miércoles, 11 de abril de 2012


Oficios entre barreras: Servidor de banderillas


No se puede negar que en los festejos de toros hay oficios singulares, característicos y colaboradores que es preciso no olvidar porque, por muy pequeños e ínfimos que éstos sean, sin embargo su importancia está más que contrastada, asumida por cuantos intervienen directamente en la lidia y debidamente apreciadas por cuantos miran u observan su peculiaridad.
En esta ocasión traemos a cuenta a los servidores de banderillas de las plazas de toros. Personas que llevan los rehiletes de colores y arpón de acero por entre las barreras para servir al subalterno el par en el momento de que el tercio haya cambiado mediante el anuncio del clarín, como si se pasaran unas páginas del libro de la lidia en cada tarde.
Los papeluchos de colores que orlan y adornan el palo son izados y llevados en alto como si fuera un banderín de enganche por el callejón de la plaza, unas veces desplazándose su portador con rapidez para acercar  a las manos del torero encargado de colocar los garapullos al toro, otras dándoselos en mano y recibiéndolos ésta, aferrándolos duro, golpeando las tablas para igualar la pareja, tras retirar el seguro, y llevándolos con majeza y galanura al centro del ruedo para ejecutar la suerte.
No hace tanto tiempo que en una antología de la poesía taurina del siglo XX recopilada por Salvador Arias Nieto y editada por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del  Gobierno de Cantabria en un formidable volumen de 900 y pico páginas, se recoge un poema de Ángel María de Pablos titulado “banderillas al quiebro” , cuyo comienzo dice:
“Una banderilla… y otra…
Dos banderas en lo alto,
dos divisas de colores
flameando con descaro
al viento de la alegría
y al suspiro del abrazo…”
Esas banderillas con arpón de acero, envuelta en papeles de colores y servida por el mozo de banderillas, son elementos que forman parte de las suertes del toreo y facilitadas por un hombre a otro para izarlas y arriarlas “con lentitud, muy despacio…”entre el callejón de una plaza de toros.
Abre la mano y entrega el par que avivará al toro una vez colocado “ con presteza y de inmediato/donde los cánones mandan/ y lo ordenan los tratados… Una banderilla… y otra…/ Dos banderas en lo alto.”
Otro personaje más en la historia del toreo que no tiene la preponderancia que se da a los diestros, pero que también sirve de enlace a los mismos, de colaborador presto y dispuesto, ayudas inestimables y hombres resueltos y decididos que saben cómo hay que moverse entre barreras con un mazo de banderillas de colores para entregárselos en la mejor condición a quien luego ha de colocarlos junto al morrillo del toro, en todo lo alto.
Foto: José Fermín Rodríguez

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