FERIA DE ABRIL
Triunfos sevillanos con escuela
Orejas para Fernández y Nazaré, que resultó herido
VÍCTOR J. VÁZQUEZ / SEVILLA
El diestro Antonio Nazaré es corneado por su segundo toro. / Juan Ferreras (Efe) |
No estaría mal que en la puerta de las escuelas taurinas colgara un
letrero con la famosa confesión de Bernard Saw de que a la edad de siete años
tuvo que abandonar su educación para empezar la escuela. Y digo esto porque, después
de una tarde como la de ayer en la Maestranza, a uno le parece imposible que un
aficionado a los toros cubierto con el velo de la ignorancia, sobre la
procedencia de los tres toreros que formaban el cartel, pudiese adivinar que
aquella era la tarde de los toreros de la tierra, de los toreros sevillanos.
Quizás esas formas aprendidas de la tierra se perdieron en la escuela. Quizás
no esté siempre bien presente que entre exigencias de la técnica y los cánones
del sitio, la quietud y las suertes, el toreo ha de ser un territorio para la
identidad y la creación.
Para
Salvador Cortés, quien abría ayer plaza, esta feria ha tenido que ser más
amarga que dulce. Si el otro día se le escapaba el mejor toro de la corrida del
Conde de la Maza,
hoy le ocurría lo mismo al no poder desorejar a su primero, un gran toro, de la
muy interesante corrida de Fuente Ymbro. Lo recibió bien al capote Salvador con
un par de verónicas de mérito, en las que ya pudo verse la clase del toro.
Consciente de ello, el torero quiso lucirlo citándolo desde lejos, y allí
acudió el toro, al que sometió Salvador con una tanda muy limpia de derechazos.
A partir de ahí nunca estuvo del todo cómodo el torero con un toro con nobleza
pero que también exigía en la embestida. Sólo al final, cuando el diestro
sevillano decidió bajarle la mano al toro, transmitieron realmente los
muletazos, si bien los enganchones privaron a los tendidos de ver tandas del
todo limpias. Esto y la ausencia de una idea coral en la composición de la
faena, seguramente fueron las razones por las que la plaza no solicitó la
concesión de un trofeo para un visiblemente decepcionado Salvador que conoce
mejor que nadie el significado de esos silencios sevillanos.
Quizás
el mejor toro de la tarde fue el que lidió en quinto lugar Antonio Narazé.
Impecable de presentación, el toro demostró desde el primer tercio una
extraordinaria fijeza y codicia en la embestida. Le dio muy buena distancia el
torero y lo toreó bien por la mano derecha, en dos muy buenas series en
redondo, rematada una de ellas con un sensacional pase de pecho que encendió a
los tendidos. El peligro del toro estaba en el pitón izquierdo y el torero se
exigió torearlo también por ese sitio, y fue cuando intentaba ligar su tercer
natural, cuando el toro lo engancho dándole una espectacular voltereta y
dejándole una cornada en la cara posterior del gemelo derecho. Se creció Nazaré
ante el percance, demostrando que está hecho de buen material torero, y terminó
herido su faena con una serie de manoletinas y una estocada muy caída que no
desalentó la petición de una oreja, finalmente concedida.
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