miércoles, 19 de septiembre de 2012

CASAS hace balance de la Feria de la Vendimia

'Nunca me ha ocurrido: hoteleros y hosteleros siguen felicitándome'


DANIEL VENTURA
FOTOGRAFÍAS: ROLAND COSTEDOAT

Madrid (España).
Simón Casas está exultante. Él es, por derivación lógica de todo lo que se ha escrito estos días, el 'hacedor' de un acontecimiento histórico. Por eso es comprensible su entusiasmo, su afán por explicar y explicarse, cuando se le pregunta por un balance de la Feria de la Vendimia de Nîmes. Es tal la velocidad de su discurso que en una conversación de media hora cabe no sólo el balance, sino toda una teoría sobre la gestión empresarial de la Tauromaquia, el anuncio (algo difuso) de una iniciativa empresarial para reformar las cosas, una encendida defensa de la libertad y una igualmente encendida crítica a 'ese extremismo integrista' que les señala como 'golfos, pero yo no soy ningún golfo'.
La Feria de la Vendimia, un sueño
Aunque Casas comienza su balance por el aspecto artístico, lo económico tiene en estos tiempos prioridad. Y la Feria arroja de primera un titular: 'Se cierra con beneficios, así que también tengo una recompensa por el trabajo realizado'. En detalle, las Arenas de Nîmes 'han acogido durante estos seis días alrededor de 60.000 espectadores'. Son cifras redondas, que superan a las que registró el coso 'durante la Feria de Pentecostés, compuesta por once festejos'.

Pero la Feria no sólo ha dejado dinero en el bolsillo del empresario. La palabra que domina su balance es 'impacto': impacto sobre los hoteles, impacto sobre los restaurantes, impacto sobre la ciudad, en definitiva. Casas confiesa que 'me ha ocurrido algo que no me había ocurrido nunca antes: no paran de llegarme cartas, correos y mensajes de felicitación y de agradecimiento. Son de los hoteleros y los restauradores, que han tenido un llenazo total. Es un reconocimiento que me calienta el corazón'.

En cuanto a lo artístico, no hay motivo para que el entusiasmo flojee: 'Era una Feria de lo más conseguido sobre el papel, con un gran evento central como era la encerrona de José Tomás que fue la realización de un sueño, tanto para los aficionados, para el torero y para mí. Ha sido un sueño cumplido para todo el mundo. Yo no he visto nunca tanto impacto, en todos los sentidos de la palabra, en torno a un espectáculo: antes de su celebración, durante su celebración y después de su celebración'.

'En lo referente a los demás carteles' - prosigue Simón Casas - 'estoy también muy contento. El mano a mano entre Morante y Manzanares fue una pena que Manzanares no acertase con la espada, porque firmó tres faenas importantísimas. El mano a mano entre Castella y Juli también fue un éxito y los dos toreros merecen una enhorabuena especial, porque torear unas horas después de lo de José Tomás y lograr que la gente, que todavía estaba bajo el efecto de lo que había visto, siguiese disfrutando tiene muchísimo mérito'.
La economía del toro: reformas estructurales y margen para el empresario

Un triunfo como el que ha supuesto la recién concluida Feria de Nîmes en la trayectoria de Simón Casas ('Ha sido una recompensa a treinta años de trabajo') da moral, como escribirían los diarios deportivos. Casas siente refrendada por el éxito su manera de hacer las cosas y se lanza a explicar su 'concepto' con una minuciosidad inédita. La palabra 'impacto', de nuevo, preside toda la idea: 'Las autoridades deben darse cuenta de una vez de que la rentabilidad económica del toreo no hay que buscarla a través de los canones de las plazas, sino dándole al empresario todas las herramientas para que utilice el dinero que entra por taquilla para invertirlo en calidad, en buscar el impacto de los espectáculos en el tejido económico de las ciudades'.


