El madrileño, que paseó dos orejas del tercero, cuaja una faena arrolladora y plena de autoridad
APLAUSOS
Fotos Tadeo Alcina
Diego Silveti, con un lote deslucido a excepción del buen sexto, pasea un trofeo.
Gran ambiente el que registra la Plaza México que
casi se llena en su totalidad los tendidos. La afición de Insurgentes
obligó tras el paseíllo a saludar a ambos toreros.Abrió plaza un toro de Montecristo, bien hecho, noble, de buena condición y que salió suelto en los primeros compases. El Juli,quieta la planta, firmó un buen quite por saltilleras, muy jaleado. Sobrado de capacidad, la faena del madrileño estuvo presidida por el mando y la largura en los muletazos por ambos lados. Ligazón y templanza sobre la diestra en una tanda importante y técnica para llevar hasta el final al toro al natural. Con el animal más rajado, alargó en exceso la faena, perdiendo los trofeos por el fallo a espadas.El Juli formó un verdadero lío al que hizo tercero. Se ajustó por chicuelinas en el quite antes de una labor imponente, arrolladora, de gran autoridad, firmeza y seguridad. El torero de Velilla ligó los muletazos en un palmo de terreno, sin enmendarse, con las zapatillas asentadas. Circulares invertidos, cambios de mano… en un arrimón de órdago. Abusó del toro en una demostración de poder extraordinaria. Mató de una gran estocada y paseó las dos orejas.
El quinto, de Montecristo, fue un ejemplar deslucido que nunca llegó a humillar. El Juli trató de alargar las embestidas pero siempre en la media altura. Porfió con el toro el madrileño pero la posibilidad de triunfo fue imposible.
Largo y más despegado del suelo el que hizo segundo con el hierro de Fernando de la Mora. Embistió siempre a media altura, con brusquedad y saliendo distraído al final de cada muletazo. Deslucido y descastado, Silveti anduvo voluntarioso aunque sin opciones de lucimiento.
En cuarto lugar sorteó a Mar de Nubes, ejemplar de Fernando de la Mora con el mismo nombre con el que su padre, el Rey David, dejara un histórica faena en esta misma plaza hace ahora una década. Brindis al cielo. Éste ejemplar no tuvo ni la calidad ni la bravura de aquel. Diego firmó una labor entonada en la que hubo pasajes estimables por ambas manos ante un toro que se vino a menos. Trató de buscarle las vueltas al toro en un final de más entrega que brillo y que cerró por bernadinas. La media estocada, que necesitó de un golpe de descabello, le dejó sin premio.
Cerró plaza un buen toro, el mejor de su deslucido lote. Silveti hizo un esfuerzo con él, con tandas de buen tono por ambos pitones en las que tiró bien de la embestida de un ejemplar que transmitió y tuvo emoción. Esfuerzo del mexicano que tras una estocada en el primer encuentro logró una oreja.
México DF (México). Toros de Fernando de la Mora (2º, 3º, 4º) y Montecristo (1º, 5º, 6º). EL JULI: Silencio, dos orejas y silencio; DIEGO SILVETI: Silencio, palmas y oreja; Entrada: Casi lleno. Se desmonteró tras banderillear al cuarto Cristian Sánchez.
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