenar una plaza con cupo de catorce mil personas.

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