¿Respetable?
Fotos: Germán D´Jesús Cerrada
El público es parte muy importante de un espectáculo. Es la
aceptación, o el rechazo por parte del público, lo que le da rango y jerarquía
a la plaza y al espectáculo. Esto no es exclusividad de la Fiesta de los Toros, esta
situación existe en la Ópera, el Ballet, el Deporte.
Vale recordar la referencia que se hace del éxito de un tenor por el sólo hecho del acontecimiento de haber recibido “una gran ovación del público de la Scala de Milán”. Lo mismo ocurre con un "Saludo desde el tercio" en Sevilla o en Madrid, que un rabo en alguna de nuestras talanqueras.
El público en los toros es el que le da categoría a las plazas de toros. No cabe la menor duda. En Sevilla, la conducta de su público durante la lidia es un referente de calidad. Lo mismo son los olés en la Plaza Monumental México. Hay plazas como la francesa de Nimes que imitan a Sevilla en sus silencios. La dureza de Madrid es universalmente conocida, aunque su entrega es consagratoria. Triunfar en Madrid, es la consagración de un torero.
Vale recordar la referencia que se hace del éxito de un tenor por el sólo hecho del acontecimiento de haber recibido “una gran ovación del público de la Scala de Milán”. Lo mismo ocurre con un "Saludo desde el tercio" en Sevilla o en Madrid, que un rabo en alguna de nuestras talanqueras.
El público en los toros es el que le da categoría a las plazas de toros. No cabe la menor duda. En Sevilla, la conducta de su público durante la lidia es un referente de calidad. Lo mismo son los olés en la Plaza Monumental México. Hay plazas como la francesa de Nimes que imitan a Sevilla en sus silencios. La dureza de Madrid es universalmente conocida, aunque su entrega es consagratoria. Triunfar en Madrid, es la consagración de un torero.
Ahora bien, amable lector, ¿Cree usted que el público es “respetable”?
Surge la pregunta porque es usual leer o escuchar a los relatores de los eventos taurinos referirse al público como “el respetable”. Es un latiguillo redaccional, eso lo sabemos; pero cunde la especie de que el público merece respeto.
¿Se respetan los públicos así mismo?
Aquí creemos que hay que partir de algo fundamental: para ser respetable, hay que respetarse así mismo.
Insisto ¿Se respeta el público de los toros así mismo?
Consideremos la situación con respecto a las plazas venezolanas. A todas las plazas de Venezuela donde se lidian toros sin trapío, edad, peso y con las astas manipuladas.¿Cuando el público público acepta esta situación, se respeta así mismo?
No sólo la presencia del toro en nuestras plazas es impresentable, también la de los propios toreros, de las condiciones en las que se encuentran las plazas de toros. Hay que ver cómo visten los banderilleros, en el estado de hambre que parten plaza los jamelgos de los alguacilillos. Surge ahora, para estar de acuerdo con la moda política, una especie de movimiento populista entre los taurinos venezolanos para y que darle oportunidades a los toreros criollos. Si este movimiento se ajustara a cánones éticos y estéticos, lo apoyaríamos sin reparo; pero nos preguntamos si es necesario recurrir a lo vulgar para soportar este movimiento.
De ser así el público no se respeta. No es respetable.
Este público es el mismo que llevan al patíbulo político, un público irracional que confunde ideas con actitudes y se convierte en la corriente y maloliente “muchedumbre sedienta” a la que se refirió Federico García Lorca, esa muchedumbre aullante, gesticulante, babeante que lleva en el cráneo un cerebro de reptil.
Una muchedumbre que nos convierte, a todos, en público.
Nada respetable, por cierto.
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