domingo, 18 de noviembre de 2012

Cayetano: «Me siento torero, y siempre lo seré»


Un mes después de su retirada temporal de los ruedos, el torero concede su primera entrevista para hablar de su decisión y de sus proyectos, algunos vinculados al mundo del toro


Las siete en todos los relojes, como la esencia que perfuma la piel ibérica más majestuosa. A esa hora nos citamos con Cayetano Rivera Ordóñez (Madrid, 1977), Cayetano a secas en los carteles. Es la primera entrevista que concede tras su sorprendente retirada temporal de los ruedos, un adiós sin alharacas. A pesar de convivir con la fama, huye de los ruidos. Dialoga a diario con la soledad, compañera inseparable del torero. Y Cayetano es antes que nada torero, un artista que cautivó escenarios como Sevilla —dos orejas en su debut—, Bilbao —su encerrona con seis novillos—, Madrid —con una oreja en su confirmación—, Valencia o Barcelona, con puerta grande. Y Ronda, la plaza en la que se desperezó el sueño de dinastías entroncadas a la Historia de la Tauromaquia: Rivera, Ordóñez, Dominguín, Vázquez… La llamada de la sangre golpeó de modo tardío, pero lo hizo con una expectación huracanada. En la Maestranza rondeña se obró el milagro hace más de una década; en Hellín colgó hace un mes el vestido de luces.
—¿Por qué esta despedida sin previo aviso?
—Desde que empecé tuve claro que el día que me fuese sería en silencio. No quería un ambiente de despedida. Además, es un paréntesis en mi carrera.
—¿Arrebato o decisión meditada?
—Lo medité mucho tiempo. Estas cosas no se hacen de la noche a la mañana. Más que una profesión, el toreo es una forma de vida. Aunque es un cambio importante y cuesta, estoy contento.
—Después de vivir para y por el toro, ¿cuál es el próximo tercio?
—Me siento torero, y siempre lo seré. Ayudaré al mundo del toro desde otras perspectivas. Seguiré aportando mi granito de arena, que es lo que siempre he intentado.
—Hace dos años aseguró en ABC que haría lo imposible para que la Fiesta pasara de Interior a Cultura. ¿Satisfecho con la misión cumplida?
—Era necesario que se nos reconociese como cultura. Pero aún hay mucho por trabajar. Es primordial adaptarse al siglo en el que vivimos, respetando siempre la tradición. Faltan numerosos pasos por dar.
Prefiere mantenerse a la otra orilla de la polémica y templa su verbo, pero no silencia la verdad, canon primordial en Tauromaquia. Le preguntamos por la Comisión Taurina capitaneada por Juan Antonio Gómez Angulo. ¿Qué le parece? «Espero una comisión dinámica y operativa, con una visión actual sobre el momento en el que estamos. Juan Antonio es amigo mío y confío en que hará lo que crea mejor para el mundo del toro; sabe que puede contar conmigo en la medida que él estime oportuno».
—La alianza de las figuras en el llamado G-10 generó mucha polvareda, disuelta ahora con el abandono de varios componentes. ¿Sigue apoyando al grupo?
—Es una lástima que se dividan. Creía y creo en un grupo de toreros que ayude a liderar ciertos movimientos, como fue el cambio a Cultura, cosa que en principio mucha gente se tomó a broma. Pensaron que no íbamos a conseguir nada, pero es evidente que la unión hace la fuerza. El torero siempre defenderá el futuro de la Fiesta, pues nadie la siente con mayor intensidad. Ahora no estoy en activo, pero apoyare a los que sigan por ese camino.
—Ha navegado entre las aguas de los elogios y las críticas...
—Tengo mi conciencia muy tranquila. He intentado aportar siempre lo que he creído mejor para el futuro, no a nivel individual, sino colectivo. Es importante defender lo nuestro, y es importante ser fiel a uno mismo.
—Algunas figuras han expresado ya su decepción con All Sports Media y Manzanares ha manifestado que el G-10 se ha acabado. ¿Se siente engañado?
—Para nada, creo que era un primer paso necesario. Me parece un error no seguir. Está claro que hay cosas que se podían haber hecho mejor pero se va aprendiendo y se va corrigiendo, como en todo. Pero sigo animando a los toreros a que defiendan sus derechos de imagen.
—Una de las conquistas ha sido la vuelta de los toros al ruedo de TVE.
—Ha sido un paso importante, pero no es el único que hay que dar.
—Al mirar hacia atrás, ¿observa en la Fiesta el tapiz esperado?
—Yo nunca pensé en la Fiesta como tal, sino en vivir la vida del torero y sentir algo tan grande como para arriesgar mi vida en ello, como antes lo habían hecho, y seguían haciendo, en mi familia. No pretendía conocer los entresijos. Siempre tuve en mente la sensación con el toro en el ruedo, lo más bonito y puro de la profesión.
—¿Dominan los sueños o las pesadillas?
—Me quedo con lo bueno sin olvidar la dificultad, que ayuda a crecer. He vivido muchos percances, pero uno tiene que estar dispuesto a que ocurran. Pero si tienes la suerte de sentir la grandeza del toreo, compensa todos los obstáculos que encuentras.
—¿Volvería a jugarse la vida?
—No solo volvería, sino que volveré. Esto es solo un descanso. Soy torero y siempre lo seré, es una sensación única que no se consigue de otra forma.
—¿Se marca fecha de vuelta?
—Surgirá de modo natural, igual que la parada.
¿Y si de repente le brota el gusanillo en la próxima Goyesca de Ronda?
—Si hubiese una tarde en la que me plantease torear el año que viene sería esa. Es la corrida de toros que más sentimiento y emoción me aporta. Aunque insisto que ahora mismo no me lo planteo, sigo soñando con la emoción del toreo.
