El 10 de febrero en México con Morante de la Puebla
Soñó desde niño con vestirse de luces «para no chamgear» y
abandonar la panadería en la que trabajó durante una larga década; de
ahí su apodo: El Pana, Rodolfo Rodríguez Reyes en la
partida de nacimiento. «Yo quería ser como esas figuras que se rodeaban
de guapas gachís, de dinero y podían comer tres veces al día», manifestó
en una entrevista a ABC con motivo de su presentación en España en
2008.
Ahora, tras una vida en los ruedos y etapas de sol y de sombra,
de triunfos como los de novillero y mala vida después de una
alternativa sin suerte, asegura que se retira. Y lo hace a los 60 años,
en su México. El 10 de febrero, en el Carnaval de Autlán,
se cortará la coleta junto a Alejandro Amaya y Morante de la Puebla, el
torero con el que compartió cartel en su debut en Vistalegre hace casi
un lustro.
Un enigma
El matador de Taxcala se definió entonces como «fabricante
de fantasías y quimeras», un excéntrico que no se alista a la academia
del arte ni en la del valor: «Yo no sé ni lo que es El Pana. Es un
enigma. No me puedo llamar artista cuando mis actuaciones muchas veces son grotescas. No me puedo llamar valiente cuando muchas veces he tirado la muleta, me he dejado toros vivos y me he tirado de cabeza al callejón. Pero tampoco me puedo llamar miedoso, porque a veces me abandono y es mi espíritu el que torea».
Dentro de un mes se despedirá este pintoresco torero, que
alguna vez confesó que no existe muerte más bella que en la plaza, como
Manolete. «Siempre he creído voy a morir en el ruedo. Y lo deseo sinceramente, mucho más que morir de borracho atropellado por un carro».
Se va el Brujo de Apizaco, el romántico
que algunas tardes enamoró a su tierra con su sarape mexicano, su puro
de bohemias caladas o ese sombrero gaucho tan personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario