sábado, 23 de marzo de 2013

Es alcalde, torero y lo apodan El matador


“Siempre he dicho que la política y los toros van de la mano, porque el político debe tener valor y mucha inteligencia para tomar decisiones”, asegura el funcionario, quien aclara que él mismo se costea su “pasión”.
Guanajuato • Sobre un buró del hotel El Caracol de San Miguel de Allende, Guanajuato, están ordenadas nueve tarjetas religiosas, entre ellas la virgen de Guadalupe, el sagrado corazón, dos con distintivos taurinos, la virgen de la Macarena (la patrona de los toreros) y un rosario de madera que forman el altar del alcalde del municipio de Doctor Mora, Emilio Zarazúa, antes de entrar al ruedo.


Desde que protestó como alcalde en octubre del año pasado, combina su profesión política con su pasión: las corridas toros con él en el ruedo.

Tiene 35 años y se viste de charro para torear, “no de luces” porque no es profesional”, aclara, mientras se abrocha su cinturón que mandó a fabricar con sus iniciales en la hebilla.

Son las 15:40 de la tarde, a 20 minutos de comenzar la corrida con ocho toreros aficionados. Emilio es el tercero. Se persigna, se cuelga su rosario y besa y guarda cada una de las nueve figuras en la bolsa de su camisa.

Además de ser torero, Emilio Zarazúa es el alcalde del municipio de Doctor Mora, Guanajuato, y está a punto de retomar la profesión con la que creció en San Miguel de Allende.

Pero la hora de pararse frente a un toro, que en esta ocasión es un novillo —que él mismo pagó— llega después de dos años de no hacerlo.

“Los toros son como una adicción, pero también una vocación y vamos a seguir adelante tanto en esto como en la política”, explica Zarazúa al concluir la corrida en la que no triunfó.

Todos en Guanajuato lo conocen como El Matador, no como Emilio Zarazúa, el hombre que arrebató al PRI la presidencia municipal de Doctor Mora por un fallo del tribunal electoral del estado, en el que se daba el triunfo al candidato del PAN, 27 días después del 2 de julio del año pasado.


“Siempre he dicho la política y la fiesta brava van de la mano porque el político debe tener pasión, valor y debe tener mucha inteligencia para tomar decisiones”.

“Las mismas características debe tener un torero para pensar fríamente frente a un toro y esa pasión por hacer lo que le gusta”, dice Emilio en su oficina del Palacio Municipal.

Es un hombre que no usa traje ni corbata, usa jeans botas vaqueras y recorre a caballo cada una de las 63 comunidades del municipio, como lo hacen algunos de los 25 mil habitantes de la región.

Por esa razón, los fines de semana prepara su caballo desde las siete de la mañana y en compañía de tres amigos cercanos parte a las comunidades, como El Escalante a 30 minutos de la cabecera municipal. Su andar entre las cuadras rurales lo ha llevado a conocer el principal problema de esta región ganadera: el robo de reses, un problema que es atacado por solo 40 policías que onforman la nómina del municipio.

“Este viernes tuve una reunión de seguridad y tocamos muchos temas de seguridad pública, pero nos enfocamos al robo de ganado que afecta a todo el estado, pero a nosotros nos pega más por ser un centro de comercialización de animales”, les dice a los habitantes de esa comunidad.

Emilio fue torero profesional y practicó el forcado, una disciplina taurina portuguesa, que dejó para terminar sus estudios de derecho. Y aunque ahora se da el lujo de hacer las dos cosas, considera que la política siempre será más peligrosa que las cornadas.

“Aquí corres muchos peligros, entre ellos tu reputación. Decía Luis Spota: ‘mas cornadas da el hambre’ y creo que sí, a veces la vida, los amigos, el ambiente en el que te mueves dan más cornadas que las de un toro”, concluye. Fuente Milenio

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