'Es urgente, vital' - resalta el empresario - 'generar un nuevo modelo productivo que asegure la grandeza de este espectáculo. Es el momento de reformar y quiero reunirme con mis compañeros, con todos los integrantes de esta profesión, en quince días, y comenzar a trabajar para conseguir un consenso y plantearle a los interlocutores que correspondan una síntesis de nuestras ideas sobre todo lo que hay que modificar'. Las líneas generales de este planteamiento están claras para Casas: la oposición calidad-cantidad. 'La cantidad afecta a la calidad, y por eso habrá que reducir festejos. Ya sé que la crisis ha reducido mucho el número de festejos, pero me refiero a que los empresarios, los productores, seamos dueños de la programación, que tengamos libertad para hacer las cosas y buscar en todo momento la calidad de la programación, una programación coherente'.

Esta 'reforma profunda' de los principios económicos de la Tauromaquia debe comenzar por algo que, a los lectores de Mundotoro, les resultará muy familiar: el canon cero en las plazas de titularidad pública. 'Ni tenemos subvenciones, ni las queremos, pero deben permitirnos que el poco dinero que entra por taquilla lo dediquemos al mejoramiento del espectáculo'. Casas aclara: 'Esto no es una iniciativa personal mía. Yo soy uno más, pero uno más que tiene experiencia y que tiene cosas que decir. Por eso quiero hacer mi aporte y contribuir a la reflexión que debe hacerse de modo urgente. Los empresarios debemos hacer un ejercicio de ética en este mundo, pero tienen que dejarnos libertad para hacer nuestro trabajo'.

La transformación de las mentes

El proyecto de Simón Casas, con todo, no se limita a lo económico. Parece ser consciente de que las estructuras económicas tienden a ser el reflejo de unas determinadas estructuras mentales y, por eso, apuesta también por 'la reforma de las mentes'. 'Es absurdo' -abunda el francés - 'que sigamos manteniendo categorías como la de aficionados toristas y aficionados toreristas. De lo que tenemos que ser aficionados es de la grandeza de los toros, dentro de la cual caben todas las sensibilidades, desde el torismo hasta el torerismo. Pero sin perder nunca de vista que lo importante es la Fiesta, su grandeza'.

Se percibe que la afición francesa está experimentando quizás una polarización similar a la que caracteriza a la española. El Juli destapó la liebre con unas incendiarias declaraciones en Twitter la pasada semana y la arremetida de Casas no tarda en llegar: 'Hay que acabar con ese extremismo integrista que, en los últimos treinta o cuarenta años, se ha dedicado a destruir la imagen de los toros. Hay que hacer una gran toma de conciencia, y todos esos que hablan de 'culpables' deben saber que también ellos lo son. Si nos limpiamos la cara, nos la limpiamos todos, porque todos somos 'pecadores''.

'No se puede dejar la palabra' -prosigue el empresario, y es muy notorio su descontento - 'únicamente a esta gran minoría que hace mucho ruido, que ha monopolizado el micrófono y que muchas veces falsea la realidad. Yo ya no admito que nos señalen con el dedo como si fuésemos unos golfos, porque no somos unos golfos. Somos, soy al menos, una persona que ama la Fiesta de los toros y que trabaja para conseguir que ésta siga siendo grande. No tienen por qué señalarme a mí, o a una figura, y acusarnos de cosas que no son'.

La libertad y los conceptos obsoletos

El diagnóstico de Casas puede ser considerado acertado o no, pero lo expresa con mucha claridad. La clave para él, puede inferirse de sus palabras, son los 'conceptos obsoletos'. ¿El remedio? Quizás, inferimos de nuevo, la libertad. 'Hay que ser conscientes de que el empresario necesita libertad. Los alcaldes de Nîmes me han demostrado que están abiertos a estos conceptos, pero todos deben estarlo. El arte necesita libertad y la Tauromaquia está demasiado sometida, también en lo reglamentario, a unos conceptos obsoletos que hay que reformar, pero hay que hacerlo escuchando a los profesionales, que son los que saben de lo que hablan'.


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