Los milagros de San Fermín
Desde 1924, sólo 15
corredores han muerto por cornadas de toros en los encierros de San Fermín.
Pero han sido miles los que se han salvado de forma milagrosa. Los
‘sobrevivientes’ lo atribuyen al santo patrono de la ciudad.
7:55 de la mañana en Pamplona. Los mozos que van a
correr delante de seis toros de lidia de casi 600 kilos por las calles antiguas
de la capital del Reino de Navarra, en un recorrido de 849 metros, empiezan a
pedirle protección al santo de la ciudad.
“A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición”. Lo hacen en español, pero también en euskera, lengua oficial del País Vasco, (“Entzun, arren, San Fermin zu zaitugu patroi, zuzendu gure oinak entzierro hontan otoi”), todo para que no haya ninguna posibilidad de que la súplica no sea escuchada.
“A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición”. Lo hacen en español, pero también en euskera, lengua oficial del País Vasco, (“Entzun, arren, San Fermin zu zaitugu patroi, zuzendu gure oinak entzierro hontan otoi”), todo para que no haya ninguna posibilidad de que la súplica no sea escuchada.
La súplica se
repite a las 7:57 y a las 7:59 A las 8:00 en punto se abren las puertas de los
corrales de Santo Domingo para que seis toros de lidia salgan hasta la plaza de
toros La Misericordia,
donde serán lidiados en horas de la tarde. Una tradición que se ha repetido
desde 1924.
En más de 80 años de tradición de las fiestas de San Fermín, célebres y mundialmente conocidas gracias al nobel de Literatura (1954) Ernest Hemingway, han sido quince los corredores muertos por cornadas.
Cada año, los corredores rinden homenaje a quienes han perdido la vida. El último fue Daniel Jimeno, un joven de Alcalá de Henares de 27 años que murió tras la cornada que ‘Capuchino’, un toro de la ganadería de Jandilla, le produjo en la yugular.
El padre de Jimeno fue el encargado de rendir el homenaje en los sanfermines del 2012. Una ofrenda floral, y un pañuelo rojo (atuendo típico de las fiestas), fueron amarrados en el lugar donde su hijo encontró la muerte, la cual no fue ocasional, pues era uno de los habituales corredores de las fiestas.
Pero así como 15 corredores han perdido la vida, miles han comprobado lo que es salvarse de milagro. Un milagro que en Pamplona atribuyen al ‘capote’ del Santo Fermín, que se despliega a diario por las calles de la ciudad para hacerle el quite a los miles de corredores de todo el mundo que quieren comprobar la fama de los encierros.
El quinto encierro de la feria de San Fermín, celebrado este miércoles 11 de julio, es una muestra de la efectividad del capote. Solo así se explica que los temidos toros de Fuente Ymbro no hayan producido ni un solo rasguño a las miles de personas que aún tienen la osadía de correr por las calles delante del peligro que suponen seis toros de lidia.
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