Su mirada albahaca se ilumina cada vez que pronuncia la palabra sacra: toreo. Sus ojos son un paisaje verde que conducen al alma del sentimiento, y el más profundo lo ha hallado en su romance con el toro, en las horas altas y en las bajas. «Gracias a él, me he conocido mejor a mí mismo», asegura entre las obras del pintoresco restaurante madrileño «Bla, bla, bla». Ya no sabe vivir sin torear, y ayer mismo acarició capote y muleta en el campo.
—¿Una tarde para enmarcar?
—No cambio por nada mi alternativa, con mi hermano.
—El destino ha querido que Francisco y Cayetano se retiren en tiempos cercanos. ¿Casualidad o pacto?
—Casualidad total. Quedé con él para contárselo, y él me dijo que tenía otra cosa que decirme, que también dejaba de torear. Fue una sorpresa, y me alegré más por su retirada que por mi descanso. Llevaba tiempo deseando que tomara esa decisión, por los riesgos de esta profesión que tan bien conocemos, pero es una decisión muy personal que nadie puede tomar por ti. Me siento muy orgulloso de lo que ha conseguido, tiene una trayectoria impecable. Ha superado con creces la responsabilidad de apellidarse Rivera Ordóñez.
—Su hermano dice que cada vez se siente más Paquirri, ¿y usted?
—Yo cada día me siento más Cayetano. Estoy muy orgulloso de mis apellidos, tanto de Rivera como de Ordóñez, dos genios. Y dependiendo del día, me siento más uno u otro.
—Curro Vázquez ha sido el guardián de su torería.
—Ha sido mi pilar. Más que mi apoderado, un amigo, un hermano. Curro es un torero con una sensibilidad increíble y enormes conocimientos.
—¿Sus planes inmediatos?
—Mi inquietud no acaba con el toro. Quizá de lo que más orgulloso me siento es de la Fundación para la infancia que presentaré los próximos días. Fomentaré más mi faceta empresarial y otros proyectos que me diviertan. No descarto vincularme a algún grupo empresarial taurino si coincide con mi filosofía.
—¿Se intensificará más su relación con Loewe?
—Estoy feliz con Loewe. Una marca de lujo y calidad que refleja perfectamente los valores españoles, más necesarios que nunca. Quizás ahora que voy a tener mas tiempo pensemos en posibles colaboraciones nuevas.
—¿Qué rediseñaría en el mundo del toro Cayetano?
—Hay que mejorar muchos aspectos, como adaptar los pliegos a la situación actual, un reglamento único, atraer a la gente joven a los tendidos. Falta un núcleo central que redirija las bases, sobre todo pensando en esos novilleros que lo tienen muy difícil para avanzar.
—¿La reata ayuda o es superada por la presión?
—Ha sido un arma de doble filo. Al principio, generó gran expectación y abría puertas. Pero luego dependía de mí, que era el que tenía que ponerme delante del toro y resolver.
—¿Ha llegado hasta donde perseguía?
—No, y creo que nunca llegaré. Todo es mejorable, y uno siempre puede dar más de sí. Mi abuelo Ordóñez decía que nunca había llegado a torear su faena soñada... Yo tampoco.
—Este retiro ha sido también paralelo al de su seguidora número uno, Esperanza Aguirre.
—La quiero y admiro muchísimo. Ahora nuestra retirada a la vez nos une si cabe un poco más (sonríe).
—Hablando de mujeres, ya le han fijado día y hora de su boda con Eva González. ¿Se casa?
—Que no se crea la gente todo lo que se dice en los medios.
No le gusta meterse a Cayetano en jardines personales, pero su semblante rezuma tranquilidad. «Soy feliz con mi situación actual y ahora podré disfrutar más con mi gente y tener tiempo para otros proyectos ilusionantes».
—¿Su mayor pasión?
—El toreo, y siempre lo será. No es comparable a nada, aunque curiosamente no lo quiero para ningún ser querido.
—Defina tanta grandeza.
—Es una forma de expresión en la que se juntan alma, mente y corazón. Imposible describirlo en plenitud.
—El mapa ibérico presenta el barniz de un toro negro. ¿Le preocupa?
—Muchísimo. Vivimos una crisis terrible. Es muy preocupante todo lo que está ocurriendo, como los desahucios.Es indignante que los bancos no colaboren más, que una persona no pueda pagar la hipoteca, se quede en la calle y con la deuda pendiente. Es un abuso. Espero que el Gobierno sea tajante y ayude a las familias que más lo necesitan.
—En los tendidos de España hay división de opiniones.
—Entiendo la decepción ciuda- dana, pero también entiendo que la situación del Gobierno es difícil y que estará tomando las medidas que considere más oportunas. En unas cosas acertarán más y en otras menos; lo que espero es que se vean pronto signos de esperanza. Intentaría por todos los medios recortar menos en Sanidad y Educación, el futuro. Creo en nosotros como nación y confío en que PP y PSOE busquen el consenso. No es cosa de un Gobierno, sino de un país. El futuro está en la unidad de España, y no en la desunión, y menos en la situación actual. Y lo digo porque sería fatal si se produjese la desvinculación de Cataluña, que es parte de España.
—Cataluña ya prohibió los toros, y ahora le sigue a la zaga Bildu en San Sebastián...
—Me duele que el toreo se use como arma política por ser algo tan español. Debemos proteger el toro como parte de nuestra cultura, respetar y defender las raíces, nuestra lengua, sentirnos orgullosos de todo lo español.

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